_
_
_
_
Entrevista:FERENC MADL | Presidente de Hungría | REFERÉNDUM EUROPEO | Entrevista

"La adhesión de Turquía podría debilitar el desarrollo de la integración europea"

Guillermo Altares

El 20 de diciembre, Hungría se convirtió en el segundo miembro de Los 25, después de Lituania, en aprobar la Constitución europea. El presidente de este país, Ferenc Madl, de 74 años, que realizó a principios de este mes una visita oficial a España, cree que los Estados y los medios de comunicación de la UE tienen el deber de divulgar un documento que sigue siendo un arcano para muchos ciudadanos. Este jurista experto en derecho internacional fue elegido presidente de Hungría -un cargo ante todo representativo, con mínimas atribuciones en política interior- en 2000 y este año acabará su mandato. Convencido europeísta, se ha empleado a fondo para colaborar en la entrada de Hungría (10 millones de habitantes) en la UE. La entrevista fue realizada por correo electrónico.

"Después de la aprobación, la divulgación de la Constitución europea sigue siendo un deber para los políticos y los medios"
"La baja participación en las elecciones europeas se debió a que en el Parlamento ningún partido cuestionó el ingreso en la UE"
Más información
Gitanos húngaros logran que se retire de Internet un juego racista

Pregunta. ¿Qué importancia tiene la Constitución para Europa?

Respuesta. Pienso que este documento es muy importante, aunque está claro que la UE no se puede considerar como un Estado y por lo tanto su Constitución no es comparable. La Carta Magna europea tiene una importancia fundamental, de tal modo que los acuerdos firmados entre gobiernos puedan llegar a ser acuerdos entre pueblos. Ahora bien, un acuerdo se apoya en mayor o menor medida sobre el consenso alcanzado por los gobiernos mediante debates. Una Constitución, sin embargo, recoge los valores y los objetivos compartidos por una comunidad y puede dar fundamento y legitimidad a una unión entre pueblos. Sin duda, una unión política requiere una Constitución.

P. La Constitución fue aprobada en el Parlamento húngaro. ¿Hasta qué punto conocen los ciudadanos húngaros el texto?

R. El debate sobre la Constitución europea, o mejor dicho, una parte del debate, tuvo una importante repercusión en la opinión pública húngara. Esto se debe a que fuimos los promotores para que los derechos de las minorías y las tradiciones cristianas figurasen en el preámbulo de la Constitución. El resto de los apartados no son tan conocidos por la opinión pública. Aunque la Constitución está disponible en húngaro, el debate se centra sólo en los círculos académicos y políticos. Por lo tanto, incluso después de la aprobación por el Parlamento, la divulgación y explicación de la Constitución sigue siendo un deber y una tarea permanente para los políticos y los medios de comunicación.

P. Durante las últimas elecciones europeas la participación en los 10 nuevos países más recientes de la UE fue muy escasa, lo que fue considerado por algunos como un signo de escepticismo. ¿Cómo explica que en su país hubiese una participación tan baja?

R. En casi todos los países que formaron parte de la última ampliación de la Unión la participación electoral fue baja, lo que puede deberse a razones distintas en cada país. Sólo haré una afirmación general: en todos y cada uno de los países miembros de la UE se observa un decrecimiento continuo en la participación en las elecciones para el Parlamento Europeo. En Hungría, la baja participación en las elecciones se debió a que en el Parlamento ningún partido cuestionó el ingreso en la UE. No creo que seamos euroescépticos; al contrario, desde el cambio de régimen, en 1990, y hasta hoy, la UE es el único asunto que goza de un consenso amplio.

P. ¿Coincide con Donald Rumsfeld en cuanto a la existencia de una nueva y una vieja Europa?

R. Esa afirmación provocó un gran revuelo y en su día se discutió mucho sobre ello. No creo que, en un momento en el que los países europeos debatían sobre si apoyar o no a EE UU en la guerra contra Irak, la declaración de Rumsfeld fuera muy acertada. Defendiendo el punto de vista de su Gobierno, él se refirió a aquellos países europeos que apoyaron las ideas de EE UU como a la "nueva Europa". Además las palabras "nueva" y "vieja" las asoció a una valoración, lo que es inadmisible: lo nuevo era también lo bueno, pero, claro está, bueno para EE UU.

P. ¿Comparte la opinión de que la diversidad de posturas respecto a la guerra de Irak no sólo creó crispación respecto a EE UU, sino también dentro de la UE?

R. Está claro que existen discrepancias. Sin embargo, es mucho más importante saber qué hay en el fondo de las diferencias, es decir, qué hacemos para superar estas diferencias. Todos los miembros de la UE apoyan el proceso de estabilización en Irak, la actuación del Gobierno soberano iraquí, la celebración de las elecciones del 30 de enero, así como un mayor protagonismo de la ONU. Así pues, no hay diferencia de opiniones respecto a la solución de las cuestiones primordiales. Existen divergencias respecto a la valoración de la ocupación de Irak y sobre la presencia de fuerzas extranjeras allí, pero consideramos preferible para los intereses solidarios centrar nuestra atención sobre el futuro y sobre la estabilización, en vez de hacerlo sobre las discrepancias.

P. ¿Qué opina sobre la futura adhesión de Turquía?

R. De entre los instrumentos de la Unión, la posibilidad de convertirse en miembro se ha revelado como un medio efectivo para influir en los procesos internos de los países y para ampliar el espacio de la estabilidad y de la democracia. Nuestros intereses políticos, económicos y de seguridad requieren mantener abierto el proceso de ampliación. Con la contribución de nuestra nación, el Consejo Europeo, en diciembre, anunció la apertura de negociaciones de adhesión con Turquía. No obstante, el resultado de estas negociaciones está aún lejos de ser decidido. Teniendo en cuenta los esfuerzos de Turquía, resultaba justificado fijar una fecha concreta para iniciar las negociaciones. Nosotros apoyamos el marco propuesto, aunque consideramos que sólo es aplicable para Turquía. Estamos seguros de que las negociaciones serán difíciles y de que el proceso se dilatará en el tiempo, y que su desenlace final no se puede garantizar. El cumplimiento de los criterios debe ser objeto de un control permanente. Se nos plantean también serias dudas a propósito de la adhesión de Turquía: la incorporación de este país podría debilitar el desarrollo de la integración europea. Europa podría quedar más dividida y las tendencias que pretenden formar un "núcleo duro" podrían ganar terreno.

P. ¿Cree usted que una UE mucho más grande haría retroceder el avance en la construcción política de Europa?

R. Desde sus principios, la UE ha sido y seguirá siendo un organismo capaz de establecer estrategias y objetivos políticos. Los objetivos fundamentales de la integración, la paz, la seguridad y la estabilidad no han cambiado; pero junto a su perfil económico, que fue determinante al principio, ahora son visibles también los elementos políticos de su naturaleza. El repertorio de medios e instrumentos de la Unión se incrementa gradual y continuamente. Los cambios más dinámicos surgieron precisamente a raíz de la cooperación política de la Unión, tanto en asuntos internos (contra el crimen, contra el terrorismo y la cooperación en materia de justicia) como en asuntos externos (política exterior, seguridad y defensa).

El presidente húngaro, Ferenc Madl, en una intervención en el Parlamento Europeo en 2002.
El presidente húngaro, Ferenc Madl, en una intervención en el Parlamento Europeo en 2002.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_