Alguien tiene superávit

Abundante información la que hemos conocido en los últimos días sobre la economía española. La más importante hace referencia al comercio exterior, paro registrado, afiliaciones a la Seguridad Social, déficit público y producción industrial. Ésta volvió a decepcionar en enero, especialmente su componente de bienes de equipo, cuyo mal comportamiento en los últimos meses parece estar indicando un frenazo de la inversión de las empresas en maquinaria. Las cifras de comercio exterior de mercancías de diciembre cerraron un año francamente malo para nuestros intercambios con el exterior. Las exportaciones crecieron notablemente por debajo del comercio internacional e incluso por debajo de las importaciones de la zona del euro, lo que significa que hemos perdido cuota de mercado a escala mundial y en dicha zona. Al tiempo, las importaciones aumentaron a un ritmo doble al de las exportaciones, provocando un aumento del déficit comercial del 31% y la caída de la tasa de cobertura en casi cuatro puntos porcentuales, hasta una cifra del 70,7%, la más baja desde 1992.

Las exportaciones crecieron notablemente por debajo del comercio internacional

El Ministerio de Trabajo, por su parte, nos ofreció las cifras de afiliados a la Seguridad social y el paro registrado de febrero. Tomando medias diarias, más significativas que las del último día del mes, los afiliados aumentaron un 3,1% respecto al mismo mes del año anterior y la tasa acumulada en los dos primeros meses del año asciende al 3,2%, dos décimas por encima de la correspondiente al cuarto trimestre de 2004. Es decir, continúa la tendencia al alza de este indicador, que puede considerarse una buena aproximación al empleo. El número de parados registrados, en términos desestacionalizados, se mantuvo prácticamente estable por segundo mes consecutivo, posiblemente afectado por las extremas temperaturas de estos meses, que paralizan actividades como la construcción o la agricultura.

Las cifras más esperadas eran las del déficit público, que fueron mejores de lo previsto. Para el conjunto de las administraciones públicas, el saldo de sus operaciones no financieras registró en 2004 un déficit del 0,3% del PIB, que si se elimina la operación de asunción de la deuda de Renfe por el Estado (lo que no supone gasto real, sino un apunte contable como transferencia de capital), se convertiría en un superávit del 0,4%, una décima más que el registrado en 2003. Ni lo socialistas, a los que tradicionalmente se les considera manirrotos, son capaces de generar déficit.

Las razones de ello son varias. En primer lugar, cabe señalar la prudencia con que los funcionarios públicos hacen las previsiones de ingresos. En segundo lugar, los tipos de interés han seguido bajando, lo que se ha traducido en menores pagos por intereses de los previstos. Éstos cayeron un 6,9% y, como porcentaje del PIB, disminuyeron tres décimas (gráfico izquierdo). Por último, y lo más importante, el PIB nominal, gracias al fuerte aumento de los precios, que no de los bienes y servicios reales producidos, viene creciendo año tras año por encima de lo previsto, lo que origina abundantes ingresos por impuestos. Mención especial merece el boom inmobiliario, del que no sólo se benefician los especuladores, como les gusta decir a algunos miembros del Gobierno, sino las administraciones públicas a todos los niveles, dados los múltiples impuestos y tasas que recaen sobre dicha actividad. ¿Será por esto que los políticos, cualquiera que sea su signo, no quieren enfrentarse de verdad al problema? En todo caso, es bueno que alguien tenga superávit este país.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).