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Reportaje:PLAN DE BARRIOS | El Erm, en Manlleu

Derribar los pisos García

La Ley de Barrios de la Generalitat destina 17 millones a derruir y rehabilitar el del Erm, en Manlleu

El barrio del Erm, en Manlleu (Osona), es uno de los 13 de Cataluña escogidos para formar parte de la llamada Ley de Barrios. Para la rehabilitación de este vecindario, el más poblado de la ciudad, se prevé una inversión de 17 millones de euros, la mitad de los cuales los aportará la Generalitat y la otra mitad el Ayuntamiento. Las actuaciones previstas no son definitivas; el alcalde, Pere Prat, explica: "El proyecto que nosotros presentamos era de 20 millones de euros y el aprobado por el Gobierno catalán es de 17. Ahora tenemos que estudiar, con la ayuda de las entidades del municipio, qué inversiones quedarán fuera".

Lo que sí tiene muy claro el regidor de Urbanismo, Josep Colomer, es qué hacer con los pisos García, el principal foco de degradación del barrio. Se trata de seis bloques de 256 pisos donde viven unas 220 familias, de las cuales el 90% son magrebíes. Manlleu tiene una población de 19.200 habitantes y de ellos 3.200 son inmigrantes; de éstos 3.200, el 80% son de origen marroquí y el 75% viven en el barrio del Erm.

El Ayuntamiento construirá pisos en los bloques levantados en los sesenta
Manlleu ha tenido un gran crecimiento. De sus 19.200 habitantes, 3.200 son inmigrantes

Tras estudiar todas las alternativas posibles, el equipo de gobierno ha decidido derribar los bloques en un plazo de cuatro o cinco años. Josep Colomer comenta que, aparte de la degradación creciente de las viviendas, "existen problemas de seguridad, por ejemplo la imposibilidad de que los bomberos accedan a los pisos superiores en caso de incendio y la inexistencia de escaleras de emergencia". El derribo, lógicamente, no se hará de un día para otro, sino que será la culminación de un proceso de desalojamiento progresivo y reubicación de los vecinos. De entrada, según explicaba Colomer, "se hablará con todos los vecinos para conocer quién es propietario, quién es arrendatario y si existen situaciones irregulares. Paralelamente, se creará un plan de viviendas sociales al que se podrán acoger los vecinos de los pisos García, bien entendido que no regalaremos nada a nadie", asegura el regidor de Urbanismo.

La oferta de vivienda social será extensiva a todos los habitantes de Manlleu. Una vez desalojado todo el bloque, se procederá a su derribo. Las previsiones apuntan que los pisos podrían desaparecer del paisaje del municipio en un plazo de cuatro o cinco años. En el solar que dejen libre, se prevé la construcción de un nuevo edificio, del que sólo ha trascendido que será de menor altura y "que no recordará para nada al bloque que le ha precedido". Es decir, "si el edificio actual es rectangular, el nuevo será redondo", bromea Colomer.

El deterioro arquitectónico que sufren ha convertido los bloques García en la zona más barata de la ciudad y la mala fama que acarrean hace que ni los habitantes con menos recursos quieran vivir en ellos. Se trata de un espacio donde se concentran focos de marginalidad y donde habita un considerable grupo de sin papeles. María Jesús Estévez, una anciana que ha vivido en los pisos desde que se construyeron, en el año 1967, explica resignada que "los inmigrantes no quieren pagar la cuota de comunidad de vecinos ni la calefacción comunitaria".

La falta de recursos comporta "que vivan en condiciones insalubres" y que las actuaciones para frenar la degradación del edificio brillen por su ausencia. Sin embargo, Estévez no se quiere marchar del Erm: "Nosotros no nos metemos con nadie y es el lugar donde mi familia ha vivido la mayor parte de su vida. Además, ¿adónde nos vamos si mi sueldo y el de mi marido no llegan a 700 euros?".

Los pisos García se empezaron a construir sobre una planta embotelladora de refrescos y a finales de los años sesenta y principios de los setenta concentraron la mayor parte de inmigrantes de Andalucía y Extremadura que llegaron a la ciudad atraídos por la oferta de trabajo en la industria textil; es el caso de la familia Estévez. El gran tamaño de los bloques era visto como un símbolo de la buena salud económica del momento y del desarrollismo imperante. Al cabo de pocos años se puso de manifiesto que "la población se masificaba en unas viviendas demasiado pequeñas, de entre 60 y 70 metros cuadrados, que no cumplían con las medidas de seguridad pertinentes, entre ellas, escaleras muy estrechas y calefacción comunitaria de gasóleo en el sótano", explica Miquel Casanovas, secretario de la asociación de vecinos del Erm.

A principios de los años ochenta, ante distintos conatos de incendio, "los vecinos decidieron derribar con sus propias manos la fábrica envasadora que había en medio de dos bloques porque impedía el acceso a los bomberos". En la misma época, afirma Casanovas, "y gracias a la presión de los vecinos, se empezaron a asfaltar las calles del barrio y a mejorar su iluminación. Se construyó el mercado municipal y viviendas de más calidad", que "convirtieron el Erm en un barrio más plural y diversificado".

Pero con la llegada de la nueva oleada migratoria en la década de 1990 "empezaron a producirse graves problemas de convivencia entre los vecinos, sobre todo en los bloques de los pisos García, donde se concentra mucha población", dice Casanovas. La tensión vecinal creció con los años y llegó a tal extremo que en julio de 2002 los vecinos propusieron organizar patrullas ciudadanas para vigilar el barrio y la instalación de videocámaras de seguridad. Estas medidas no se llegaron a adoptar, pero desde entonces la presencia policial en la zona es constante. Actualmente los vecinos siguen quejándose de la falta de seguridad en el barrio, especialmente durante la noche.

Las viviendas en los pisos García pueden llegar a costar 6.000 y 12.000 euros. La mayoría de los vecinos del Erm quieren que se derriben porque, entre otras cosas, "es intolerable que se produzcan reventones a menudo" y que "vuelen televisores por las ventanas". Tanto Bernabé Avilés, que regenta un bar en el barrio desde hace 20 años, como Casanovas opinan que la mejor solución sería "desalojar de forma gradual los pisos García, recolocar a sus vecinos y finalmente derribar los edificios", opinión que comparte el Ayuntamiento. Aparte del derribo de los pisos García, se llevarán a cabo distintas actuaciones en el conjunto del Erm. Una de ellas es la construcción de un aparcamiento subterráneo entre los pisos de Can Mateu y el mercado municipal. También se prevé mejorar los equipamientos del edificio de Can Mateu, donde se instalarán ascensores y se renovará el alcantarillado.

El reportaje sobre la rehabilitación del Erm, en Manlleu, cierra la serie de los 13 barrios que serán rehabilitados según el plan aprobado por el Gobierno catalán.

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