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Reportaje:

El islamismo avanza en Kuwait

La aparición de los primeros grupos terroristas abre el debate sobre la democracia en el emirato árabe

Ángeles Espinosa

Jalif al Enezi guarda doble luto. Ha perdido a dos hijos y la vinculación de éstos a una célula terrorista ha manchado el honor familiar. Aref, el mayor, murió en detención el 8 de febrero; Naser, diez días antes en un tiroteo con la policía. Por ello Jlaif rechaza las condolencias y mantiene cerrada su casa en Al Jahra, un distrito de clase media de Kuwait, donde nadie muestra simpatías por esos "jóvenes desviados". Incluso los islamistas han repudiado sus planes para atacar a ciudadanos estadounidenses en el emirato. Aunque el grupo no llegó a atentar, su sola existencia ha sacudido a los kuwaitíes y azuzado el debate sobre la necesidad de dar contenido a su democracia.

El Gobierno se ha apresurado a minimizar la gravedad del caso y a subrayar la condena unánime de toda la sociedad. Pero ahí empiezan las diferencias. Intelectuales y liberales han aprovechado la ocasión para denunciar la alianza de la familia reinante con los islamistas. "Les ha dejado controlar el espacio público a cambio de su apoyo y eso les ha permitido reintroducir el islam impregnado de una ideología totalitaria moderna", afirma Shafiq Ghabra, rector de la Universidad Americana de Kuwait.

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"Los religiosos lo controlan todo: desde las asociaciones de barrio hasta la educación, pasando por una de las más importantes financieras del país", hace notar el abogado y columnista Mohamed Muaseb al Saleh. "Son muy populares entre los jóvenes", admite. A muchos kuwaitíes no les ha sorprendido lo ocurrido. "Era cuestión de tiempo", señalan la mayoría de los entrevistados. "Se ha roto el mito de que un fundamentalista que lleva un Mercedes no se vuela por los aires", asegura el ex ministro Ali al Baghly.

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Los islamistas apuntan en otra dirección. "No es cierto que todo el mundo sea rico en este país", señala Mansur al Khuzam, vicesecretario general del recién constituido e ilegal Partido de la Umma (comunidad de los creyentes musulmanes). "Tenemos un importante paro encubierto. El propio primer ministro ha reconocido que un 70% de los funcionarios no hacen nada. Y para eso, tienen que hacer cola entre seis y 12 meses al acabar los estudios. Hay algo que no funciona cuando en estos 44 años desde la independencia el Gobierno ha sido incapaz de crear 200.000 empleos", añade sin mencionar que 1,5 millón de extranjeros cubren la mayoría de los puestos de trabajo del sector privado.

Los kuwaitíes, que apenas superan los 900.000, se benefician de un generoso estado de bienestar gracias a los 99.000 millones de barriles de petróleo sobre los que viven, un 8% de las reservas mundiales probadas. Pero Al Khuzam, que rechaza la etiqueta de islamista que la prensa local pone a su partido, se queja de que la riqueza no se distribuye de forma equitativa. Y menciona el problema de los bidún, los sin papeles, unos 30.000 árabes cuyo derecho a la nacionalidad es objeto de debate.

"No tienen acceso al sistema de salud, no pueden conducir porque no tienen carné, no pueden enviar a sus hijos a la escuela... el 80% de los muertos o detenidos en las redadas de enero proceden de ese entorno", asegura. No era el caso de los hermanos Al Enezi, el mayor de los cuales está acusado de ser el cabecilla de la célula terrorista desarticulada.

"Este país engaña. Moderno, con dinero y aliado de Estados Unidos, se piensa automáticamente que es pro occidental, pero no", advierte un diplomático europeo. "Los liberales, los ilustrados, son una minoría. La mayoría está con los islamistas y los valores que defienden van en contra de la modernización, la apertura y las declaraciones de progreso que hacen sus dirigentes", asegura.

"Lo que estamos viviendo en esta región es política no religión. Ante la ausencia de vías políticas, se recurre a las raíces del islam para expresar las quejas", interpreta Mohamed al Rumaihi, profesor de Sociología Política en la Universidad de Kuwait. Al Rumaihi reconoce que no todo el mundo es rico en Kuwait, pero sobre todo insiste en que "el Parlamento no es la expresión de la voluntad popular y la corrupción está muy extendida". "Nos gustaría que quienes están en el poder impusieran soluciones pero no lo hacen porque perderían su influencia", concluye.

Tanto liberales como islamistas moderados coinciden en las medidas tomadas por el Gobierno resultan insuficientes. Para ambos, el único camino es profundizar la democracia. "No se puede hablar de democracia cuando la mitad de la población no tiene derecho al voto", manifiesta el empresario Sabah al Rayes en referencia a las mujeres. "Además, elecciones no es equivalente de democracia. Democracia es que los funcionarios respondan ante la ciudadanía, que no puedan abusar de su poder con impunidad. Aún estamos muy lejos de eso en Kuwait", asegura este defensor a ultranza de la sociedad civil.

Desde el otro lado del espectro, Al Khuzam también califica de "falsa" la democracia kuwaití. "Lo que tenemos es un sistema de partido único, el de la familia Al Sabah, y hoy por hoy todos los grupos, se llamen liberales o moderados, están con ella. Para que haya democracia, hace falta libertad y partidos políticos por eso hemos creado el Umma. Nos pareció que si nuestro Gobierno apoyaba unas elecciones multipartidistas en el vecino Irak, no podría negarnos en ese derecho, así que hemos roto el tabú y nos hemos convertido en la oposición", concluye.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).
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