Dos libros en un mismo país
Las editoriales vascas en euskera y en castellano, dos industrias similares con realidades opuestas
El panorama editorial vasco, a medias entre la subvención y el mercado, con una clientela interior fuerte y más de un centenar de empresas, vive dos realidades completamente opuestas, en función de la lengua en que se publica. Dos mundos en los que las ventas, la calidad literaria y la proyección social de los escritores no tienen nada que ver: la distancia que existe entre un universo lector potencial formado por 650.000 personas o por 400 millones, proporción que, paradójicamente, no se contempla en el número de ejemplares editados en cada lengua. Dos caminos paralelos que no coinciden ni en las ferias del libro.
Integran el sector editor en Euskadi un total de 107 empresas, según el último informe publicado por el propio gremio. Son empresas medianas y pequeñas, ya que sólo 16 de ellas forman parte de un holding. En total, emplean a 522 trabajadores, una media de cinco por editorial. Son unas cifras mínimas para una comunidad autónoma bilingüe y con el peso industrial de la vasca. "Así y todo somos los terceros de todo el país, eso sí a una distancia abismal de Madrid y Cataluña", reconoce Javier Gogeascoechea, presidente del gremio de editores vascos y responsable de la editorial Desclee de Brouwer.
107 empresas que suman 522 empleados integran el sector editor en Euskadi
No siempre fue así. En los años setenta, la presencia del País Vasco en el mundo editorial español era notable gracias a dos firmas que se dedicaban al libro infantil: Fher y Vascoamericana, que tenían una participación poderosa en la exportación. "De ahí viene la existencia de nuestra asociación y de la Cámara del Libro", recuerda Gogeascoechea, quien considera que el mercado vasco se halla maduro y goza de buena salud: "Los últimos datos, de 2003, dan una facturación de 80,4 millones de euros, lo que representa un incremento del 10,50% con respecto al año anterior", precisa.
En potencia editorial, las empresas que publican en una y otra lengua son similares. Así se deduce de los títulos editados en 2003, que fueron 3.287, de ellos el 48% en euskera. Por razones obvias, la facturación no mantuvo esa proporción, ya que de los 80,4 millones de euros totales, sólo el 27,57% correspondieron a las publicaciones en lengua vasca. Pero estas editoriales cuentan con el apoyo del Gobierno, la única institución con una política estimable en este campo: la adquisición de 250 ejemplares de cada título para distribuirlos en su red de bibliotecas.
Sin embargo, los editores insisten en que estas ayudas no son gran cosa. "La edición en euskera no depende del respaldo institucional; esa compra de libros no es para volverte loco", apunta Gogeascoechea. "Es más, ahora estamos hablando con el Gobierno vasco para ver si ampliamos su apoyo". Peio Elzaburu, de la Editorial Pamiela, que ha publicado el último best-seller en euskera, Soinujolearen semea, de Bernardo Atxaga, añade: "Además, la adquisición de esos libros es por el 50% de su precio, con lo que no se amortizan ni los gastos de imprenta. En fin, que nuestras editoriales viven del mercado, no del apoyo público".
Y para comprobarlo, sólo hay que acudir a los datos del propio Gobierno autónomo. El pasado año 2004 se dispuso de una partida presupuestaria de 514.000 euros para la producción editorial en euskera que se repartieron entre 319 solicitudes presentadas por 28 editoriales o asociaciones. El resultado arroja una media de seis euros por ejemplar adquirido.
Entre el apoyo militante y el prestigio internacional
Las editoriales en euskera subsisten en buena medida por militancia en favor de esa lengua. Peio Elizaburu lo resume: "O publicamos nosotros o no lo publica nadie". Esa militancia se vive también entre los lectores: un tercio de la población de la comunidad autónoma mayor de 16 años lee libros en lengua vasca, según la encuesta Hábitos de lectura y compra de libros en Euskadi 2003.
Por eso no extraña que Javier Gogeascoechea considere que el mercado de esta edición goce de buena salud, aunque sin grandes festejos. "Ahí está la Feria de Durango, el mejor indicativo de cómo se encuentra esta industria editorial", comenta. Pero no se puede bajar la guardia. "Hay que mantener unos estándares de calidad a precios competitivos, porque estamos ante un público bilingüe que siempre puede adquirir un libro en castellano si ve que no encuentra un buen libro en euskera", apunta Elizaburu. Una respuesta ante esta situación de inferioridad en el mercado es la fundación Elkarlanean Kulturgintza que agrupa editoriales (Elkar, Oihuka), distribuidora (Zabaltzen) y comercios (megadendas).
La discriminación positiva no le parece mal a Kepa Murua, responsable de Bassarai, que publica en castellano. "Pero también es cierto que las instituciones nos tienen abandonados, y eso que también pagamos nuestros impuestos y competimos en un mercado muy amplio dominado por grandes grupos editoriales", dice quien es también poeta y que incluye dentro de ese abandono a los escritores vascos en castellano.
Estos pequeños editores tienen que buscar originales, contratar traducciones y asumir unos riesgos ante un futuro mucho menos amparado que el de sus hermanos en euskera. Pero los esfuerzos tienen sus compensaciones. "La trascendencia que pueden tener nuestras obras no la consiguen los escritores en euskera, a no ser que se les traduzca", comenta Murua. Y ahí está su presencia en ferias internacionales como la de Guadalajara (México) que permiten su presencia en el mercado latinoamericano.
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