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Reportaje:

Gades descansa en Sierra Maestra

Cuba deposita las cenizas del bailarín en la cuna de la revolución

Las cenizas de Antonio Gades reposan desde el sábado en las lomas de la Sierra Maestra, en el oriente de Cuba, cuna de la revolución que fue la pasión de su vida. En presencia de su viuda, Eugenia Eiriz, y de sus cinco hijos, Elsa, Ignacio, Tamara, María y Celia, los restos del bailarín fueron inhumados al pie de la montaña de Mícara, en el mausoleo militar del Segundo Frente, donde están enterrados los guerrilleros que combatieron junto al jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, Raúl Castro, durante la lucha contra la dictadura de Batista. Fue el propio Raúl, a quien Gades llamaba cariñosamente "mi compadre", quien depositó la urna con sus cenizas en el monumento que asemeja una palma real trunca.

El fallecido artista español recibió honores reservados a combatientes de alta graduación

"Nunca me sentí un artista, sino un simple miliciano vestido de verde olivo, con un fusil en la mano para donde, como y cuando, siempre estar a sus órdenes", son las palabras de Gades inscritas en la simbólica palmera cubana. En la base de la escultura, elaborada con mármol traído de Elda, su pueblo natal, unas botas de baile, en movimiento, como si Antonio estuviera en pleno taconeo.

"Aquí tenía a su gente, a sus amigos del alma. Cuba representaba todo lo que él quería, por eso estamos felices de que esté aquí, su sueño se ha cumplido", dijo su hija María, muy emocionada. La ceremonia fue impresionante, a la vez que sencilla e íntima. Las cenizas de Gades fueron colocadas en un Jeep con un armón militar y mientras el cortejo fúnebre avanzaba, sonó El compadre Antonio, homenaje al artista compuesto por el pianista cubano Frank Fernández, que utilizó fragmentos de taconeos flamencos bailados por el propio Gades.

Cuando estaba a punto de terminar la pieza, justo en el momento en que Raúl Castro introdujo las cenizas de Gades en la palma, se produjo uno de los instantes más emotivos del funeral: en medio de un febril taconeo, resonó la voz de Antonio, "vamos, vamos", grabada durante un ensayo de Carmen, el filme de Carlos Saura. "Fue algo impresionante, todos quedamos sobrecogidos", comentó Frank Fernández.

Presentes, además de su familia y algunos amigos españoles, estaban los compadres cubanos de Antonio: Raúl Castro, su esposa, Vilma Espín; Abelardo Colomé, ministro del Interior; el comandante de la revolución Juan Almeida Bosque y otros mandos militares, además de amigos, médicos y artistas que tuvieron una estrecha relación con el bailarín. Entre ellos, el coreógrafo Alberto Méndez y el guitarrista Sergio Vitier, con quienes Gades hizo en 1978 Ad líbitum para el Ballet Nacional de Cuba; también asistió el ministro de Cultura, Abel Prieto, y el canciller, Felipe Pérez Roque.

Antonio fue despedido como un amigo, pero también se le rindieron honores militares dignos de un combatiente de alta graduación. En el mausoleo del Segundo Frente Oriental, situado a un kilómetro del lugar donde Raúl Castro estableció su comandancia guerrillera en 1958, se dispararon tres salvas de fusiles y después sonó La Internacional, interpretada por la misma compañía que lo recibió el 28 de diciembre de 2003 en el castillo del Morro de La Habana, cuando llegó a la isla en su velero Luar 040 después de una travesía de 50 días.

Eusebio Leal, el historiador de la ciudad de La Habana, despidió el duelo recordando al bailarín y al militante comunista que vivió ajeno a toda vanidad: "Fue Antonio modesto siempre, partiendo de que su maestra le enseñó que más importante que la estética del baile era la ética del artista". Después pasaron revista a las tropas.

Antes de regresar ayer a España, María recordaba el rostro de su padre cuando, ya en el hospital, supo que sus restos descansarían en el Segundo Frente junto a los guerrilleros de su compadre: "Cuando le dijeron donde iba a reposar después de tantos años de enfermedad, lo vi feliz. Estaba orgulloso, para él era un honor, pues Cuba era su referente". En las lomas de la Sierra Maestra, ahora sí, el comandante Gades descansa en paz.

Raúl Castro, en el momento de enterrar las cenizas de Gades.
Raúl Castro, en el momento de enterrar las cenizas de Gades.RAÚL ABREU

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