Miedo permanente al temblor de tierra
Los vecinos afectados por el terremoto de Lorca afirman que los niños padecen insomnio y tienen fobia a los sitios cerrados
Los 2.600 vecinos de las pedanías lorquinas de Zarcilla de Ramos y La Paca (Murcia) aseguran llevar nueve días sin dormir, desde que sucedió el terremoto de 4,7 grados en la Escala de Richter el sábado 29 de enero, "ya que cada poco hay una réplica, que no les permite disminuir la ansiedad que tienen". Así se explica el psicólogo Francisco Romero, que ayer trataba de alentar a unos vecinos de Zarcilla de Ramos.
Como en todas las catástrofes, los primeros en sufrir la incertidumbre son los más débiles, los niños y los ancianos. "Son varios los niños de cuatro o cinco años que no quieren volver a las casas en las que estaban cuando todo empezó a temblar. No quieren ni dormir en las carpas que ha habilitado el Ayuntamiento de Lorca", asegura el psicólogo, cuya principal misión es "disminuir el estado de ansiedad de los más pequeños". "Hemos optado por la terapia de choque, que consiste en llevarles al mismo sitio en el que estaban durante el terremoto. Es muy difícil y traumático al principio, pero una vez que entran, ya todo es más fácil", relata Romero.
Si la indefensión de los más pequeños es "muy difícil de superar", según los psicólogos, la de sus padres es también importante, ya que no pueden asegurar a sus hijos que no volverá a producirse otro temblor de tierra, y por tanto, no pueden garantizarles la seguridad.
Isabel Mateo López, de 40 años, es una de las personas que lo ha perdido todo. "Pero por lo menos hemos salvado la vida", argumenta mientras muestra lo que queda del bar Cocheras, del que es propietaria, y su casa, que ha sido declarada inhabitable, por lo que tendrá que ser demolida. "Somos cuatro en casa y estamos cada uno en un sitio diferente. Mi marido tiene serios problemas de salud, tiene epilepsia, que se ha agravado con los seísmos. Mi madre está sola en su casa de La Paca, a cinco kilómetros, y no puedo con todo", se lamenta. Isabel, que hasta ahora vivía de los ingresos que obtenía del bar, se ha quedado literalmente en la calle. "Hasta que lleguen las prometidas ayudas, aunque las del otro terremoto, el de hace dos años y medio, no llegaron", se lamenta Isabel mientras trata de contener las lágrimas tras reconocer que lo ha perdido "todo".
La familia Mondéjar, recién llegada de Francia, se lamenta por la falta de sensibilidad de los españoles, "que son solidarios con todos, pero que no saben ni dónde está Zarcilla de Ramos, donde lo estamos pasando muy mal", relatan Juan Mondéjar y Dolores Corbalán. Su hijo, José Manuel, regresó al pueblo de sus padres, quienes emigraron a Francia hace varios años, y ahora ven cómo su hijo ha perdido su casa. "Pero no nos vamos a parar aquí, lamentándonos, ya que si al final no dan lo que han prometido vamos a montar una revolución", desafía Juan.
Precisamente, para evitar que los responsables políticos dejen de cumplir sus promesas, los vecinos de Zarcilla de Ramos y La Paca han creado una plataforma, que hoy se reunirá para velar por los intereses de los afectados. Francisco Ruiz Merlo, uno de los responsables de este colectivo, asegura que quieren evitar problemas, como los que se produjeron tras el anterior terremoto, "del que todavía estamos esperando que nos llegue lo prometido, que eran unos 27 millones de pesetas".
No saben si lo que más les interesa es que declaren a los dos municipios zona catastrófica, "ya que nuestro único alivio sería que nos ayuden lo antes posible".
Ana Paredes, una ecuatoriana que desde hace dos años es vecina de Zarcilla, está ahora alojada en una casa rural, cuya propietaria no verá muchos turistas en los próximos meses. "Estaba con mi hija Lady en la casa, que es propiedad del señor que cuido, que no se puede mover, ya que está impedido. Menos mal que podemos vivir en esta vivienda, pero no sé qué va a ser de nosotros en los próximos meses, ya que no tenemos una casa a la que ir".
Francisco García, que trabaja en los autobuses que comunican la pedanía de Zarcilla de Ramos con la capital del municipio, Lorca, apenas puede explicar todo lo que ha vivido. "Lo único que quiero que quede claro es que en los últimos nueve días apenas he dormido tres horas seguidas, y no puedo dormir en mi casa. Estoy esperando que lleguen las casas prefabricadas que ha prometido el Gobierno de Murcia, que nos ha asegurado que estarían esta misma semana".
Sin vivienda también se han quedado María Miravete y sus hijas, Julia y María. "Nosotras estamos entre las primeras de la lista para conseguir una casa prefabricada. Mientras tanto estamos en casas de los amigos, y si hay muchos temblores nos vamos a la carpa", comenta María. Al igual que el resto de los vecinos, sufre insomnio, que se agrava a cada pequeño seísmo.
Ayer por la tarde, en uno de los bares del pueblo, que no tiene casi efectos del terremoto, los vecinos se agolpaban en torno a la barra. Pero no hablaban de fútbol. La única discusión que atraía la atención de todos era la repetición de los temblores de tierra. "Nos ha hecho perder mucho dinero, lo que unido a las heladas, nos ha convertido en miserables", señala Ruiz Merlos, de la plataforma recién creada. En el bar, una mujer se acerca al corrillo de gente, que no deja de hablar del terremoto, y dice: "¿Han notado el terremoto de hace 15 minutos? Se movían todos los platos de la mesa", aseguró María, ante la indiferencia de los presentes, ya que es algo habitual desde hace nueve días. "Nosotras", explica, luego, "vivíamos en una casa de dos plantas, que estaba muy bien. Pero yo me conformo con una vivienda en la que podamos vivir todas, no queremos lujos, sino un techo donde vivir, y una estufa con la que calentarnos". La hermana de María, Julia, no quiere ver cómo sacan las cosas de su casa, declarada en siniestro total, y que ha tenido que ser desalojada.
Esperanza Fernández lleva una semana desolada. "Incertidumbre y falta de esperanza es lo que estamos sufriendo en Zarcilla de Ramos y en La Paca. A mi familia, lo que nos ha pasado es increíble, ya que había contratado un seguro para la vivienda, y cuando fuimos a dar parte de los desperfectos de la casa nos dijeron que se les había olvidado tramitarlo, y ahora no sabemos qué va a pasar", cuenta descorazonada.
La familia Jiménez ha sido otra de las más perjudicadas por el terremoto, que ha tenido 250 réplicas desde el 29 de enero. "No queremos que la región de Murcia, y concretamente los dos pueblos afectados, paguen los planos rotos por la falta de comunicación entre el Gobierno regional, del PP, y el de la nación, del PSOE. Esperamos que se pongan de acuerdo y nos ayuden, que es lo único que pedimos", afirma Mario Jiménez.
Freno a la construcción
Uno de los temores de los habitantes de Zarcilla de Ramos y La Paca es que el terremoto y sus más de 250 réplicas hayan dañado la imagen de esta zona de Murcia, en la que estaba prevista la construcción de más de 5.000 viviendas, especialmente destinadas a clientes europeos, sobre todo ingleses, alemanes y franceses. Por eso, los portavoces de la plataforma de afectados dudan de la conveniencia de pedir la declaración de zona catastrófica. Temen ahuyentar a cientos de compradores que ya se habían interesado por la adquisición de una vivienda.
Francisco Ruiz Merlo, uno de los vecinos afectados por el terremoto, estima que son los políticos quienes deben decidir si esta comarca murciana debe ser declarada zona catastrófica. "Lo que nos importa de verdad es que lleguen las ayudas", resalta Francisco Ruiz.
En las tres promociones de La Pineda, La Paca y Cazorla estaba prevista la construcción de varios campos de golf, una de las principales atracciones para los miles de turistas del norte de Europa que cada año visitan la costa mediterránea española. La publicidad negativa que ha supuesto el terremoto y las réplicas ha parado ya algunas ventas inminentes.
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