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La OEA busca nuevo jefe en un continente dividido

La organización americana intenta romper con la tradición de que el candidato favorito de EE UU acaba siendo secretario general

Por primera vez desde su fundación en 1948, la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) puede recaer en un candidato que no cuenta con el respaldo oficial de EE UU. La dura pugna entre los tres aspirantes al puesto muestra un continente dividido, con voces discordantes sobre cómo debe ser la relación con el vecino del norte.

Tres políticos de distinto perfil, el chileno José Miguel Insulza (socialista), ex ministro de Exteriores; el mexicano Luis Ernesto Derbez (conservador), actual canciller, y el salvadoreño Francisco Flores (militante de un partido de origen ultraderechista), antiguo presidente, realizan intensos esfuerzos por conseguir los 18 votos necesarios, la mitad más uno de los 34 Estados miembros.

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Insulza tiene asegurado el apoyo de varios países de peso en América del Sur, como Brasil, Argentina, Chile y Venezuela, además de Uruguay, Ecuador y, probablemente, Haití. Derbez cuenta con el respaldo de México, Canadá, Bolivia, Belice, Honduras y San Vicente y las Granadinas. Secundan a Flores EE UU, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana. Nada está decidido, pero está claro que la última palabra la tendrán 14 pequeñas naciones del Caribe, en su mayoría insulares, que suman 13,5 millones de habitantes. La Carta de la OEA establece que tiene derecho a ser miembro cualquier Estado que esté en América. Sólo falta Cuba, excluida desde 1962.

La igualdad jurídica de los Estados implica, entre otras cosas, que el voto de países como Trinidad y Tobago o Santa Lucía vale lo mismo que el de Brasil. Es decir, las islas caribeñas tienen 14 votos, mientras que gigantes como Brasil, Argentina, México, Canadá y EE UU suman cinco. Los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Chile, Ricardo Lagos, han viajado estos días a la región, que acaba de celebrar la XVI Cumbre de Jefes de Estado de la Comunidad Económica del Caribe (Caricom), y han hecho campaña a favor de Insulza.

Las relaciones de Brasil y Chile con el Caribe viven un momento dulce por su compromiso activo en el proceso de paz en Haití. Chileno es el representante político de la fuerza de la ONU en la isla, Juan Gabriel Valdés, y brasileño es el general que comanda las tropas de la fuerza de pacificación, Heleno Ribeiro Pereira.

La OEA es un organismo que despierta poco entusiasmo en América Latina, al que se considera de entidad menor y con escasa capacidad de decisión. "Desde la OEA, EE UU ejerce el control diplomático de América Latina", observa Gustavo Iruegas, veterano diplomático mexicano que fue vicecanciller en los primeros años del Gobierno de Vicente Fox. El organismo atraviesa un periodo de descrédito mayúsculo desde que en octubre pasado el anterior secretario general, el presidente costarricense Miguel Ángel Rodríguez, tuvo que dimitir a los tres meses de ser elegido por actos de corrupción en su país. Hoy está en prisión.

¿Por qué si es un organismo tan desprestigiado, Chile apuesta con tanta fuerza por ocupar la secretaría general de la OEA? "Hay una necesidad creciente de organismos regionales efectivos. Y en América Latina sólo hay uno que, con excepción de Cuba, reúne a todos los países del continente", señala el diplomático Cristian Maquieira, director general interino de Política Exterior de Chile que trabaja en la campaña de Insulza. El candidato chileno ocupó el Ministerio de Exteriores en el Gobierno del democristiano Eduardo Frei, y el de Interior, con el socialista Ricardo Lagos. Su programa pone énfasis en la profundización de la democracia y la gobernabilidad, y tiene muy presente una reciente investigación de la ONU que advierte de que la mayoría de la población estaría dispuesta a sacrificar cuotas de democracia para solucionar sus problemas económicos. Insulza cree que la OEA debe abordar las complejidades de la región -desequilibrios sociales, pobreza, desempleo- y recoger las inquietudes de todos los miembros.

"La actuación de la OEA depende mucho del perfil que tenga su secretario general", opina Eduardo Sguiglia, ex subsecretario de la cancillería argentina, y recuerda que su país ya apoyó la candidatura de Insulza en 2003, cuando fue elegido Miguel Ángel Rodríguez. Sguiglia aboga por una OEA "más autónoma de EE UU" y observa que "es amedrentador" que la sede del organismo esté en Washington. Aunque el cambio no depende de la ubicación, "sino de las ideas, del pensamiento, de cómo se ven los problemas y las soluciones del continente".

México presenta a su ministro de Asuntos Exteriores en una candidatura que no tiene un consenso real de todas las fuerzas políticas. Luis Ernesto Derbez no ha mostrado ni el ímpetu ni el convencimiento necesarios para alcanzar la secretaría general de la OEA, y sus portavoces han tenido que salir a la palestra para desmentir los rumores de su retirada. Pese a que el subsecretario para América Latina y el Caribe, Miguel Hakim, reitera que México tiene tantas posibilidades como el que más, y que confía en lograr un buen puñado de votos de los países caribeños, en la reciente cumbre de la Caricom los representantes mexicanos brillaron por su ausencia en las numerosas reuniones paralelas, en las que sí estuvieron presentes los enviados chilenos, brasileños y argentinos.

Diplomáticos que conocen las entretelas de la OEA coinciden en que lo que cuenta a la hora de elegir el secretario general no es el voto de EE UU, sino su influencia. Con esta premisa, el equipo del tercer candidato en discordia, el ex presidente salvadoreño Francisco Flores, se muestra optimista, pese a no haber logrado el consenso de toda Centroamérica. Flores es un candidato estrechamente ligado a EE UU, que le ha dado su pleno respaldo. Fue el primer dirigente latinoamericano que envió un batallón a Irak.

Los tres aspirantes afrontan el desafío de conseguir los votos del bloque caribeño, que esta vez no hablará con una sola voz. El primero que crea tener los 18 votos necesarios intentará convocar la asamblea general extraordinaria (se necesitan los dos tercios de todos los Estados miembros) para elegir al nuevo secretario general de la OEA. Si no gana Flores, será el primer revés que sufre Washington en la historia del organismo; si el elegido es Derbez, será el primer secretario general que no es de un país suramericano, y si el vencedor es Insulza, llegará a la dirección de la OEA -calificada por las izquierdas latinoamericanas como "el ministerio de colonias"- un político que viene precisamente de la izquierda.

De izquierda a derecha, el chileno José Miguel Insulza, el mexicano Luis Ernesto Derbez y el salvadoreño Francisco Flores.
De izquierda a derecha, el chileno José Miguel Insulza, el mexicano Luis Ernesto Derbez y el salvadoreño Francisco Flores.

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