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Reportaje:

La curva del 20 de febrero

Los camioneros admiten que apenas saben nada sobre el referéndum sobre la Constitución Europea

Aunque pudiera parecer que sí, no es la frontera de Irún un buen lugar para pararse a charlar sobre la Constitución Europea. Al contrario de lo que sucede en los demás países de la Unión, los camioneros que llegan al zaguán español de Europa no tienen un lugar donde aparcar que no sea el arcén, entorpeciendo la circulación y exponiéndose además a una multa de tráfico. Será por eso que el primero en ser preguntado por la Constitución, vestido con un mono azul y con las manos negras de reparar el vehículo, se zafa de la cuestión sin dejar de caminar y esgrimiendo un: "Quita, quita, quita; anda, anda, anda...".

El segundo, que se prepara el almuerzo junto a un camión con matrícula de Almería, resulta que se llama Alfredo Magalháes, tiene 39 años y es portugués de Oporto. La pregunta le sorprende a punto de abrirse una lata de atún. Se prepara la ensalada y se la come de pie, para descansar de estar sentado, sobre una trampilla practicada en el lateral del vehículo y a dos metros de un auténtico vertedero.

"No sé cómo afectará al sector. Nadie se ha preocupado de informarme"

Su obsesión es que algún día se suavice la ley que obliga a los camioneros a descansar el séptimo día: "Tienes que parar donde te pille, y dormir y comer de cualquier forma, aunque sólo te queden unos kilómetros para llegar a tu casa. ¿No sería mejor que nos dejaran trabajar ocho días para así poder descansar junto a tu familia?". Magalháes, que se defiende bien en español, dice que, hace 14 años, cuando él se puso delante de un volante por primera vez, tardaba ocho horas en cubrir el trayecto entre Fuentes de Oñoro y Burgos (354 kilómetros) y que ahora lo hace en cuatro horas y media.

Es su forma de decir que esto de Europa debe servir para algo, pero enseguida vuelve al asunto del descanso obligatorio. Es su pesadilla.

Sin embargo, para el tercer camionero, José Luis Arroyo, de 37 años, la obligación de descansar al séptimo día le parece divina. "Yo necesito parar. Donde sea. Te relajas, paseas; dejas de pensar en tus cosas". Sobre el asunto en cuestión, Arroyo dice que no tiene ni idea. "No sé cómo afectará la Constitución al sector. Nadie se ha preocupado de informarme. Sé lo que todo el mundo. Lo que escucho en la radio".

José Luis se somete de buena a gana a un pequeño interrogatorio. ¿Qué defiende el PSOE, el sí o el no? "El no; quiero decir, el sí". Muy bien. ¿Y el PP? "El PP... el no. Bueno -se excusa sonriendo- el sí pero no". Arroyo, que es extremeño, asegura que el referéndum del próximo día 20 no es un tema de conversación entre camioneros. Y usted, ¿irá a votar? "¡Pero si yo no sé ni dónde me pillará ese día!".

José Luis Elizalde, que es camionero y navarro, sí irá el día 20 a su colegio. "Es que me ha tocado estar en la mesa electoral". Dice que está preocupado por la irrupción de camioneros portugueses y de la Europa del Este. "Trabajan por 600 euros menos al mes. Y, ante una oferta así, las empresas como esa -señala una de las que tienen su base junto a la frontera con Francia- prefieren contratarlos a ellos. Yo no digo que no sea lógico. Ellos quieren trabajar y las empresas ahorrarse dinero, pero en medio estamos nosotros...".

¿Y en qué puede beneficiar o perjudicar la Constitución Europea? Elizalde no lo sabe, tampoco Arroyo o Magalháes. Es de suponer que el camionero euroescéptico del "quita, quita, quita; anda, anda, anda", tampoco. Todos se conocen Europa de atravesarla un día sí y otro también. Dicen que están agradecidos al euro y a las autovías, pero ninguno de ellos acierta a imaginar qué les espera tras la curva del 20 de febrero.

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