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Reportaje:ARQUITECTURA

Conquistar plaza

El dominio cívico por excelencia, la plaza, es un proyecto constante en la biografía arquitectónica de Francisco Mangado. La que reformó en su Estella natal fue la de los Fueros, que recuperó todo su sentido urbano con un tenso tapiz de granito que realza la iglesia, subrayando al tiempo el orden que marcan el arbolado, el mobiliario o el quiosco oval. En el club de golf de Zuasti, un complejo deportivo y de ocio a las afueras de Pamplona, los espacios abiertos entre las distintas construcciones, minuciosamente definidos, son tan importantes como éstas. Y en su mayor obra hasta la fecha, el auditorio y palacio de congresos de Navarra, la disposición de las alas musical y expositiva crea un generoso ámbito al aire libre a través del cual el edificio se abre a la ciudad. Enhebrados por el equilibrio entre llenos y vacíos, las geometrías nítidas y el acuerdo entre materiales, la serie de proyectos de Mangado que se interesan por la calidad del espacio público alcanzan de momento un punto culminante en dos realizaciones consecutivas: la plaza de Pey-Berland en Burdeos y la de Dalí en Madrid.

Libres de la tiranía del automóvil, los trozos de ciudad peatonalizados recuperan su auténtica dimensión a los ojos del viandante

En la remodelación de la plaza bordelesa, la presencia de la catedral (además de otros edificios institucionales, entre los cuales el Ayuntamiento) y la exigencia de atenuar tanto la presión del tráfico como de regular el curso del tranvía eléctrico sugirieron limpiar el perímetro de elementos relacionados con la circulación rodada y tensar la superficie con un pavimento continuo -animado por lápidas luminosas y de fundición inspiradas en las de las tumbas del interior del templo-, concebido como peana del monumento. En Madrid, el reto era transformar lo que el propio arquitecto definió como "patio trasero del Corte Inglés" en un lugar de estancia, domesticando el imponente espacio (de 260×50 metros) y poniéndolo en relación con las calles adyacentes.

"Lo mejor que se puede hacer con un espacio público es dejarlo vacío". Mangado, que hacía esta declaración en el curso de una entrevista de este periódico, tras ganar el concurso de la plaza de Burdeos, reivindica para el proyecto urbano la tradición de la gran escala como antídoto contra la fragmentación contemporánea. "El espacio público no estuvo entre las principales preocupaciones de la modernidad; como se pretendía romper con el pasado, lo consideraron en términos casi exclusivamente funcionales, como una infraestructura. Por otra parte, las consecuencias del tráfico han sido demoledoras para el espacio público en la ciudad consolidada. Tanto en Burdeos como en Madrid, la decisión más importante fue de índole política: peatonalizar dichos ámbitos y devolvérselos a la gente". Libres de la tiranía del automóvil, esos trozos de ciudad recuperan su auténtica dimensión a los ojos del viandante.

Extremo de la avenida de Felipe II y antesala primero de la desaparecida plaza de toros de Goya, y más tarde de un palacio de deportes recientemente reconstruido tras sufrir un incendio, la plaza madrileña, en pleno corazón del barrio de Salamanca, pasó a llamarse de Salvador Dalí tras la instalación en ella de un conjunto escultórico del artista: un dolmen y el Homenaje a Isaac Newton. Si Mangado considera que su intervención en la capital de Aquitania fue casi caligráfica -"en realidad se trató de construir una quinta fachada"-, la que ha llevado a cabo en la villa y corte pasaba por transformar en lugar de solaz y paseo lo que había llegado a convertirse únicamente en entrada y salida del aparcamiento subterráneo del centro comercial.

El proyecto, que reordena esos accesos y los rediseña, introduce un patrón de urbanización de las calles aledañas y renueva por completo la iluminación, la pavimentación y el mobiliario urbano -especialmente significativa la instalación en las calles de Antonia Mercé y Fernán González de unos juegos infantiles de diseño finlandés que podrían ser una alternativa a los de tipo picapiedra tan recurrentes en los parques y jardines de la capital-, creando además unos lugares de estancia mediante islas ataludadas con bancos y vegetación, esparcidas en el extremo opuesto a donde se sitúa el conjunto escultórico y asoma el imponente volumen del edificio deportivo; además de acotar recintos más íntimos, estas piezas actúan como parapetos frente al viento que hacía inhóspita la plaza. Trabajando en estrecha colaboración con el arquitecto, el artista catalán Francesc Torres ha aportado los elementos ornamentales: un olivo milenario que exuda agua, una fuente de libros y losas de fundición donde aparecen fosilizados desde restos marinos a despojos urbanos como el esqueleto de un paraguas o la montura de unas gafas.

Madrid no es Barcelona. Mien

tras la segunda ha llegado a ser un modelo de urbanidad por la importancia concedida a los espacios públicos y por la identificación de sus ciudadanos con el diseño en clave contemporánea de estos espacios, la primera no destaca precisamente por la cantidad y calidad de sus plazas, ni por la excelencia formal de su equipamiento urbano a base de los ubicuos chirimbolos. "En Madrid están los círculos sociales, económicos y artísticos más importantes", dice Mangado, "pero paradójicamente es una ciudad muy poco moderna; la gente acepta de buen grado ese casticismo arcaizante que se ha impuesto como norma en la remodelación de calles y plazas. En el punto de mira de un numeroso colectivo que vio en el proyecto de la plaza de Dalí una amenaza para el monumento del genio de Figueres -que no se cuenta precisamente entre sus obras más excelsas y se ha conservado tal cual-, y criticado por unos vecinos que reclamaban más vegetación y bautizaron la plaza como "la del ahorcado" por las esbeltas luminarias de sección trapezoidal y las losas escultóricas, el arquitecto navarro confiesa haberse sentido incomprendido, y recuerda el apoyo que recibió en Burdeos por parte de políticos y ciudadanos.

"La derecha francesa más conservadora está culturalmente a años luz de la izquierda española más radical. Mi propuesta en Francia tuvo que someterse a la Comisión Nacional de Patrimonio, pero tuve el respaldo de Alain Juppé -entonces alcalde de Burdeos- y de su equipo, y los vecinos entendieron lo que intentaba hacer. Compartíamos la idea de que lo importante no es mirar al pasado, sino el tiempo que nos ha tocado vivir y el futuro. Y sin ese apoyo político y ciudadano no habría conseguido ciertas cosas, como eliminar las catenarias del tranvía que contaminaban visualmente el entorno; resultó más caro pero todo el mundo estuvo de acuerdo en que merecía la pena". En el caso de la plaza de Dalí, el principal problema no era desde luego el monumento, sino algo menos evidente porque no estaba a la vista. "Todo el subsuelo está ocupado por el aparcamiento de El Corte Inglés, y ése ha sido el principal condicionante del proyecto. Entre el forjado del sótano y la superficie de la plaza hay una media de treinta centímetros, y en determinados puntos esa distancia se reduce a diez centímetros. Cuando los ayuntamientos hacen concesiones a estas empresas privadas no se dan cuenta al parecer de que también están cediendo espacio público porque compremeten lo que puede hacerse en la superficie; lo que se puede construir y lo que se puede plantar".

Con ingredientes abstractos -el manto de granito de Gredos, el contrapunto diagonal de las piezas ajardinadas- y un catálogo actualizado de materiales -acero inoxidable, vidrio laminar, luces fluorescentes-, la intervención de Francisco Mangado rezuma sin embargo nostalgia: de un suelo firme en el que anclar la arquitectura, y de lo que para la vida urbana representaron las antiguas plazas, cuyo papel como escenario de ceremonias colectivas han asumido hoy centros comerciales como el que flanquea esta última plaza madrileña.

La nueva plaza de Dalí, en el barrio de Salamanca de Madrid, tras la intervención de Francisco Mangado.

Remodelación llevada a cabo por Mangado en el entorno de la catedral de Burdeos.
La nueva plaza de Dalí, en el barrio de Salamanca de Madrid, tras la intervención de Francisco Mangado. Remodelación llevada a cabo por Mangado en el entorno de la catedral de Burdeos.ROLAND HALBE

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