Una revuelta popular derriba al presidente de Kirguizistán
Askar Akáyev huye de la república ex soviética de Asia central
Un levantamiento popular derribó ayer al Gobierno de la república ex soviética de Kirguizistán, en Asia central, y forzó la huida de su presidente, Askar Akáyev. La revuelta, que estalló la semana pasada en el sur del país tras las denuncias de fraude en las recientes elecciones legislativas, culminó con la toma del palacio de Gobierno en la capital, Bishkek, sin que la policía ni las tropas kirguizas opusieran seria resistencia a la multitud. La oposición, agrupada en torno al llamado Consejo Coordinador de Unidad Nacional, se hizo cargo del poder.
Akáyev, de 60 años, partió en avión con destino a Moscú, pero el aparato cambió de rumbo y aterrizó en la vecina Kazajistán. El presidente depuesto, considerado el más progresista de los líderes de las repúblicas centroasiáticas de la antigua Unión Soviética, había expresado su intención de retirarse al final de su mandato, en otoño próximo.
La revuelta kirguiz, que adoptó los colores rosa y amarillo de la oposición, buscó su inspiración en la revolución de las rosas de Georgia, que el año pasado acabó con el régimen del veterano Eduard Shevardnadze, y de la revolución naranja, encabezada por Víktor Yúshenko en Ucrania. Como ya ocurriera en esas dos ocasiones, el Gobierno ruso no ocultó ayer su malestar por lo sucedido.
El popular general Félix Kúlov, ex vicepresidente de Kirguizistán y ex alcalde de Bishkek, salió de la cárcel donde cumplía condena -injustamente, según la oposición- por prevaricación. Kúlov se dirigió al país por televisión para apoyar la rebelión y pedir calma. "Debemos demostrar al mundo que somos gente civilizada", afirmó.
El malestar de los kirguizos también existe en las repúblicas vecinas y los observadores no descartan que se produzca un efecto contagio. Los líderes de Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Kazajistán son más autoritarios que Askar Akáyev, aunque la riqueza en recursos naturales les ayuda a permanecer en el poder. Aunque Kirguizistán sólo tiene algo más de cinco millones de habitantes, está ubicado en una zona de gran importancia estratégica. Tropas de varios países, entre ellos EEUU y España, permanecen desplegadas allí desde los atentados del 11 de septiembre.
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