Seguridad en el esquí
El pasado fin de semana estuve esquiando en la estación de Sierra Nevada con mi familia. La nieve, estupenda; el tiempo, genial; las instalaciones, buenas, y suficientes lugares de descanso.
Sin embargo, he tenido una constante sensación de miedo. Llevo practicando este deporte cerca de veinte años, y es ahora, con dos hijas que se están iniciando en este deporte, cuando me invade una sensación de inseguridad que me impide disfrutar.
Y el motivo es el vertiginoso aumento de snowboarders que comparten las mismas instalaciones. Se trata de una práctica que añade a su grado de agresividad la fuerte velocidad alcanzada fácilmente por las tablas; el factor sorpresa de los numerosos aprendices que, dispersos por las pistas, son a veces imposibles de prever; la dificultad para el uso de las sillas de remonte de las que en ocasiones sufren caídas, etcétera, ingredientes suficientes para provocar frecuentes accidentes que pueden llegar a ser graves, especialmente en las zonas previstas para principiantes.
Y esto sin contar con que las pistas sufren una fuerte erosión debido al continuo derrape al que se ven sometidas por unas tablas mucho más anchas cuya técnica es claramente distinta, y que en mi opinión precisan otro tipo de nieve.
Las estaciones son responsables de la seguridad de todos los usuarios y de mantener unas buenas condiciones de las pistas.
Por supuesto, todos tenemos derecho a disfrutar de las instalaciones deportivas; sin embargo, ante prácticas que en mi opinión son excluyentes, propongo que siempre que sea posible se habiliten espacios diferentes para garantizar tanto la integridad física como las mejores condiciones para la práctica deportiva de todos los usuarios. Por último, estos aspectos deberían quedar reflejados con claridad en la normativa que regulará las estaciones de esquí en España y que al parecer está en proceso de elaboración.
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