Garvayo y Rosado desgranan la obra para piano de Halffter

De la herencia neoclásica que imprime la Sonata para piano, de 1951, a Ecos de un antiguo órgano, obra datada en 2001, pasaron 50 años de constante lucha creativa por parte de Cristóbal Halffter (Madrid, 1930). Ese recorrido de aventura y búsqueda hasta hallar un lenguaje propio de gran figura lo van a transitar mañana, en el Auditorio Nacional de Madrid, Alberto Rosado y Juan Carlos Garvayo, encargados de abordar un recital que gira en torno a la creación pianística del músico español para el ciclo Música de Hoy.

Es una obra corta pero rica en sonoridad, fiel a un espíritu de compromiso con la modernidad y recuperada constantemente por intérpretes cada vez más jóvenes. Será el caso de Garvayo y Rosado mañana, que, según Halffter, son dos pianistas muy destacados del repertorio contemporáneo, algo en lo que los españoles tienen ya poco que envidiar a otros países europeos.

Lejos quedan los ecos y el atraso al que dieron esquinazo los entonces jóvenes músicos de la generación del 51 en la ciudad alemana de Darmstadt, de la que formaban parte Halffter, Luis de Pablo, Tomás Marco, Carmelo Bernaola o Antón García Abril, entre otros. De aquella ciudad alemana donde se cocía la vanguardia más atrevida de la Europa de posguerra, comandada y vigilada por Pierre Boulez, como una de sus grandes figuras, quedan bastantes huellas en la obra de Halffter, concretamente en piezas como Introducción fuga y final, opus 15, de 1959, o Formantes, para dos pianos, de 1961.

Más tarde, un Cristóbal Halffter que ya va encontrando voz propia y personalidad diferente, muestra un giro en Cadencia, de 1983, o en El ser humano muere solamente cuando le olvidan, de 1987, dedicada a Arturo Rubinstein en el Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea. El recital terminará con sus obras más recientes, Espacios no simultáneos, escrita entre 1995 y 1997, y, según Xavier Güell, director de Música de Hoy, ciclo patrocinado por EL PAÍS, "su obra más ambiciosa", Ecos de un antiguo órgano, de 2001.

Según Güell, "el recital será una buena radiografía de toda su trayectoria en la que se demuestra que hay pocos autores con un recorrido tan eficaz". Sobre todo, las obras pondrán de manifiesto, añade Güell, "su rica personalidad y su potencia expresiva que, al escucharla, no extraña que haya dedicado su mayor esfuerzo creativo a la obra para orquesta porque es ahí donde puede desarrollar mejor toda su intensidad dramática".