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Reportaje:ESTRENO | 'Hotel Rwanda'

El hombre que esquivó el genocidio

El actor Don Cheadle, candidato al Oscar por 'Hotel Rwanda', alerta sobre África

Jesús Ruiz Mantilla

Le resulta duro verse en pantalla pese a ser un actor curtido en más de 30 películas. Don Cheadle (Kansas City, 1964) no tiene todavía suficiente arrojo como para mantener los ojos abiertos cuando se tropieza con esos cadáveres sin nombre, ni siquiera para admirarse en esas escenas en las que marea a las autoridades encargadas de hacer levantar los machetes de los hutus contra los tutsis en Rwanda, hacia 1994, para salvar de la carnicería a quienes se escondían en aquel hotel de propiedad belga y del que Paul Rusesabagina, el personaje real al que interpreta y que logró mantener con vida a cerca de 1.200 personas, era manager general.

Su historia singular, ejemplar, heroica y terrible, es la que Terry George cuenta en la fascinante Hotel Rwanda, que se estrena hoy en España y que fue presentada en la pasada Berlinale, donde Cheadle mantuvo un encuentro con varios periodistas en el que recordó la aventura de meterse, magistralmente, en la piel de un personaje que le ha valido su candidatura al Oscar. "Éste es uno de esos papeles por los que ni cobraría", asegura Cheadle.

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Estuvo a punto de que eso ocurriera en esta producción británica, surafricana, estadounidense e italiana. Se les cortó el grifo en mitad del rodaje. "Para una película sobre África nunca hay dinero y nadie quiere ponerlo, pero yo no me dedico a esto por dinero, hago los trabajos que me permiten crecer y ser feliz", asegura. La experiencia ha hecho explotar en él su interés por una África lejana y dejada de la mano de Dios, pero mítica para quienes descienden de esclavos: "Nos atrae siempre a quienes fuimos desplazados y arrancados de nuestras raíces. Es una manera de agarrarnos a algo", afirma el actor. Con Hotel Rwanda, a Cheadle le gustaría provocar un nunca más, pero se desespera cuando ve que la indiferencia internacional hacia el continente persiste: "Mientras estamos aquí sentados y la ONU discute si puede denominarse genocidio o no, existen millones de refugiados en Dafur. Un general de Naciones Unidas, mientras preparábamos Hotel Rwanda, me dijo que la vida de un occidental vale por la de 1.000 africanos, y no veo que eso haya cambiado", asegura.

Para darle la vuelta y levantar los brazos cruzados de quienes desde los despachos de Occidente contemplaron impasibles cómo cientos de miles de hutus descuartizaban a más de 800.000 tutsis en dos meses, arengados por una radio nacional que instigaba al odio, Cheadle ha dado vida a un héroe real, Rusesabagina, un hutu refinado, casado con una tutsi, que alojó en su hotel a cientos de perseguidos y que sobrevivió con un talento vital y una inteligencia instintiva asombrosa. "Estuvimos dos semanas juntos y no puedo explicarme cómo pudo mantenerse sereno en medio de todo aquello. Ahora es cuando empieza a comprender qué pasó, pero todavía padece pesadillas", afirma.

Paul Rusesabagina vive en Bélgica con su esposa y sus hijos. No quiere volver, al menos hasta que no sienta la seguridad de que no ocurrirá de nuevo nada semejante. Cheadle lo entiende y apuesta porque el continente madure con ayuda de quienes han contribuido a hundirlo. "Los africanos son así en parte por culpa del colonialismo, pero deben resolver sus problemas por sí mismos, aunque apoyados por Occidente", afirma.

Don Cheadle, en primera línea, en una secuencia de <i>Hotel Rwanda<i>.
Don Cheadle, en primera línea, en una secuencia de Hotel Rwanda.

Terry George, de Belfast a la tragedia ruandesa

Conserva su grave acento norirlandés y también un impulso irreprimible para lanzarse a los lugares del compromiso. Es normal viniendo de donde viene Terry George, director de Hotel Rwanda y natural de Belfast, donde nació en 1952. El viaje a ese genocidio tan cercano en el tiempo como increíble ha sido la segunda película como director de George, que antes había firmado En el nombre del hijo, situada en el conflicto de su país, un tema que le ha dado para escribir también los guiones de En el nombre del padre o The boxer, ambas realizadas por Jim Sheridan. A Terry George le rondaba la idea de rodar algo sobre el continente maltratado y convulso cuando le cayó en las manos la historia de Paul Rusesabagina, ese hombre que eligió el sentido común y la decencia de su instinto humano frente a la barbarie en un país que se arrancó la vida a mediados de los años noventa. "Me convenció la historia de valentía humana en mitad de la tragedia de un genocidio", asegura el director. "El hecho de que Paul nunca utilizara la violencia y se salvara crea una empatía enorme con el público", dice George. Pero, sobre todo, lo que más le inquieta es denunciar ese doble rasero que existe a la hora de afrontar los problemas de un continente hundido en la pobreza: "No se ayuda a África porque existe un racismo institucional y además vemos a sus gentes como una amenaza porque emigran, cuando no lo hacen por avaricia sino por supervivencia", agrega el cineasta, que no es de los que encuentran sentido a andarse por las ramas. Quizá por eso tiñe su oficio con la verdad del buen cronista: "Los acontecimientos que tuvieron lugar en ese hotel fueron así, no he tenido que inventar apenas nada". Ni la indiferencia occidental, ni el racismo delirante, ni los baños de sangre, con asesinatos hechos uno por uno, han sido imaginados, y tanto George como Don Cheadle, su protagonista, y como Rusesabagina, el gran inspirador de todo, si han rodado Hotel Rwanda es porque esperan que no se repita... Aunque no confían en que sea así.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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