"Queremos que España esté junto a los países que lideran la lucha contra la pobreza"
El despacho de Leire Pajín, de 28 años, a diferencia de los de muchos altos cargos, deja entrever rasgos de su personalidad. Tras acometer con determinación los cambios para imprimir vivacidad, ha colgado una fotografía de tres niños negros en la que se intuye la pobreza pero lo que se ve es dignidad. Sentada en un sofá de tono naranja, Pajín explica el Plan Director de la Cooperación Española (2005-2008), acordado por el Consejo de Ministros a finales de enero y aprobado el pasado jueves por unanimidad en la comisión parlamentaria de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Pregunta. Cuando llegó al cargo, advirtió de que tenía serias dudas sobre las acciones de cooperación que merecía la pena mantener y las que era preferible abandonar. ¿Tiene ya claro lo que desea cambiar y lo que conviene conservar?
"Contamos con un nuevo instrumento: canjear la deuda de algunos países con políticas de esos Estados que favorezcan el acceso a la enseñanza"
Respuesta. Bastante claro. Hemos cambiado la orientación de las políticas de cooperación, que antes estaban supeditadas a determinados intereses económicos y estratégicos y ahora están dirigidas a la lucha contra la pobreza. Hay líneas muy buenas de actuación que se vienen desarrollando desde los años 80 y que se deben mantener. Pero lo principal es que el Plan Director marca una verdadera política de cooperación y no sólo de ayudas a determinados países. Queremos que España esté junto a los países que lideran en el mundo la lucha contra la pobreza.
P. A su juicio, lo más útil para España, y lo más progresista, ¿es ayudar a los países más pobres del mundo o a los más necesitados de entre los países con los que tenemos vínculos históricos?
R. Nuestro compromiso es aumentar la cooperación en los países menos adelantados. El Plan Director establece que al menos el 20% de la ayuda oficial al desarrollo, unos 500 millones de euros, va a ir directamente a esos países. Además, tenemos la responsabilidad de atender a las poblaciones más pobres de determinados países de renta media, no sólo por razones históricas y culturales sino porque América Latina, por ejemplo, es hoy uno de los continentes más desiguales.
P. Usted ha expresado preocupación por que los progresos económicos en Hispanoamérica no han acortado de forma significativa las desigualdades económicos y entre hombres y mujeres. ¿De qué modo puede ayudar a corregir ese tipo de desigualdades la cooperación española al desarrollo?
R. El principal reto de América Latina ahora es la redistribución de la riqueza y el fomento de las políticas públicas, que son las que garantizan la igualdad social y la inclusión de los más desfavorecidos. El Plan Director señala instrumentos para ayudar a la mejora de la gobernabilidad, por ejemplo mediante la formación de cuadros, y al desarrollo de políticas que hagan efectivos derechos básicos de los ciudadanos. Lo que no podemos es sustituir a los Estados en lo que deben hacer ellos. En cuanto a la lucha por la equidad de género, va a ser una estrategia transversal: cada uno de los planes, en todos los países donde trabajamos, deberá contemplar el impacto efectivo que tienen en la lucha a favor de la igualdad entre hombres y mujeres. Hasta ahora sólo se contabilizaba las mujeres a las que afectaban los planes.
P. Ustedes diferencian entre países prioritarios, entre ellos Perú y Ecuador; países con atención especial -Cuba y Colombia- y países preferentes -Chile, Argentina y México, entre otros-. ¿En qué afecta esa distinción a la cooperación mantenida hasta ahora?
R. La distinción persigue mayor eficacia y más flexibilidad. Pretende diferenciar los países que concentrarán hasta un 70% de nuestra ayuda oficial al desarrollo, a través del uso de todos los instrumentos disponibles, que son los países de ingresos más bajos en las zonas prioritarias de nuestra cooperación, de aquellos otros que también serán objeto de atención especial porque pasan o han pasado circunstancias concretas y antes no recibían cooperación española, como Sudán, o son de renta media, como Argentina, de los que nos ocuparemos mediante instrumentos más selectivos.
P. Una de las maneras en que el Gobierno quiere ayudar a los países más endeudados es contribuir a que los grupos sociales desfavorecidos tengan acceso a la educación. ¿Cómo organizarán esa ayuda?
R. Sin educación no es posible el desarrollo. Esa es otra apuesta contundente del Plan Director. El objetivo es favorecer el acceso a la educación pública primaria. Contamos con un instrumento nuevo, propuesto por el presidente Zapatero: canjear la deuda contraída con España por políticas de desarrollo de la enseñanza pública en los países deudores.
P. Anuncian un aumento de la cooperación con el África subsahariana, sin dejar de considerar prioritarios a Marruecos, Túnez y el pueblo saharaui.
R. El aumento de fondos nos permite ayudar al África subsahariana, que es la región más olvidada por la cooperación española en los últimos años. Los españoles lo comprenderán porque ven los dramáticos viajes hacia nuestras costas de quienes huyen de la miseria.
P. ¿Le preocupa que pueda producirse una dispersión de esfuerzos? ¿Está en su planteamiento impulsar proyectos que hagan muy visible la contribución de España en la ayuda al desarrollo?
R. Ese es el reto más importante que tenemos. Hemos heredado una cooperación dispersa, con multitud de actores que la hacen muy rica pero que requiere una estrategia de coordinación y de complementación. Hasta ahora no se sabía bien qué hacía cada quién y dónde. Ese es uno de los motivos por el que es importante que el Plan Director lo sea también de las comunidades autónomas, los ayuntamientos y todos los agentes que intervienen en la cooperación
P. ¿Y lo es?
R. Ha tenido apoyo unánime en el Consejo Interterritorial y en el Parlamento. Pero además debemos coordinarnos con otros países de la UE y con las agencias de la ONU. Una seña de identidad de esta etapa es la apuesta por el multilateralismo.
P. ¿Debe aumentar el control del uso correcto y eficiente de las subvenciones que reciben las ONG y las empresas?
R. Toda nuestra actuación pretende ser absolutamente transparente y eficaz. Junto al compromiso de duplicar la ayuda oficial al desarrollo en el plazo de cuatro años, estamos trabajando en una reforma de la Agencia Española de Cooperación para que sea más moderna, ágil y eficaz en la gestión de los fondos. Las ONG y todas las entidades que reciben fondos públicos están sometidas a más controles que muchas empresas privadas.
P. En la reforma de la AECI, ¿figura entre sus aspiraciones implicar más a empresas que actúan en el terreno de la ayuda al desarrollo?
R. Por supuesto. Hay un reto muy importante, que es el relativo a la responsabilidad social corporativa: que las empresas se impliquen en el desarrollo de los países donde trabajan. Y que en esa labor vayamos de la mano.
P. ¿Tienen interés en mantener los créditos FAD o promover otras fórmulas de financiación que ayuden a los países destinatarios y a la vez favorezcan el empleo en España?
R. Queremos que el incremento de los fondos suponga un aumento de la ayuda no reembolsable; es decir, de los fondos de la Agencia Estatal que son donación a proyectos de cooperación.
P. El plan director considera también una tarea de la cooperación ayudar a la reconstrucción de países que han sufrido guerras o catástrofes humanitarias. ¿Va a tener eso aplicación en Irak, en Haití y en Sri Lanka?
R. Por supuesto. Haití es uno de los países más pobres del mundo, y requiere la solidaridad de España. Allí vamos a tener la oportunidad, por primera vez, de realizar una labor de cooperación conjunta iberoamericana, con Chile, Argentina y Brasil. El Comisionado sobre Irak ha pasado de Defensa a Exteriores, y desde ahí vamos a desarrollar un compromiso con el desarrollo del pueblo iraquí para favorecer un Estado democrático. Tras la ayuda de emergencia a Sri Lanka y Tailandia, vamos a estar en coordinación con esos países y la ONU para saber qué ayudas requieren y podemos asumir.
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