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Columna
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Esta semana no ha habido suerte. Se acaba sin un solo proyecto nuevo de soterramiento para Málaga. A este ritmo, llega el día en que la Unión Europea tendrá que designar la capitalidad de la Cultura de 2016 y la mitad de las calles estarán sin enterrar. La ciudad no puede perder el tiempo, porque vienen los inspectores para puntuar las instalaciones y se encuentran las calles patas arriba, llenas de zanjas sin cubrir y de tesoros por encontrar. Los responsables del Urbanismo en Málaga han levantado a lo largo de la historia una ciudad que no les gustaba. De otra forma no se entiende la manía eterna de esconderlo todo. La Catedral se levantó y en cuanto se pudo se le colocó un hotel delante, seguramente para que no se descubriera que estaba sin terminar. Se hizo el puerto y al minuto se construyó una valla para que los malagueños no pudieran entrar a verlo. Luego se cedió al Ministerio de Defensa una de las mayores zonas verdes de la ciudad, para que allí levantaran el Campamento Benítez. Para verlo, había que hacer la mili y que en el sorteo te tocara Málaga.

Ahora, en vista de que los proyectos que miran al cielo se eternizan, se ha optado por transformar el subsuelo. Y nadie echa cuentas del pasado. Se levantó el Museo Picasso y apareció la historia arqueológica de Málaga en los sótanos. Se edificó un aparcamiento en la Plaza de la Marina y localizaron parte de la muralla de la ciudad fenicia. Ahora allí se plantea un gran intercambiador viario, que incluirá el metro, el tren de cercanías e incluso los autobuses urbanos. Ríanse de Atapuerca, con lo que puede salir de debajo de la plaza.

La ciudad de Málaga está viviendo una legislatura soterrada. Hasta la mayoría de los concejales se pasan el día ocultos. En la capital malagueña levantas el subsuelo y te sale o un concejal atrincherado o un resto arqueológico. No hay quien entienda, por lo tanto, la manía de remover la tierra. El problema de una ciudad es que empiezas soterrando proyectos y terminas enterrando ilusiones. Y mira que los malagueños tiran cohetes con poco. Ya hay 45.000 personas que han estampado su firma para apoyar las aspiraciones de Málaga a la Capitalidad Europea de la Cultura. Y eso que todavía está soterrado el proyecto de cómo conseguirlo.

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