_
_
_
_
DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Apagón en el instituto

El apagón por falta de pago en el Instituto Lluís Vives es sólo un episodio muy llamativo de un sistema de enseñanza en primaria y secundaria en el que ni con la mejor voluntad se puede educar a niños y adolescentes

El efecto llamada

Es muy fácil para la derecha acebeña afirmar que la regularización de los inmigrantes acrecienta el denominado efecto llamada, a saber, que si se les proporciona empleo y papeles, cada vez será mayor el número de los que vendrán. El auténtico efecto llamada no es otro que la desesperación, esa que hace que sus víctimas corran graves peligros en alta mar y en barcos en mal estado para alcanzar nuestras costas o que prefieran estrellarse en los arrecifes antes que seguir llevando la inhumana vida que llevan en sus países de origen. Claro que todo eso debe ser regulado y que es utópico sugerir una política de fronteras abiertas sin más. Pero ahora mismo, una ciudad como Madrid quedaría paralizada en muchos de sus servicios básicos de no ser por el trabajo de los inmigrantes, y para nadie es un secreto que abunda el pequeño empresario agrícola que aprovecha la ilegalidad para pagar veinte malditos euros por jornadas de doce horas de trabajo.

Enseñanzas

Está ocurriendo también en los colegios públicos. Legionarios de Cristo, kikos, Hijos de Dios, Opus Dei y otras sectas religiosas de la ultraderecha al servicio de la catequesis católica que reina con el señor Wojtyla se infiltran en la primaria pública, provistos en general de una descendencia numerosa, a razón de un crío por año, por aquello de la felicidad evangélica de las familias numerosas. Cada vez es más difícil encontrar directivas de Ampa y otras pulgas ajenas a ese propósito de silenciosa infiltración, donde el laicismo brilla por su ausencia práctica y de donde niños de cinco años que no asisten a clases de religión llegan a casa diciendo que todos somos hermanos porque todos somos hijos de Dios. Esa infame tentativa de reclutamiento apostólico, nada improvisada por otra parte, atenta contra los derechos del niño y contra los de los padres que nada quieren saber de esa catequesis de matute. Que se sepa.

Desastres varios

No es desdén por la estadística y su errática constancia, pero hay ocasiones en las que, al acabar el día, uno ve el mundo como un lugar donde no suceden más que desastres de la más diversa índole, como si de pronto se produjera una aglomeración insensata de desgracias que llevan a desear que llegue cuanto antes la hora de irse a dormir. En el Carmelo de Barcelona, tan querido por Juan Marsé, se hunden las casas por las obras del metro, casi una veintena de jóvenes mueren asfixiados al lado de Morella en el interior de una bella casa de campo, un desdichado de poco más de 20 años no ve otro remedio que terminar con el desdén de la chica a la que pretende en vano pegándole dos tiros antes de darse muerte. Todo en medio del invierno más frío desde hace mucho tiempo, como si el carácter gélido de estas fechas quisiera usurpar el prestigio del calor como causante de los más severos desajustes de conducta.

Sabios de televisión

Tampoco hacía falta designar un comité de presuntos expertos en la cosa televisiva para terminar recomendando que el Estado enjugue la enorme deuda de RTVE y que en el futuro corra con el 50% de su financiación, a cambio de rebajar en un tercio sus ingresos publicitarios. Una televisión pública, ¿debe estar exenta de publicidad, cuando esas inserciones cubren la casi totalidad del presupuesto de las privadas? O se atribuye a la publicidad una influencia notable en la desviación del mensaje televisivo, o no se entiende que el ciudadano deba correr con el grueso de los gastos de un servicio que, por definición, será todo lo público que se quiera, pero rara vez neutral en sus contenidos. Si esa soñada neutralidad va a estar siempre en entredicho, mejor que la industria de la cosmética y del automóvil contribuyan también a cubrir el despilfarro.

Aquí no se va nadie

Si la presidenta de la Acadèmia Valenciana de la Llengua debería de haber presentado su dimisión irrevocable ante la furibunda intromisión en un pleno de Alejandro Font de Mora, ahora sería este curioso personaje quien debería largarse, ya que finalmente se ha aprobado un dictamen que viene a poner las cosas más o menos en su sitio y que, con ligeras variantes, viene a refrendar el que con tanta vehemencia como malas maneras abortó en su día nada menos que el conseller de Educación. Y aunque Francisco Camps insista, para la galería de presuntos rezagados, que el valenciano es valenciano y siempre lo será, bienvenido sea un consenso que tal vez permita ocuparse por fin de las cosas serias. Por ejemplo, que el Instituto Lluís Vives, tan presente en la historia de Valencia, no sufra nuevos cortes de luz por impago, como si de chabola de indigentes se tratara.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_