Bolkestein y la Europa social

La directiva Bolkestein ha suscitado sin duda un gran debate entre los países de la Unión Europea. La liberalización del sector servicios en la UE se ha topado con el rechazo de sindicatos y países como Francia, en el que la fuerte posición contraria de los ciudadanos ante la directiva se ha traducido en un importante avance del "no" a la Constitución.

En contra de la liberalización de los servicios que propone la directiva se argumenta que favorecerá el dumping social, es decir, que las empresas podrán trasladarse a países en los que rige una legislación laboral, social y ambiental menos desarrollada, como podría ser el caso de los nuevos miembros de la UE.

La liberalización de servicios, aseguran los expertos, no es negativa en sí misma. Lo que yo sí que pienso que es negativo es que

pueda haber grandes diferencias en el seno de la UE respecto a materias tan importantes como el trabajo, las políticas medioambientales o la protección al consumidor.

Llevamos meses oyendo que la Constitución europea nos llevará hacia una Europa más social, pero aún no he oído desde Bruselas ningún proyecto para unificar las materias sociales más básicas entre los países miembros. Si la UE no anda en esta dirección, corrigiendo las diferencias que puedan haber entre sus Estados, la idea de la Europa social con la que nos bombardean desde los diferentes sectores políticos habrá resultado no ser más que una falacia más, y la construcción europea sólo favorecerá a unos pocos, los de siempre.