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Entrevista:JOSÉ ANTONIO HERCE | Profesor de Economía de la U. Complutense

"El problema de las pensiones no se reduce a cotizantes y pensionistas"

Los ciudadanos deben reconocer que es incompatible trabajar cada vez menos, cotizando lo justo a la Seguridad Social, con el mantenimiento de los mismos niveles de bienestar durante una jubilación que es cada vez más larga. José Antonio Herce (Calahorra, 1951), director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, expuso en Pamplona, invitado por Caja Navarra, la necesidad de abordar el problema de las pensiones desde un nuevo ángulo.

Pregunta. ¿Son un verdadero problema las pensiones?

Respuesta. Sin duda, es un problema con raíces y soluciones técnicas, pero también se ha convertido en un problema político que deberá tener soluciones políticas. Es un viejo problema del ser humano desde hace siglos. Consiste en que la gente pueda hacer compatibles sus recursos del ciclo vital con sus necesidades. Como consecuencia del alargamiento de la esperanza de vida disfrutamos de más tiempo en la fase pasiva. Y sin embargo, cada vez dedicamos menos años a trabajar. Entramos más tarde al mercado y salimos antes. La solución no es sencilla de aceptar en nuestro mundo actual: trabajar más, cotizar más, o ambas a la vez.

"La solución no es sencilla de aceptar en nuestro mundo actual: trabajar más, cotizar más, o ambas a la vez"

P. ¿Se puede resolver con más productividad, más nacimientos y más inmigrantes?

R. No se resuelve ni con niños ni con la llegada de emigrantes ni con el aumento de la productividad, porque lo que queremos es mantener nuestro estatus de vida a lo largo de todo el ciclo vital y la solución es buscar la coherencia entre la duración o el esfuerzo contributivo o de ahorro que hayamos hecho en los años activos y las necesidades de los años pasivos.

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P. ¿Qué papel juega el Estado?

R. El Estado puede hacer ciertas cosas para ayudar a esa coherencia, pero no puede inventársela cuando nosotros no estamos dispuestos, uno a uno y en conjunto, a dotar de coherencia a ese esquema de ciclo vital. Si partiéramos de esa consideración, llegaríamos antes y de forma más consensuada a soluciones sin excluir, por supuesto, la necesaria solidaridad entre los individuos, arbitrada a través de las fórmulas del Estado de bienestar. Por el contrario, lo que estamos haciendo es analizar equivocadamente el problema, como si fuese un problema de cotizantes y pensionistas. Podremos sacar más cotizantes de muchos sitios, con más niños, con más inmigración, pero todos ellos, en su día, reclamarán su pensión, y van a vivir más que nosotros. No habremos resuelto el problema, como mucho lo habremos retrasado e incluso acrecentado. No podemos pretender vivir más y mejor haciendo cada vez menos esfuerzo. Por una vía u otra, sea mediante cotizaciones, sea mediante el ahorro o el trabajo nuestras aspiraciones de bienestar tienen que estar equilibradas con un esfuerzo equivalente

P. ¿Los gobiernos son conscientes del problema?

R. El Estado de bienestar y, particularmente, los gobiernos son excesivamente defensivos del viejo orden de las pensiones. Tienen temor e incluso pánico a cambiar las cosas porque creen que los votantes les van a abandonar. Yo estoy convencido de que si los políticos explican razonablemente las cosas junto a los agentes sociales, para que emerja un conocimiento cabal de cuál es el problema de las pensiones, va a ser mucho más fácil encontrar soluciones modernas para este viejo problema.

P. ¿Qué vía es la más eficaz, trabajar más años o cotizar más los años trabajados?

R. Ambas son simultáneas y deberían ser los individuos quienes pudiesen elegir qué dosificación quieren de la fórmula. Hay individuos a los que no les importa trabajar hasta los setenta años. Probablemente prefieren trabajar a ahorrar como descosidos durante unos pocos años. Facilitemos que el mercado de trabajo genere una zona amplia en la que esas personas puedan hacer actividades remuneradas, aunque sea a tiempo parcial, debidamente encuadrados en empresas creadas expresamente para ello, si hiciera falta. Y al revés, que quienes quieran ahorrar mucho para trabajar menos, que puedan hacerlo también.

P. ¿Ve factible aplicar la propuesta de revisión de la base del cálculo de la jubilación a toda la vida laboral?

R. En la actualidad estamos en quince años en el periodo de cómputo, cuando hace veinte años exactamente estábamos en dos. Véase el progreso formidable que ha tenido este tema. Fue muy difícil pasar de dos a ocho, por eso acabó con una práctica aberrante que era la compra de pensiones. Fue muy fácil pasar de ocho a quince, porque eso permitía a muchos cotizantes recuperar buenos años de cotización que con ocho años no podían incluir, dada la incidencia del desempleo a edades laborables en aquellos años avanzadas. Va a ser muy difícil pasar de quince a veinte, veinticinco o a toda la vida laboral. Los sindicatos ya han anunciado que irán a la huelga general. A mí me parece que en el actual contexto, en el que no se quiere estimular a las personas para que tomen la iniciativa, es lo único que se puede hacer, pero será muy doloroso. Será, en todo caso, una iniciativa defensiva que provocará frustración. Sería mucho más interesante hacer una pedagogía adecuada y estimular a la generalización de los planes y fondos de pensiones en pie de igualdad con las pensiones públicas.

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