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Entrevista:

Dos millones de niños probeta

Los avances en reproducción asistida parecen ilimitados y exigen redefinir un marco ético y legal

La fisiología reproductora humana dispone de sus mecanismos de autorregulación de acuerdo con el entorno ecológico y es más fértil en épocas de abundancia que de escasez. Pero los cambios socioculturales de las últimas décadas en los países ricos han hecho descender al 50% la tasa de natalidad gracias a la píldora y otros métodos de anticoncepción controlados por la humanidad. No obstante, el retraso en la edad gestacional es una de las causas de que haya crecido el número de personas con problemas para procrear. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hay entre 60 y 80 millones de parejas estériles o el 15% de la población del mundo. En los últimos 10 años el 30% de las mujeres de los países desarrollados tienen su primer hijo cuando han cumplido los 35.

Cada vez hay más demanda de las técnicas de diagnóstico preimplantacional
"Como en cualquier tratamiento, existen complicaciones y efectos secundarios"
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"Debemos adoptar una actitud mental abierta y cauta"

Las técnicas de reproducción asistida, que empezaron a desarrollarse en la década de 1970, han ayudado a parejas que de forma natural no podrían tener hijos y ya hay en el mundo más de dos millones de niños nacidos de ellas. En 1978 nació en Manchester (Reino Unido) la primera bebé probeta. En España fue en 1984 cuando también vino al mundo en Barcelona la primera niña fruto de estas técnicas.

Los sectores más reaccionarios de la época llegaron a comparar estos avances de la biomedicina con los experimentos nazis. Pocos temas médicos como éste suscitan tal contestación social y la urgente necesidad de definición de todos los actores implicados: científicos, médicos, políticos, legisladores y expertos en bioética. Una representación internacional de ellos se reunió la pasada semana en Madrid en unas jornadas sobre Los límites de la reproducción humana, organizada por el Museo de la Ciencia de la Obra Social La Caixa.

Los asistentes convinieron en que los avances científicos siempre van por delante de las legislaciones y que jóvenes disciplinas como la genética o la biología molecular están imprimiendo un ritmo vertiginoso a la revolución científica y social que representa la reproducción asistida.

Mientras que en España la tasa de natalidad por vía natural ha descendido el 50% en las tres últimas décadas, con un promedio de 1,1 niños por pareja, la demanda de fertilizaciones in vitro, donaciones de óvulos o consultas de diagnóstico preimplantacional aumenta exponencialmente.

La salud reproductora, especialmente en las hembras, cambia según la disponibilidad energética del ambiente. Así lo resaltó Peter Ellison, catedrático de Antropología de la Universidad de Harvard en Boston (Massachusetts, EE UU). En su visita a Madrid, destacó que cuando hay abundancia de alimentos la fertilidad aumenta y, cuando hay escasez, disminuye.

Para Ellison, que subrayó que la especie humana es una de las del reino animal con menor potencial reproductor, existe una necesidad de acoplar la reproducción al entorno por la gran demanda de energías que exige el embarazo.

"Estudios realizados en cuatro poblaciones muy diferentes de variadas procedencias", explicó, "demuestran que en todas se producen los mismos cambios en la fisiología reproductora en función de las limitaciones ambientales. De todos modos, si las condiciones son muy favorables, como sucede en los países ricos, existen otros mecanismos moduladores para evitar que nuestro sistema reproductor funcione al máximo y uno de ellos es el cáncer. También se ha constatado que, con independencia del contexto ecológico, los cambios en la función reproductora femenina están directamente relacionados con la edad, de tal modo que las etapas más fértiles se sitúan entre los 20 y los 35 años". En su opinión, resulta contradictorio que si la esperanza media de vida en la mujer se ha prolongado hasta superar los 80 años, no se haya retrasado la edad de la menopausia y ampliado el periodo reproductor.

"Algunos estudios revelan que además de que existe un programa genético, la propia fisiología reproductora femenina impone sus límites de acuerdo con el entorno ecológico y, pasada la menopausia, la mujer tiene un importante papel como abuela en la continuidad de la especie, según han estudiado investigadores estadounidenses de la Universidad de Utah", dijo Ellison.

En el hombre es diferente, puntualizó, porque invierte en el proceso reproductor mucha menos energía y ésta procede de la masa muscular, que a su vez es regulada por la hormona testosterona. "En varios estudios se ha observado que los hombres con hijos suelen tener como promedio niveles más bajos de testosterona que los que no tienen hijos. También se ha visto que en periodos de escasez baja la producción de testosterona".

Para Ana Veiga, bióloga del equipo del Instituto Dexeus de Barcelona, que logró el nacimiento de la primera bebé probeta española, los últimos avances en reproducción asistida vienen de la mano, entre otros, de los nuevos fármacos de estimulación ovárica y las técnicas de microinyección espermática y de aspirado y biopsia del semen. "Pero, como en cualquier tratamiento, existen complicaciones y efectos secundarios. En este caso, aumenta para la mujer el riesgo de cáncer de endometrio, ovario y mama", aclaró.

En opinión de Alfonso de la Fuente, responsable de la unidad de Reproducción de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, las técnicas de diagnóstico preimplantacional son cada vez más demandadas por parejas con alto riesgo de transmitir a sus hijos ciertas enfermedades hereditarias relacionadas con el sexo. "Nos permiten estudiar el carácter del embrión antes de implantarlo en el útero. El diagnóstico consiste en la extracción por biopsia de una o dos células embrionarias mediante un micromanipulador muy preciso", afirmó.

Cientos de niños de todo el mundo, cuyo sexo ha sido elegido previamente por los padres, han nacido gracias a ellas. En 1994 vieron la luz en España las primeras gemelas bajo este procedimiento para evitar que, en caso de ser varones, fuesen hemofílicos.

Otro progreso en España es el cultivo de células embrionarias con fines terapéuticos a partir de la reforma en 2003 de la Ley de Reproducción Asistida de 1988. Se calcula que existen congelados miles de embriones en el Estado español y la próxima ley de biomedicina, todavía en borrador, ampliará el abanico de posibilidades.

A juicio de Pablo de Lora, coordinador de las jornadas de la Obra Social La Caixa y profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, es razonable y obligado poner unos límites jurídicos en este vasto campo. "Idealmente", añadió, "los frenos legales y éticos deberían estar dictados por el sentido común y en aras del bien común, sin contaminaciones ideológicas, religiosas o de cualquier otro carácter, que pertenecen a la subjetividad y a la libertad de conciencia de cada individuo".

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