El 'método Periquín'
LO PEOR DEL FRÍO es que la gente se queda en casa a ver la tele, se atonta y habla del revés. No nos damos cuenta, pero cada vez hay más gente que habla del revés. Tipo telediario, por decirlo así. Antes se entraba en la panadería y se decía: "Déme una barra de pan, por favor". Ahora debe decirse: "Una barra de pan, cuyo coste estimado es de 65 céntimos de euro, es lo que deseo comprar en nombre de mi familia, para su ulterior consumo en la mesa durante el almuerzo". Si no fuera por la tele, nadie diría cuyo ni ulterior, pero aparte de eso, la tele es lo peor. Peor que la tele sólo puede señalarse el cine español, y eso que gana un Oscar cada cinco minutos. Afortunadamente, está en crisis. Bastante mal nos llevamos con la Administración de Bush como para que les hundamos la industria del cine. "Hollywood contra las cuerdas. El presidente Bush toma cartas en el asunto".
Por culpa de la tele, que fija mensajes simples, la ciudadanía puede pensar que todo en política es sucio. Y todo, no
-¿Mister Sapatero Rodrigues?
-Lo siento. Está ocupado. Con Chirac.
-¿Otra vez? ¡Caracoles!
-¿Cómo que caracoles? Que esto es cine español, chaval.
Nosotros pensamos, sentimos, vivimos, hablamos distinto.
La tele es mala de mala manera. Por culpa de la tele, que fija mensajes simples, la ciudadanía puede pensar que todo en política es sucio. Y todo, no. A lo mejor, un poquito sí. Un tres por ciento. A lo mejor un tres por ciento sí hay sucio, pero oiga, que el noventa y siete por ciento restante es legal. Nos alarmamos con nada.
Para comprender lo que pasa, volvamos los ojos al tradicional método Periquín: "Periquín está en su casa viendo la tele, y en la pantalla aparece el político A, que acusa al político B y al político C de corrupción. Después aparece el político B, que acusa al político A y al político C de deslealtad y turbios manejos. Después sale el político C, que acusa al político B de corrupción, y al político A, de turbios manejos. Tras escuchar a los políticos A, B y C, ¿qué pensará Periquín de la política? 1) Los políticos dicen la verdad y, por tanto, son corruptos. 2) Los políticos son honrados y, por tanto, mienten. 3) Que les den morcilla a todos".
Para redondear la jugada, sólo falta que A, B y C se reúnan, y decidan comunicar a Periquín que faltaron a la verdad cuando se acusaron, y que a partir de ahora no mentirán más y dirán siempre la verdad: que son honestos. "Caracoles", dirá Periquín, por no decir "manda huevos".
No hay reflexión. Sólo impacto emocional, y la gente cree que vivimos en permanente picaresca por un simple juego de florete parlamentario que nos devolvió a la época de Lázaro de Tormes.
-¿Y en qué notó que yo cobraba el tres por ciento?
-En que yo cobraba el dos y usted callaba.
Comentario de texto: "No sé, no sé, no sé qué tiene la construcción que les vuelve locos, que les vuelve locos".
Y lo peor es que, por culpa de estas cosas, andamos distraídos del mayor enigma vivido esta semana: si nuestros aeropuertos se colapsan cuando nieva, ¿por qué no se colapsan los aeropuertos de Suecia cuando les hace sol?
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