El dinosaurio se despide de la Liga
El Madrid cae también ante el Getafe y muestra todos sus defectos habituales multiplicados por un desánimo galopante
Los peores pronósticos sobre el Madrid se cumplieron frente al Getafe, un novato de la Liga que tampoco tuvo complejos para derrotar a un dinosaurio afligido. Está fuera de lugar cualquier especulación sobre las remotas posibilidades del Madrid en el campeonato. El Barça debería perder la mitad de los partidos y el Madrid imponerse en todos. No resulta creíble. Para eso es necesario todo aquello de lo que no dispone: vitalidad, vocación competitiva y jugadores cinco años más jóvenes.
El Madrid perdió en Getafe con todos los defectos habituales multiplicados por un desánimo galopante. Eran jugadores envejecidos y tristes. Cuando la derrota se hizo inevitable, algo conmovedor y patético se observó en los cambios de Figo y Zidane, banderas de un modelo destrozado en el último año. Con la cabeza humillada, seguramente estragado de fútbol, Zidane abandonó el campo entre el silencio de los aficionados, respetuosos con un gran jugador o con el recuerdo del jugador que fue. Pero su sustitución, y anteriormente la de Figo, sólo servía para recordar el final de una época. El Madrid de las estrellas ya no existe. Es falsa la idea de un equipo de figuras porque esas figuras, con la excepción del cada vez más intermitente Ronaldo, no están vigentes. El Madrid puede tirar la Copa de Europa frente a la Juve más vulgar de los últimos años y olvidarse de la Liga frente a un recién llegado, este Getafe confeccionado con retales de aquí y de allá, admirable por su capacidad para obtener los mejores resultados posibles con los menos recursos imaginables.
GETAFE 2 - REAL MADRID 1
Getafe: Aragoneses; Yanguas, Albiol, Belenguer, Pernía; Cotelo, Rivas, Gabi (Kome, m. 60), Vivar Dorado; Craioveanu (Michel, m. 61) y Riki (Yordi, m. 74).
Real Madrid: Casillas; Raúl Bravo (Palencia, m. 60), Helguera, Samuel, Roberto Carlos; Figo (Owen, m. 65), Gravesen, Guti, Zidane (Solari, m.69); Raúl y Ronaldo.
Goles: 1.0. M. 37. Helguera despeja defectuosamente dentro del área y Albiol, sin dejar caer el balón al suelo remata de volea. 2-0. M. 47. Riki entra solo por el centro de la defensa del Madrid y supera a Casillas. 2-1. M. 90. Solari, en remate desde fuera que área que entra por una escuadra.
Árbitro: Lizondo Cortés. Amonestó a Albiol, Yordi, Kome, Samuel, Gravesen, Guti y Helguera.
14.400 espectadores. Lleno en el Coliseo Alfonso Pérez. Se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas por los atentados del 11-M.
No hay nada inesperado en el desplome de un equipo que ha fracasado repetidamente desde la célebre derrota frente al Zaragoza en la final de Copa. De aquello se cumple ahora un año, presidido por toda clase de errores. Se proclamó una política de figuras y cantera que no resistió una temporada. Florentino Pérez se apresuró a ganar las elecciones con encuestas, garantizándose todo aquello que le sumaba votos. Y ganó, por supuesto. Con el 95% de los votos, pero todas sus decisiones fueron estrictamente coyunturales, calculadas para vencer por aplastamiento, pero con un coste inmenso: no creía en Camacho, pero Camacho era una garantía electoral; desconfiaba de las cualidades de Morientes, pero Morientes venía de cerrar una gran temporada con el Mónaco en la Copa de Europa; siempre se refirió en términos despectivos a los centrales, pero presentó a Samuel cuatro días después de fracasar en la Liga; sabía que necesitaba a Valdano, pero el personaje resultaba impopular en aquellos días electorales. Y Valdano se fue. Todo lo demás es historia: el fichaje de Woodgate, el central que todavía no ha jugado un solo partido en el Madrid; la contratación de Owen, un futbolista menor que sacaba del equipo a Morientes y elevaba la densidad de delanteros hasta límites intolerables. Desde entonces el Madrid ha devorado a dos entrenadores (Camacho y García Remón) y está a punto de acabar con el tercero, Vanderlei Luxemburgo, un técnico que ha hecho lo mismo que sus predecesores -conceder por decreto la titularidad a las estrellas- con un problema añadido: casi todas las viejas figuras están fuera de su sitio. Son Zidane, Beckham y Figo. Así no hay manera de construir nada decente. Tampoco si Raúl mantiene la atonía que le ha caracterizado en los últimos meses. O si Roberto Carlos es la décima parte del jugador que fue.
El caso es que el Madrid ha interiorizado su penosa situación. Ahora mismo es un equipo perdedor. Se entregó en Getafe con la misma debilidad que en Turín. Enfrente, un grupo de jugadores procedentes del Atlético, del propio Madrid, del Valencia, futbolistas en busca de la gloria que significa jugar en la Primera División y hacerse un pequeño nombre. A su lado, el viejo Craioveanu, curtido en mil batallas, un poco grueso, cada vez más lento, pero con la sabiduría necesaria para ganarse el puesto en el Getafe y meterle en problemas al Madrid. Tampoco es tan difícil. Si no le dan problemas, el Madrid se los busca. En el primer gol, Helguera cometió un error escandaloso que Albiol aprovechó con un punterazo. El drama del Madrid había comenzado antes en el anémico juego del equipo, en la fatiga de Zidane, en la desgana de Ronaldo, en el improductivo Figo, en la desaparición de Raúl como rematador, en el aburrimiento que se apoderó de Guti... El partido estaba pendiente de alguna calamidad del Madrid. La cometió Helguera y desde ese instante no hubo otro equipo que el Getafe, aun con sus limitaciones, con las dificultades propias de unos jugadores más admirables por su voluntad que por su ingenio. Pero era suficiente para el Getafe. Su rival estaba destrozado. Richi anotó el segundo gol en medio de la parálisis de los centrales del Madrid, que actuaron en la jugada como metáfora final de un equipo cansado, viejo y sin futuro. Un dinosaurio de equipo.
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