Ana y el sexo
Un lector escandalizado me comenta que Ana Obregón prepara una serie inspirada en Sexo en Nueva York. Basándose en su experiencia como consumidor de Ana y los siete, mi interlocutor prevé que será un desastre.
Nueva York
Discrepo del pronóstico. Sexo en Nueva York, que Antena 3 emite en horario vampiro, tiene fama de transgresora, moderna y sexy, pero a menudo es tan ñoña como Ana y los siete y menos sexy que la presión testicular que durante meses ha sufrido el cura progre y pecador de Cuéntame cómo pasó. Ahora la serie neoyorquina puede recuperarse íntegramente en DVD, y los aficionados al género podrán comprobar, además de su corrección formal, hasta qué punto abusa del tópico de la urbanita hiperactiva y neurótica. Apología de la cursilería desinhibida de clase media-alta y de la inestabilidad romanticoide, la trama recurre a una voz en off justificada por el oficio de la protagonista (columnista de sociedad) y al contraste entre los apetitos sexuales de cuatro amigas.
Moralejas
El sexo, sin embargo, es lo de menos. Lo importante en Sexo en Nueva York es coquetear con moralejas que tienen que ver con el ya tan manido miedo al compromiso, la necesidad de adicciones como sucedáneos de experiencias y el gusto por desplegar, con una naturalidad a menudo grosera, una ristra de lugares comunes sobre la guerra de sexos. Cualquier comparación con Woody Allen es odiosa. Aquí el homenaje a la ciudad tiene más de prospecto de agencia de viajes que de gratitud poética. Provinciana porque le atribuye a Nueva York virtudes y defectos propios de muchas ciudades, Sexo en Nueva York vende un glamour prêt-à-porter resultón. Su presunto erotismo es una coartada para generar fantasías blandas, ideales para parejas estables que se acuestan pensando en sus respectivos amantes.
Labia
En Los desayunos (TVE), el psicoterapeuta Jorge Bucay filosofa sobre el sentido de la vida con la entonación de quien está doctorado en labiología. Si estás con resaca, puedes confundirlo con un charlatán, pero no: el primero en ironizar sobre sí mismo es Bucay. Sonriente, asegura que la producción de endorfinas, tan buenas para el organismo y con efectos anticancerígenos, se obtiene sólo de tres formas: haciendo el amor, practicando un deporte no competitivo y riendo. No practico deporte, pero, con la esperanza de quien implora que se acepte pulpo como animal de compañía, pregunto: ¿la masturbación se admite como hacer el amor? En cuanto a la risa, no la encontré en el programa El sábado (TVE-1), donde abunda la risa enlatada. Lo más honesto del programa fue cuando una de las actrices de complemento que acompañan a Minerva Piquero se preguntó en voz alta: "¿Este programa es mejor que lo que había antes?".
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