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Reportaje:

El efecto Fausto

Un estudio revela que al menos la mitad de los pacientes no llega a entender los informes clínicos

Ginés Donaire

Al menos la mitad de los pacientes no llegan a comprender los contenidos de los informes clínicos de alta hospitalaria. Si la recomendación a escala internacional es que el nivel de dificultad de las indicaciones médicas sea al de un estudiante de ESO de 12 años, la mayoría sólo resultan legibles para personas con nivel universitario.

Estas conclusiones aparecen reflejadas en un estudio sobre la comprensión del lenguaje médico elaborado por un grupo de profesionales del Complejo Hospitalario de Jaén, del Hospital Torrecárdenas, de Almería y del Hospital Regional de Albacete. Las consecuencias de esta compleja lectura desembocan muchas veces en litigios legales y provocan nuevos reingresos hospitalarios de los pacientes, según dicho estudio.

El trabajo de investigación, presentado en el último Congreso Mundial de Bioética celebrado en Cuenca, ha analizado un total de 166 documentos clínicos de alta hospitalaria, que representan el 7% del total de los emitidos por un equipo médico en un año. Los informes se han seleccionado mediante un criterio sistemático y estaban redactados por diferentes facultativos de medicina interna del sistema sanitario público andaluz.

"La dificultad en la comprensión por parte de los ciudadanos puede residir tanto en la modalidad de estilo de redacción de los informes sanitarios como en la utilización de lo que hemos llamado "palabras blindadas" de la jerga científico-médica, que resultan incomprensibles para la mayoría" de los ciudadanos, señaló ayer Nicasio Marín, jefe del Servicio de Medicina Interna del hospital jiennense y uno de los coordinadores del estudio.

A juicio de Marín, "el nivel medio de legibilidad de los informes médicos es elevado y sobrepasa en muchos casos la llamada alfabetización en salud de la población". Algunas de estos vocablos técnicos, también llamados "crípticos", son iniciales o siglas, como Na (sodio) o K (potasio), términos como creatinina, prión o infiltrado radiológico u otras palabras "blindadas" utilizadas en la jerga médica, pero que los enfermos o sus familiares en general no entienden, admite el doctor Marín.

El estudio, que lleva por título "El efecto Fausto" -recordando el mito del médico medieval-, advierte que el lenguaje médico "es algo más que información y puede convertirse en terapia para los pacientes". Por eso se advierte de que su lectura errónea "puede tener consecuencias incluso legales, porque puede crear un litigio judicial, además de influir en los costes asistenciales, la aplicación de los tratamientos, el cumplimiento terapéutico o la frecuentación de los servicios de urgencias sanitarios".

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Para el doctor Nicasio Marín, es preciso que los informes clínicos "adopten una estructura narrativa y, sobre todo, tengan un significado humano". Por ello pide un esfuerzo a los profesionales de la medicina para "integrar la dimensión técnica del informe con su contenido entendible para todo el mundo". En opinión del coautor de la investigación, este problema se da también en los prospectos de la industria farmacéutica.

"Es preciso superar esa barrera porque si los papeles no se comprenden no se cumplen bien las propuestas terapéuticas y se provocan nuevos reingresos hospitalarios de los pacientes", subrayó Marín.

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