"El papel de España en Irak aumentó el riesgo de atentado"
Un año después del 11-M, el entonces director del CNI y ahora embajador de España ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar, ha regresado a Madrid para participar como experto en la Cumbre Internacional sobre Terrorismo.
Pregunta. El papel de España en la crisis de Irak ¿Aumentó el riesgo de convertirse en objetivo del terrorismo islamista?
Respuesta. Creo que es un dato objetivo que no se puede discutir. El 18 de octubre de 2003 el propio Bin Laden incluyó a España entre los enemigos del islam por participar en la operación de Irak. La amenaza era explícita.
P. El CNI nunca afirmó que Sadam Husein tuviera armas de destrucción masiva ni tampoco vínculos con Al Qaeda, pero Aznar sostenía lo contrario.
"Me equivoqué al apuntar a ETA, pero no es justo que eso se utilizara para justificar una política informativa"
"En los días previos al 11-M lanzamos sin éxito una alarma desesperada para que se capturase a Lamari"
R. El presidente lo dijo expresamente varias veces: "Yo no me baso en los informes de inteligencia sino en los de la ONU".
P. ¿Y para qué quería entonces un servicio de inteligencia?
R. Nosotros hacíamos nuestro trabajo con lealtad y el mayor rigor posible. Yo me fiaba de mi gente y elevaba al Gobierno unas conclusiones que no coincidían con las de servicios tan poderosos como el británico y el norteamericano. A veces me entraban dudas, porque ellos debían saber más que yo. Después nos hemos dado cuenta de que a lo mejor estaban sometidos a presiones que yo no tuve. Nunca el Gobierno me indicó que dijera una cosa u otra. Tenía libertad para expresar lo que pensaba. Que luego se tomara más o menos en cuenta... no soy quién para juzgarlo.
P. El Gobierno no pareció tomarse muy en serio el riesgo que suponía la intervención en Irak. Tras el atentado de Casablanca (Marruecos) contra la Casa de España, en mayo de 2003, la ministra Ana Palacio, alegó que era un local donde se servía alcohol.
R. Yo visité Casablanca a las pocas horas de los ataques y estoy convencido de que éstos no iban dirigidos contra España, sino contra lugares vinculados a intereses judíos y contra un restaurante al que acudían marroquíes a pecar, como dicen ellos, porque tomaban cerveza y jugaban al bingo. Pero es verdad que, después de esos atentados, en Marruecos se producen unas redadas amplísimas que conducen a que una serie de indeseables escapen y se refugien en España. Por ahí sí nos viene el peligro.
P. Y ante ese peligro ¿qué medidas preventivas se tomaron?
R. Hay muchas cosas que no puedo contar pero, durante los años que dirijo el CNI, su presupuesto pasa de 111 a 160 millones de euros, se incluye el terrorismo islamista entre las prioridades de la Directiva Nacional de Inteligencia y hay un aumento de personal importante. Pero un barco de cierta dimensión no vira en ángulo de 90 grados, necesita de algún recorrido. Y formar a la gente lleva su tiempo. Se me criticó por buscar traductores a través de los periódicos, pero es que los terroristas no hablan árabe clásico sino muchos dialectos.
P. El secretario de Estado de Interior presidía reuniones semanales para coordinar a la Policía, la Guardia Civil y el CNI en la lucha contra ETA. ¿Hubo alguna reunión de coordinación sobre terrorismo islamista?
R. No, que yo recuerde. Nosotros hicimos alguna propuesta pero no llegó a prosperar.
P. Aznar escribió que el 11-M nos pilló "con la guardia baja" y el comisario De la Morena habló de "exceso de confianza".
R. Nosotros tuvimos los sensores al rojo en los meses de noviembre y diciembre. Pero lo que esperábamos era un atentado en el exterior, contra nuestras tropas en Irak o intereses españoles en el extranjero, como embajadas. Estábamos preparados para ello. Pero nunca antes se había producido un atentado de esas características en suelo europeo.
P. Usted no cree que los autores del 11-M fueran de Al Qaeda.
R. Yo distingo tres niveles. En el primero están Bin Laden y sus colaboradores más íntimos, que son los que planean, financian y ejecutan el 11-S de 2001. Luego viene la Yihad Internacional, en la que están integrados, de manera formal, los salafistas argelinos o los grupos combatientes marroquíes. Finalmente, hay grupos locales que no reciben instrucciones ni financiación del exterior, sino sólo orientaciones genéricas. La amenaza de Bin Laden contra España es más que suficiente para que decidan actuar. Cuando se produce el 11-S, la NSA [Agencia de Seguridad Nacional] rebobina y empieza a encontrar cosas en el éter. Después del 11-M, le pedimos que lo haga y no encuentra nada. Ni ellos ni nadie. Por eso, algunos servicios nos dicen que creen que se ha cocido en nuestra casa.
P. Quizá no había que buscar en los satélites sino en las mezquitas de Lavapiés. Muchos autores del 11-M estaban fichados y el propio CNI pidió repetidamente a Interior la búsqueda y captura de Alekema Lamari, que resultó ser el séptimo suicida de Leganés y supuesto emir del comando, sin que le hicieran demasiado caso.
R. Se ha demostrado que teníamos razón, pero no sirve de consuelo, ya que no fuimos capaces de evitar el inmenso dolor de las víctimas, que es lo realmente importante. Lamari era para nosotros una obsesión. Era un hombre que se había fanatizado en la cárcel, que estaba en libertad por un error judicial y era capaz de cualquier barbaridad. En los días previos [al 11-M] supimos que estaba repartiendo sus bienes y eso nos preocupó muchísimo, porque pensamos que se estaba despidiendo. Lanzamos una alarma desesperada para su localización y captura, sin mucho éxito. La prueba de que no estábamos ciegos es que las primeras detenciones se produjeron a las 48 horas del atentado...
P. Pese a todos los avisos, el CNI no reconoce la amenaza cuando se materializa y, en su informe de las 15.51 del 11-M, apunta la autoría de ETA.
R. Estábamos esperando a ETA. Sabíamos que quería amargar la salida de Aznar, lo había intentado varias veces, y nos engañó el subconsciente colectivo.
P. Muchos creyeron que era ETA, pero sólo el CNI lo escribió. ¿Quién se lo pidió?
R. Nadie. Fue iniciativa mía. Nos mojamos porque creo que entraba en nuestro sueldo dar la máxima información al Gobierno, especialmente en momentos de confusión como aquéllos.
P. Usted se opuso a que se desclasificara ese informe...
R. Yo no tengo inconveniente en que se desclasifique, asumo mis responsabilidades y acepto que me equivoqué. Lo que no me parece justo es que un informe redactado cuando aún no se sabía nada de la investigación, se utilice para justificar una política informativa... Que se diga: "Hablamos durante tres días de ETA porque estos señores nos lo dijeron el jueves por la mañana".
P. ¿Cuándo deja usted de creer en la autoría de ETA?
R. Que a lo mejor no es ETA se empieza a pensar el 11 por la noche; el 12 todas las opciones están abiertas y el 13 por la mañana las cosas están ya bastante claras. Lo que pasa es que desde el primer día la tesis de ETA va perdiendo fuerza y se fortalece cada vez más la otra línea.
P. Usted rectificó en el Congreso su afirmación de que el CNI había estado fuera de juego del 11 al 14 de marzo. Pero admitió que se enteró por televisión del hallazgo de la furgoneta. Si eso no es estar fuera de juego...
R. Indudablemente, pero era una situación extrema. La falta de coordinación en esos primeros momentos es comprensible.
P. No fueron sólo unos momentos. El CNI no se incorporó a la investigación hasta el día 16.
R. Nadie nos convocó antes y la reunión del 16 se celebró porque la pedimos nosotros. Es todo lo que le puedo decir. La investigación se hace muy bien, pero es verdad que la policía la monopoliza y al principio no la comparte.
P. El secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timermans, le presiona el día 13 para que desmienta a la Cadena SER, que dice que el CNI trabajaba al 99% en la autoría islamista.
R. Fue una tarde de mucha presión y todo el mundo estaba muy nervioso. Se me dijo: "Están diciendo que habéis abandonado totalmente la pista de ETA". Y eso no era cierto, porque seguíamos investigando si podía haber habido contactos en alguna cárcel. Yo hice una matización, más que un desmentido, que tuvo la virtud de no agradar a nadie.
P. Una matización extemporánea, cuando dos indios y tres marroquíes estaban ya detenidos.
R. Pero yo no lo sabía, porque nadie me lo había dicho.
P. Y ¿por qué no se lo dijo Acebes, con quien se había reunido después de las detenciones?
R. Prefiero no responder.
P. ¿Usted cree que pudo existir alguna colaboración entre los islamistas y ETA en el 11-M?
R. Para mí, son agua y aceite. Eso dice mi experiencia. Pero estoy dispuesto a cambiar de opinión si me presentan pruebas.
P. ¿Qué aconsejaría para evitar que el 11-M pueda repetirse?
R. Lo prioritario es un más eficaz empleo de los recursos disponibles con una mejor coordinación entre quienes tienen encomendada la difícil tarea de la seguridad.
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