Rabat lamenta que los jefes integristas se desenvuelvan con libertad en Europa
Las autoridades de Rabat reconocen que los que colocaron las bombas en Madrid o asesinaron en Amsterdam, en noviembre, al cineasta holandés Theo van Gogh son de origen marroquí, pero insisten en que se han radicalizado en los países en los que les acogen y obedecen a órdenes dadas por islamistas que también viven en Europa.
El informe de los servicios secretos marroquíes, dado a conocer en Riad, hace hincapié en esta última tesis. Sostiene incluso que las dos grandes corrientes terroristas que actúan en Marruecos, los salafistas combatientes, de inspiración wahabista saudí, y el Grupo Islamista Combatiente Marroquí (GICM), integrados por antiguos luchadores en Afganistán, reciben sus instrucciones desde fuera del país.
"(...) el peligro terrorista seguirá siendo una amenaza mientras sus líderes sigan desenvolviéndose con libertad en el extranjero (...) para financiar, orientar e impulsar a los elementos que ejecutan" las órdenes, reza el documento.
"Es primordial", prosigue el texto, "privar a los terroristas de la posibilidad de exiliarse en Estados en los que pueden manipular a las ONG de derechos humanos y aprovecharse de la legislación sobre derecho de asilo".
Después de que la policía marroquí desatase, tras las explosiones que sacudieron Casablanca, una gran oleada represiva, "algunos de los terroristas más buscados en Marruecos han escapado a Europa", se lamenta Harrari, el director de la DST.
Otros ya estaban asentados en el Viejo Continente, concretamente en Londres. "El núcleo principal del GICM está en el Reino Unido", sostiene Harrari. "Son el príncipe del grupo, Mohamed el Garbuzi, y su cuñado, Karim Autah, los que se encargan de la coordinación".
Garbuzi, originario de Larache, que reside legalmente en Londres, ha desmentido estas acusaciones. Después del 11-M dio dos entrevistas, a un diario árabe y al londinense The Guardian, en las que los negaba todo.
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