Experiencia docente

Me gustaría dar a conocer, a través de esta sección de su periódico, una experiencia docente, llevada a cabo en el aula, y que ha partido de la reflexión sobre los valores del mundo islámico.

Soy profesora del Departamento de Filosofía del IES Isaac Newton, de Madrid. Imparto clases de filosofía, ética y sociedad, cultura y religión, entre otras. Hace ya mucho tiempo que me preocupan los temas de terrorismo, como supongo que le ocurre a la inmensa mayoría de ciudadanos de este país, pero no es menos cierto que me preocupa igualmente el ver cómo se confunde en nuestra sociedad, y me imagino que en otras, el terrorismo con la procedencia de determinados ciudadanos. En este caso me refiero a los ciudadanos islámicos, lo cual no sólo es un hecho injuriante para ellos, sino que empieza a crear unos abismos en la convivencia y una radicalización de posturas que en ningún caso pueden acarrear nada positivo.

En nuestro IES, como en la mayor parte de centros públicos, hay una gran heterogeneidad en el alumnado. Precisamente en uno de los cursos de filosofía que imparto a alumnos de primero de bachillerato, entre los que por cierto hay alumnos islámicos, se ha hecho una actividad consistente en poner de manifiesto los valores culturales del pueblo islámico. Hay que aclarar que el tema de la cultura está en el programa de esta asignatura.

Pues bien, el problema ha sido el sintetizar estos valores, ¡son tantos que no sabíamos por dónde empezar! Pero colaborando unos con otros han logrado hacerlo, y ya están expuestas en el hall del centro.

Los chicos se han esforzado por dejar constancia con sus trabajos de una serie de aspectos que los adultos a veces olvidamos. Se han limitado simplemente a reflejar la separación entre el mundo antiguo, en el que han incidido en la monumentalidad, y el actual, en el que resaltan algunos aspectos que son de gran interés para el turismo. Han reflejado ese mundo tan atrayente de monumentos, playas, paisajes, gastronomía, fiestas, costumbres, dejando de lado polémicas que no nos llevan a ninguna parte, porque ellos sí parecen tener claro que hay que valorar positivamente para que así te valoren. Y, por supuesto, respetar para ser respetado.