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Reportaje:

El hermano fronterizo de Silicon Valley

Con Silicon Border, la tecnología de EE UU busca una alternativa a la hegemonía asiática

Los ejecutivos de las grandes compañías en la industria de los semiconductores en Silicon Valley miran con preocupación al futuro, por su cada vez mayor dependencia de los países asiáticos. Ron Jones, que trabaja desde hace 38 años en el sector, tiene la respuesta al problema: la construcción de un gigantesco parque industrial de alta tecnología en la frontera del Estado de California con México. El proyecto se conoce como Silicon Border y busca combinar la mano de obra barata mexicana con la calificación de los ingenieros estadounidenses.

El parque industrial estará situado en Mexicali, en la frontera de California y México, y en una década se habrán instalado allí 150 empresas
El proyecto Silicon Border cuenta con una inversión inicial de 1.000 millones de dólares, aunque podría alcanzar los 2.500 millones

El complejo industrial se alzará en Mexicali, aunque la sede administrativa de Silicon Border estará en Poway (California). Las cifras que se manejan son enormes. La inversión inicial del proyecto Silicon Border se estima en 1.000 millones de dólares, aunque podría alcanzar los 2.500 millones. El parque industrial tendrá una dimensión de 5.100 hectáreas y estará establecido en Mexicali, en la frontera entre EE UU y México. El objetivo es que en el plazo de una década haya instaladas 150 empresas. En términos de empleo, se generarán 100.000 puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos.

El proyecto se dio a conocer en abril de 2004, aunque la idea original, como comenta el consejero delegado y fundador del proyecto, Ron Jones, surgió hace cuatro años. Como él mismo explica, se trata de crear un polo alternativo a Asia en la fabricación e integración de microprocesadores, pantallas de plasma, semiconductores y otros productos de alta tecnología. El parque tecnológico estará a menos de 800 kilómetros de Silicon Valley, donde las grandes del sector tienen sus sedes corporativas. Además, la idea es que el parque industrial integre también centros educativos de ingeniería.

Socios europeos

"El nuevo complejo permitirá a los productores de semiconductores competir con las operaciones que se realizan en cualquier otra parte del mundo", explica el socio fundador de Silicon Border. "Existe gran preocupación en la industria ante el temor de que el sector dependa únicamente de los países asiáticos, por eso había que crear una segunda fuente de producción en Norteamérica", añade Ron Jones, que está en contacto con empresas en el Viejo Continente para que se sumen al ambicioso proyecto industrial.

"La industria europea podrá sentirse también más confortable", señala. Daniel J. Hill, el segundo socio fundador del proyecto y presidente de Silicon Border, quien añade que "Asia no se está haciendo sólo con el control de la producción de los semiconductores, sino con la tecnología". "Por eso había que hacer algo", remacha. Los expertos del sector calculan que la mitad de la producción de semiconductores se realiza en Asia, a pesar de que la mitad de los ingresos están en manos de compañías estadounidenses. Esta industria mueve al año en torno a 214.000 millones de dólares y sigue creciendo.

"Silicon Border es una buena idea", comenta el portavoz de la Asociación de Semiconductores (SIA), John Greenagel, "porque se ofrecen servicios manufactureros a las empresas que diseñan y desarrollan procesadores, para que puedan fabricarlos en Norteamérica en lugar se irse a China, a India o Taiwan". Es lo que los ejecutivos de la SIA califican con "el valor de la diversidad geográfica". "A nadie le gusta poner los huevos en una sola cesta", señalan desde la asociación, integrada entre otras compañías por Intel y Motorola, y que representa al 85% de la industria.

En la actualidad existen más de 1.500 empresas que no disponen de sus propias plantas de producción y que utilizan a empresas asociadas en Asia para fabricar sus productos. Pero, como explican desde Silicon Border y desde SIA, las grandes compañías tecnológicas, que disponen de sus propias fábricas, también podrán completar su capacidad de producción en este complejo. Por eso, Ron Jones no descarta ver en pocos años a compañías como Intel, Motorola, Altera, Amkor Technology o Broadcom en Mexicali. "Estamos en este momento en discusiones con las 30 principales empresas de semiconductores del mundo, incluidas europeas y asiáticas", afirma Jones.

Con la filosofía del proyecto clara, el objetivo es que las máquinas empiecen a romper el terreno en los próximos tres o cuatro meses, cuando concluya la negociación para la compra de las tierras pendientes a las familias propietarias. Silicon Border tiene ya garantizados los derechos sobre 3.000 hectáreas y en las próximas semanas espera concluir las 2.100 hectáreas restantes, aunque con un total de 4.000 serían suficientes para iniciar las obras. En paralelo, se están adquiriendo los derechos de los recursos acuíferos y se están negociando las condiciones para el suministro de electricidad al parque industrial.

El diseño definitivo del complejo se presentará en las próximas semanas. La iniciativa cuenta con el apoyo de varios inversores privados estadounidenses -de los que no se facilitan nombres ni aportaciones- y ha sido bendecida por el propio presidente de México, Vicente Fox, además de estar respaldado por las autoridades de Baja California. A esto se le suma la asistencia técnica de la SIA y otras asociaciones del sector, que servirán para estrechar la colaboración entre los diseñadores y los fabricantes del producto acabado.

Compromiso mexicano

"Tenemos muchos elementos a nuestro favor y las cosas avanzan por el buen camino, aunque los próximos tres meses serán críticos", añade Jones. El Gobierno federal mexicano está, además, muy comprometido con el proyecto, porque ha visto cómo durante los últimos años se le han escapado las posibilidades de negocio ante la fuerte competencia china. Además, espera contener así la fuga de cerebros que están abandonando México para trabajar en los centros de diseño y laboratorios de Silicon Valley.

El complejo industrial estará completamente acabado en dos décadas, según los planes provisionales. Pero para que las empresas puedan dar el salto definitivo e instalarse en Silicon Border, como explican desde la SIA, es importante que las autoridades mexicanas garanticen que habrá unas infraestructuras básicas, agua y energía, además de que se les concedan ayudas para la producción y la contratación de mano de obra. Este último criterio, según comenta Ron Jones, fue determinante para decidir la localización del parque.

"Estuvimos buscando varios lugares pero al final el presidente Fox aprobó en diciembre un paquete de incentivos fiscales para las compañías que quieren establecerse", afirma. "Sobre los recursos", continúa, "Mexicali es una zona llena de agua y con dos compañías eléctricas con capacidad para suministrar energía suficiente al complejo". México se ha comprometido, además, a trabajar con las universidades para establecer un campus en el parque para poder formar a los técnicos que trabajarán en el complejo, y la idea es que también se integren programas educativos estadounidenses.

Vicente Fox, presidente de México, durante la inauguración de las obras de Mexicali, en enero pasado.
Vicente Fox, presidente de México, durante la inauguración de las obras de Mexicali, en enero pasado.FP

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