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China dejará de inyectar fondos en las empresas estatales en quiebra

Al menos 1.800 sociedades están abocadas al cierre en cuatro años

China ha dado un nuevo paso en su proceso de transición a la llamada economía socialista de mercado, el capitalismo de estilo chino. Pekín dejará de acudir al rescate de las empresas estatales en bancarrota en un plazo de cuatro años, según ha anunciado Shao Ning, viceministro de la Comisión para la Administración y Supervisión de los Activos Estatales. El plan deberá hacer frente a la resistencia de algunos gobiernos locales, para los que muchas de estas compañías son una fuente de mano de obra esencial en zonas acosadas por el paro.

"En cuatro años, las empresas de propiedad pública tendrán que seguir las reglas del mercado y solicitar la bancarrota según las mismas leyes y regulaciones que se aplican a las sociedades privadas y extranjeras", ha asegurado Shao. El Gobierno ha destinado menos dinero en los últimos años a las firmas en dificultades, pero sigue inyectando fondos en las que considera que pueden ser reestructuradas.

Con objeto de hacer más suave el fin de las empresas inviables, las autoridades han adoptado una serie de políticas destinadas a ayudar a los empleados y a gestionar los activos y los créditos impagados. En los últimos años, más de 3.300 sociedades estatales se han acogido a la bancarrota en estas circunstancias, lo que ha afectado a 6,2 millones de trabajadores.

La iniciativa ha costado 49.300 millones de yuanes (4.590 millones de euros) en subsidios y 223.800 millones de yuanes (20.850 millones de euros) en cancelación de préstamos en los bancos públicos. Según las autoridades, al menos otras 1.800 firmas deberán cerrar. Las municipalidades de Pekín y Shanghai y las provincias de Jiangsu, Zhejiang y Fujian ya han dejado de subvencionar compañías.

La medida no será fácil de llevar a cabo, especialmente en las regiones remotas, como en el centro, el oeste y el noreste del país, donde pocas empresas son rentables. China es un país muy descentralizado, y, a menudo, una cosa es lo que dice Pekín y otra lo que hacen los dirigentes de los gobiernos locales. El cierre de industrias dejará sin trabajo a cientos de miles de personas, en zonas que sufren fuertes problemas de desempleo.

Economía abierta

Para Pekín, el proceso es imparable en una economía cada vez más abierta y sometida a la competencia extranjera, como consecuencia de la entrada en la Organización Mundial de Comercio. Los líderes chinos se han fijado como objetivo tener entre 30 y 50 grandes multinacionales capaces de ser competitivas internacionalmente en un futuro próximo. Sin embargo, incluso en algunas de éstas es difícil saber realmente si ganan actualmente dinero o no, porque a menudo se benefician de créditos preferenciales y otro tipo de ventajas, según fuentes extranjeras.

China tiene prisa, y con objeto de modernizar la gestión de los conglomerados ha decidido organizar una amplia campaña pública de contratación de altos directivos. Se trata de la primera vez que la Comisión para la Administración y Supervisión de los Activos Estatales, que controla 177 de las mayores compañías propiedad del Gobierno central, elegirá a los máximos responsables de éstas de esa forma. Según la comisión, es necesario ampliar horizontes e introducir sistemas de gestión de recursos humanos avanzados para obtener la gente con talento necesaria.

Mientras, las autoridades prometieron ayer intensificar la lucha contra la corrupción en el sector financiero. Según ha señalado Tang Shuangning, vicepresidente de la Comisión Reguladora Bancaria, se están llevando a cabo nuevas investigaciones en los cuatro grandes bancos, cuya imagen se ha visto muy dañada, ante la futura salida a Bolsa, tras los continuos escándalos conocidos en las últimas semanas.

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