El regreso de los tres prófugos
La anulación de los juicios por corrupción contra los ex presidentes Bucaram, Noboa y Dahik agudiza la inestabilidad en Ecuador
El regreso del exilio de los ex presidentes Abdalá Bucaram, alias El Loco; Gustavo Noboa y Alberto Dahik, exculpados de sus cargos de corrupción por la Corte Suprema nombrada por el Gobierno de Lucio Gutiérrez en diciembre; ha atizado la ira de los ecuatorianos y ha agudizado la inestabilidad política del país. Las protestas del martes en Quito contra el Gobierno fueron las más violentas de los últimos meses y se saldaron con un centenar de heridos. El gobernador de la provincia de Pichincha (que incluye Quito), Ramiro González, ha convocado una huelga general indefinida a partir del 12 de abril. Mientras, el alcalde de la capital, el ex jefe de las fuerzas armadas Paco Moncayo, ha pedido la intervención militar para restaurar el orden.
La oposición convoca una huelga general indefinida en Quito a partir del 12 de abril
La crisis ecuatoriana arranca con el reemplazo de 27 de los 31 jueces de la Corte Suprema a finales de 2004. El brusco cambio provoca desconfianza entre los ecuatorianos, que ven la mano del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) de Bucaram y la del Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) de Noboa, detrás de la reforma. El ex coronel golpista Gutiérrez, que llega al poder democráticamente a finales de 2002, necesita aliados para gobernar y los encuentra en el PRE y el PRIAM, que, al parecer, se cobran su respaldo con la liberación de sus jefes. El Loco, tras conocer la decisión judicial, declaró a la agencia Reuters que estaba "más viejo y más loco que nunca". Bucaram regresa a Ecuador desde Panamá tras un exilio de ocho años, mientras que Noboa vuelve desde la República Dominicana y Dahik, desde Costa Rica.
"Nadie cree ya en nada", se lamenta Fausto Dután, vicepresidente del Partido Socialista-Frente Amplio, agrupación que no está alineada ni a los partidos tradicionales, Partido Social Cristiano (PSC) e Izquierda Democrática (ID), ni con el Gobierno. "La situación está fuera de control, y mientras el Gobierno lucha por retener el poder y los grandes partidos por recuperarlo, Ecuador se hunde. Tal vez la salida sería un gran pacto entre los partidos no tradicionales, que incluya al movimiento indigenista Pacha-kutik, para ofrecer una alternativa a lo de siempre. Aunque veo difícil esta alianza, tenemos que intentarlo", explica Dután.
El dirigente socialista cree que la protesta popular y la huelga encabezadas por Moncayo y González, ambos de ID; puede crecer hasta llevar a Ecuador a una situación ingobernable que dé a Gutiérrez la excusa para recurrir al Ejército para afianzarse en el poder. Dután no teme un golpe de Estado, sino que Gutiérrez quiera imitar el estilo de su homólogo venezolano Hugo Chávez.
Desde el Ejecutivo, el ministro del Interior, Óscar Ayerve, ha propuesto que la Conferencia Episcopal Ecuatoriana actúe como mediadora en el conflicto por la reforma del sistema judicial. No es sólo la independencia de la Corte Suprema lo que está en juego, sino también la del Tribunal Constitucional y del Electoral. "El Gobierno nacional insiste en que la única posibilidad de resolver el problema de la Corte Suprema de Justicia es mediante el diálogo y los acuerdos", afirmó ayer Ayerve mediante un comunicado.
"Espero que ese acuerdo llegue, porque las pequeñas y medianas empresas ya han comenzado a sufrir los efectos de la crisis política", advierte Ricardo Estrada, presidente ejecutivo de la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (CORPEI), una gran patronal ecuatoriana. "Gracias a que la economía está dolarizada, la crisis no se ha sentido a escala macroeconómica. No obstante, la situación pone en peligro la afluencia de inversión extranjera", concluye Estrada. El país se mantiene, fundamentalmente, gracias a las exportaciones petroleras (Ecuador produce 410.000 barriles diarios, un tercio del que extrae Argelia, por ejemplo), y a que el precio de ese crudo está en niveles récord.
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