La ley antisecesión ahonda la brecha entre chinos y taiwaneses
20.000 manifestantes protestan en Taipei contra las normas que conceden a Pekín base jurídica para atacar la isla
Durante el discurso de apertura de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (APN), el pasado sábado, el primer ministro chino, Wen Jiabao, fue aplaudido en una veintena de ocasiones por los casi 3.000 diputados congregados en el Gran Palacio del Pueblo. El batir de palmas, que se producía de forma inmediata cada vez que el líder chino elevaba la voz en algún punto que quería destacar, alcanzó el máximo nivel cuando aseguró que China nunca permitirá la independencia de Taiwan, y que trabajará para lograr de forma pacífica la unión de la isla con "la tierra madre". Éste es el objetivo, según dijo, de la ley antisecesión, que la asamblea prevé aprobar al finalizar el cónclave el próximo lunes.
Ayer, a más de 1.700 kilómetros de distancia, alrededor de 20.000 personas se echaron a la calle en Taiwan al grito de "Paz, libertad, adelante Taiwan" para protestar contra una ley que, según Taipei, rompe el statu quo y dotará a Pekín de la base legal para atacar la isla si declara la independencia. "Este paso dañará gravemente los esfuerzos del pueblo taiwanés por normalizar las relaciones en el estrecho y es una seria amenaza para la seguridad, la paz y el orden en Asia Pacífico", ha dicho Chen Shui-bian, presidente de Taiwan.
China insiste en que la legislación responde a los continuos movimientos de Chen hacia la soberanía formal, pero no ha revelado detalles de su contenido. Los analistas afirman que el proyecto llega en un mal momento, ya que las relaciones parecían estar mejorando en los últimos meses, como muestra la realización de vuelos directos entre ambas partes con motivo del Año Nuevo chino.
"He leído que es probable que la ley autorice a la Comisión Militar Central
[el más alto órgano de poder del Ejército chino] a actuar sin tener que esperar la decisión de la APN o de su Comité Permanente. Y puede haber muchos otros aspectos preocupantes, como que defina determinados crímenes y los castigos", explica Byron Weng, profesor de la Universidad Chi-Nan y asesor del presidente Chen Shui-bian.
"Por un lado, ambas partes entienden cada vez de forma más diferente el statu quo, y por otro, la ley pondrá más autoridad en manos de los militares. En el Ejército Popular de Liberación hay un profundo chovinismo contra Taiwan, y los militares son menos partidarios del juego diplomático", añade Joseph Wong, profesor de Políticas en la Universidad de Toronto.
Según Weng, la ley "es una advertencia clara y directa" a Chen de que una reforma constitucional que equivalga a una declaración de independencia puede ser sinónimo de guerra. Pekín asegura que Taiwan es parte de su territorio desde que los nacionalistas de Chiang Kai-chek se refugiaron en la isla, en 1949, tras perder la guerra civil con los comunistas de Mao Zedong. Y tiene 600 misiles apuntando al otro lado del estrecho. EE UU -el principal aliado de Taipei- ha mostrado su preocupación por el proyecto, aunque lo ha hecho de forma discreta, pendiente de conocer los detalles.
Un aspecto clave, según los expertos, será si la ley incluye un calendario para la reunificación, si define lo que se consideraría legalmente un Taiwan independiente y si defiende el uso de la fuerza para recuperar la isla. Chen Shui-bian ha amenazado con introducir una ley antianexión y con celebrar un referéndum para contrarrestar la legislación china. El presidente defiende que Taiwan es un país soberano y que cualquier cambio sobre su futuro debe ser decidido por sus 23 millones de habitantes.
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