Movilizaciones

CC OO y UGT nos anuncian, de nuevo, movilizaciones y encierros. Se atreven a derrochar un espíritu revolucionario del que carecen (la lucha sindical la perdieron hace tiempo). Se arriesgan a convocar a los trabajadores, eso sí, sólo a algunos de ellos, del resto de las centrales sindicales, ¡ni agua!, no vaya a ser que le sigan ganando la partida y le arrebaten otro pedazo del pastel que ambos sindicatos se reparten.

Perdónenme, pero caen ustedes en el mismo error de siempre. La lucha contra las privatizaciones de los servicios públicos necesita hoy, más que nunca, de la unión y de la presión de todos, y no de exclusiones, grandes acuerdos o cómplices silencios administrativos. Si consideran la situación de la enseñanza caótica y preocupante, ¿por qué siguen firmando, según ellos, magníficos convenios y pactos de educación y la Administración sigue incumpliéndolos? ¿Por qué siguen utilizando un lenguaje y un discurso tan antiguo? ¿Por qué se niegan a convocar asamblea de trabajadores (monitores, escolares...), aun poseyendo escritos de petición firmados por éstos? ¿Por qué le otorgan, entonces, un sí rotundo a la creación del Ente Público Andaluz de Infraestructuras y Servicios Educativos? Si algún antepasado levantara la cabeza y viese lo que alguno de sus nietos ha hecho del sindicalismo, con toda seguridad, se avergonzaría. "El olvido está lleno de memoria", dice Mario Benedetti.

Y, para colmo, no han sufrido el más mínimo debate interno para un pronunciamiento sobre el Tratado de una Constitución Europea (carta en EL PAÍS de Agustín Moreno). Desde el vértice superior de la pirámide, un sí de sus secretarios generales les ha impulsado al voto disciplinario. ¿Habrán leído lo que concierne a los ya maltrechos servicios públicos o, a partir de ahora, servicios de interés general? Pues van y convocan encierros en contra de las privatizaciones. ¿Paradójico, no? A ver si es cierto que se encierran de una vez por todas.

Al parado, al trabajador precario, a la base trabajadora, a los que a pesar de ir acumulando cursos, formación, carreras, experiencia, etcétera, no conseguimos salir adelante por culpa de las gestiones de este tipo de sindicalismo, no nos va quedando otra alternativa más que actuar como si fuésemos una guerrilla, con perdón, la táctica militar del débil cuando no se tienen apenas más que piedras y palos con los que combatir el poderío bélico del enemigo, es decir, resistir y, a la vez, ir depurando a los que siguen sentados cómodamente administrando y manipulando con nuestro voto sindical.