Mayores penas
Las autoridades europeas endurecen los castigos para quienes adopten actitudes racistas en los estadios
Vista la ola de xenofobia y antisemitismo que se viene detectando desde hace meses, el Consejo de Europa ha reclamado a todos los países comunitarios que redoblen sus esfuerzos para detenerla. España ha tomado el testigo con el Observatorio contra el Racismo, subcomisión de la Comisión Nacional Antiviolencia presidida por Rafael Blanco. Integrado por representantes del Consejo Superior de Deportes, la Liga de Clubes, la Federación Española, la Federación de Peñas, el Ministerio de Interior y el de Educación y Deportes y diversas ONG, "todo el que tenga algo que decir encontrará en este organismo el lugar apropiado", explica Blanco. Las propuestas pasan por la erradicación de los grupos ultras. En palabras de Esteban Ibarra, voz del Movimiento contra la Intolerancia, esta prohibición tomaría ejemplo de "lo que hizo Joan Laporta, el presidente del Barcelona, con los Boixos Nois".
Al frente del Observatorio se encuentra Javier Durán, sociólogo y profesor del INEF, autor de informes sobre los valores éticos en el deporte. Durán será la cabeza visible de una institución que antes de un mes concluirá su primer borrador para combatir a los violentos. Blanco no descarta, de ser necesario, "la modificación de la legislación vigente, como en la lucha antidopaje".
Con la ley actual, la justicia tiene dos opciones: sancionar a los clubes o a los espectadores, en caso de identificarlos, con castigos de hasta 60.000 euros y cinco años fuera de los estadios. Pero esta pena no se ha aplicado todavía. Viendo que se acrecentaba el problema, se aplicó, "a modo de ejemplo", una de 6.000 euros y cinco meses de destierro a los hinchas del Albacete que insultaron a Eto'o en la visita del Barça.
El Observatorio contra el Racismo apuesta también por la educación, no sólo por la tolerancia cero -desde 2001, la FIFA festeja cada 7 de julio el Día Mundial contra el Racismo en el Fútbol- para que sean los propios espectadores los que reprueben a los radicales. Otra novedad sería que los responsables de la seguridad de los clubes elaborasen un informe específico sobre altercados xenófobos.A continuación se enumeran algunas de las medidas que se aplican en el resto de Europa.
- Inglaterra. Un espectador violento puede ser expulsado de por vida de cualquier estadio, según la delegación local de la Red Paneuropea del Fútbol contra el Racismo. También se aplican sanciones económicas de hasta 1.500 euros, todo un mundo si se remonta la memoria a los años 70, cuando la revista Bulldog animaba a competir por "el campo más racista del Reino Unido".Para borrar tales actitudes, en 1993 nació la campaña Let´s Kick Racism Out of Football, algo así como Patea el Racismo fuera del Fútbol. La federación inglesa planea abrir una línea telefónica para denunciar casos discriminatorios y entrenar a los árbitros para que adviertan gestos y expresiones disimuladas que denoten conductas racistas.
La justicia británica demostró su dureza en noviembre al prohibir a Jason Perryman, un hincha de 22 años del Blackburn, volver a ver un partido en directo hasta 2009 por sus consignas contra el delantero Yorke, del Birmingham. Más recientemente, Stephen Marsh, aficionado del Portsmouth, fue sentenciado a seis meses de cárcel por desorden público con agravamiento racial por sus desprecios verbales al futbolista de su equipo Hislop.
- Francia. Después de los incidentes xenófobos en el partido PSG-Lens, a principios de mes, el ministro del Interior, Dominique de Villepin, anunció "más cámaras de vigilancia y más controles sistemáticos a las puertas de los estadios". Tal y como se hace en Italia, otra medida novedosa consistiría en obligar a los individuos particularmente peligrosos a presentarse en la comisaría de la que dependan para estampar su firma a la hora en que juegue el equipo de sus amores. De este modo se garantiza que no asistan al campo.
De no surtir efecto, Villepin adoptará "medidas draconianas" como las británicas. No debería descartarlo. Atados de manos, los presidentes del Bastia, el Saint Étienne, el PSG, el Estrasburgo, el Lyón y el Marsella ruegan que se cambie la ley para impedir, por ejemplo, la entrada de la Tribune de Bologne al Parque de los Príncipes. "Si solamente gritan y cantan, las leyes no pueden hacer nada", advierte L´Equipe.
- Italia. Pese a la nueva ley 377/2001, los grafitti de extrema derecha y la venta, a 10 euros la unidad, de camisetas de Di Canio, capitán del Lazio, emulando el saludo fascista en los aledaños del Olímpico de Roma -la UEFA prohíbe la venta de literatura xenófoba dentro de los campos y urge borrar las pintadas racistas- dan idea de la permisividad con que actúan los irriducibili. "Di Canio difícilmente será multado" alega Carlo Velestri, del centro de documentación Proyecto Ultra, "ya que asegura que su saludo no era fascista, sino el que los gladiadores hacían en el Coliseo".
Además de acabar por decreto con los trenes especiales repletos de tifosi para limitar el vandalismo, la legislación actual reprime a los violentos si no pasan por comisaría a la hora del partido y dejan su firma como prueba.De no cumplir, el hincha "se expone a una pena de tres millones de euros y una reclusión de tres a 18 meses". Los cánticos ofensivos también son perseguidos: por entonar letras de los Camisas Negras de Mussolini, tifosi del Roma han debido pagar 3.000 euros.
- Alemania. La detención en la escalinata del avión de un grupo de Ultras Sur por ensalzar la figura de Hitler -tipificado como delito en el código penal alemán- da cuenta de la seriedad con que las autoridades tratan de paliar la pujante presencia de neonazis en la vida pública en general.
Alarmados por un informe policial que revela que el 20% de los aficionados se sienten próximos a la ideología del NPD, existe un Comité Nacional del Deporte y la Seguridad que reparte la tarea entre clubes, aficionados y jugadores. Desde 1997 se han cerrado todos los servidores de Internet empleados por los grupos de ultraderecha para propagar sus ideas.
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