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El nuevo arte del amor y el concepto del tiempo personal

La undécima entrega de la Historia de EL PAÍS pasa revista a los siglos XIV y XV, en los que poco a poco la sociedad medieval se va transformando y van apareciendo los primeros destellos renacentistas. Es el momento de la Guerra de los Cien Años que desangra a la juventud de Inglaterra y Francia y esquilma también las arcas públicas. Dante es el medievo y Petrarca ya es el símbolo de la nueva época.

Que no fue un cambio brusco y que hubo un nexo entre ambas épocas queda reflejado, por ejemplo, en De arte amandi, de André le Chapelain, que lo escribió hacia 1200 y que luego alcanzó un gran éxito en los siglos XV y XVI. Es un tratado sobre las reglas del amor en el que se aconseja: "Si te das a los placeres del amor, no debes rebasar los deseos de tu amante", y "cuando des o recibas los placeres del amor, muestra siempre cierto pudor".

Además del amor, el concepto del tiempo como algo personal que cada uno emplea en lo que quiera es otra clave renacentista. El arquitecto y pensador Leon Battista Alberti estableció, a principios del XV, que el tiempo pertenece a los hombres y cada uno de ellos lo transforma a su manera. Ello implica que al vincularse subjetivamente a cada individuo, el tiempo y cómo se emplea escapa al control de la Iglesia. Pero conlleva que la política no queda vinculada a normas éticas y su bondad se medirá por el éxito alcanzado, y que las actividades económicas sólo se encaminarán a lograr los máximos rendimientos.

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