El fundador de WorldCom, culpable de nueve delitos
Ebbers puede ser condenado a una pena de 85 años de cárcel por fraude y falsedad
El fundador de WorldCom, Bernard Ebbers, fue declarado ayer culpable de los nueve cargos que se presentaron contra él por su participación en la trama contable que llevó a la quiebra de la compañía de telecomunicaciones en julio de 2002, la mayor suspensión de pagos en Estados Unidos. Ebbers, que puede ser condenado a un máximo de 85 años de cárcel por los delitos de fraude financiero, conspiración y falsedad documental, recurrirá la sentencia.
El jurado leyó su veredicto a mediodía de ayer en un juzgado del distrito sur de Manhattan tras ocho días de deliberaciones, mientras Ebbers escuchaba atónito el resultado del juicio. El ex consejero delegado de WorldCom abandonó la sala minutos después visiblemente afectado, custodiado por sus abogados y sin hacer comentario alguno sobre el resultado del juicio, mientras su mujer, Christie, no podía contener la emoción.
En un comunicado, Bernard Ebbers se limitó a expresar su "gran decepción" por el veredicto y dejó claro que el caso sigue abierto, porque piensa recurrir el fallo. Su abogado, Reid Weingarten, comentó después que el juicio no ha sido justo porque se produjeron errores durante el proceso, ya que no se presentaron evidencias concretas que demostraran su implicación en la trama financiera. El abogado insistió en que su cliente "era el patrón del barco, pero no el responsable del fraude". El juez que lleva el caso debe decidir en junio la pena concreta que debe sufrir el antiguo número uno de WorldCom. El máximo castigo al que se enfrenta es de 85 años de cárcel, cinco años por el delito de fraude financiero, 10 años por conspiración y 70 años por los siete delitos de falsedad documental.
El veredicto del jurado llega cuando están a punto de cumplirse tres años del colapso financiero de WorldCom, que quebró en julio de 2002 tras destaparse un colosal agujero contable de 11.000 millones de dólares. El caso sumió a los mercados financieros e inversores de todo el mundo en una importante crisis de credibilidad, y marcó la primera quiebra de la historia corporativa de EE UU superando la de la eléctrica Enron.
Para el jurado que ha examinado el caso WorldCom, ha sido decisivo el testimonio del testigo principal de la fiscalía, Scott Sullivan, entonces director financiero, quien denunció que Ebbers le ordenó reiteradamente falsificar los libros para responder a las expectativas de Wall Street, y sostener el precio de la acción. Ebbers tenía préstamos personales de 400 millones de euros, avalados precisamente por títulos de la compañía. Su agresividad en la forma de hacer negocios le convirtió en espejo de los ejecutivos del sector de telecomunicaciones, que admiraron su osadía hasta su caída.
La acusación machacó al jurado sobre este argumento: "Ebbers era WorldCom y WorldCom era Ebbers. Él construyó la compañía. La hizo funcionar y, por supuesto, dirigió el fraude". Pero Ebbers se defendió diciendo que Sullivan nunca le informó de que estuviera pasando algo irregular. El veredicto pone en una posición comprometida a los ejecutivos de la eléctrica Enron, la primera víctima del fraude contable tras el estallido de la burbuja tecnológica, que están pendientes de juicio en Houston.
El de Ebbers no es el primer caso en el que los abogados lamentan tras escuchar el veredicto que el jurado no ha hecho caso a los argumentos de la defensa. Martha Stewart, la empresaria más popular en EE UU, acaba de cumplir cinco meses de cárcel tras ser declarada culpable de fraude financiero. También han sido condenados John Rigas, fundador de Adelphia Communications, y el banquero Frank Quattrone.
Ayer mismo, la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos presentó una demanda contra el ex presidente de la empresa de telecomunicaciones Qwest Joseph Nacchio y otros seis antiguos directivos por "fraude financiero masivo" a los inversores. La demanda fue presentada ante un tribunal federal de Denver, donde tiene su sede la empresa, y acusa a Nacchio y los otros ex ejecutivos de emitir documentos financieros falsos acerca de la situación económica de la compañía.
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