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El hospital de Sant Pau pide ayuda a la Generalitat por estar al borde de la quiebra

Los bancos dejan de conceder créditos al centro, que genera un déficit de 40 millones al año

El déficit que arrastra desde hace años el hospital de Sant Pau de Barcelona ha alcanzado proporciones "insostenibles" y ha motivado que los bancos dejen de concederle nuevos créditos. Su director, Jordi Colomer, ha informado a la Generalitat de que el centro se halla en situación de "quiebra de tesorería" y le ha pedido ayuda económica. El Departamento de Salud, que paga al hospital 164 millones de euros en concepto de compra de actividad, se ha comprometido a incrementar el concierto y aportar subvenciones adicionales, pero exige un riguroso plan de reducción de gastos.

El hospital de Sant Pau, que tiene 2.500 trabajadores y presta servicio a una población de casi 300.000 personas, tuvo en 2004 unos ingresos de 179,3 millones de euros (aportados en su mayor parte por la Generalitat en concepto de compra de actividad asistencial) y unos gastos de 210,7 millones de euros. Así, finalizó el año con un déficit de explotación de 39,6 millones de euros, cargas financieras incluidas.

El emblemático hospital de Barcelona lleva años sin cuadrar sus cuentas al final del ejercicio y desde 1999 su déficit se ha multiplicado por tres. La bola de nieve ha crecido tanto que los bancos han dejado de concederle nuevos créditos. "La política de la dirección del centro ha sido, hasta ahora, ir pidiendo a los bancos la ampliación de pólizas de tesorería, pero el nivel de endeudamiento es tan elevado que las entidades bancarias ya no nos fían", reconoce Jordi Colomer, actual director del hospital, nombrado la pasada primavera por el Gobierno tripartito de la Generalitat.

La situación de crisis del Sant Pau se ve agravada por la abultada deuda del centro con la Seguridad Social, que asciende a 226 millones de euros, en concepto de cuotas patronales que se han dejado de pagar en los últimos 10 años.

La delicada situación que atraviesa el hospital de Sant Pau ha sido comunicada por la dirección del centro a la fundación que se encarga de la gestión sanitaria y también a la Muy Ilustre Administración (MIA), la fundación que gestiona el patrimonio del complejo hospitalario, integrada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Capítulo Catedralicio del Arzobispado de Barcelona.

Tras analizar "a fondo" las cuentas del hospital, la Generalitat se ha comprometido a echar una mano al centro, aunque no sin exigir condiciones. "No dejaremos al hospital de Sant Pau abandonado a su suerte, sino que nos involucraremos al máximo en un centro que ha de recuperar el liderazgo que tenía en asistencia, docencia e investigación", señala Carles Manté. "Pero al mismo tiempo", agrega, "hemos pedido al equipo directivo y a los profesionales un plan riguroso de reducción del gasto". Esta contención del gasto no se basará, según Manté, en la reestructuración de la plantilla ni en la reducción de los servicios que se prestan, sino en otras medidas, como la renegociación de precios con los proveedores y la reducción de los gastos en fármacos. Además, la Generalitat pide que el centro no siga aumentando su deuda con la Seguridad Social -la gerencia asegura que en enero ha comenzado a pagar de nuevo la cuota mensual correspondiente-y que renegocie la que tiene acumulada por el impago de las cuotas patronales de los últimos 10 años.

La ayuda comprometida por la Generalitat ya llegará este mismo año. Los ingresos aumentarán un 11,7% respecto a 2004 porque se aumentará la actividad concertada y se le concederá una subvención. El Gobierno catalán prevé que la situación se reconduzca una vez trasladada la totalidad de la actividad asistencial al nuevo centro hospitalario que se construye en el ángulo noreste del gran complejo modernista de 16 pabellones que alberga el Sant Pau.

El antiguo Gobierno de CiU, que asumió en su totalidad los 217 millones de euros que costará el nuevo hospital, optó por ir trasladando la actividad a medida que se finalizaran las obras de los distintos servicios y esto "nos obliga a mantener los costes de dos hospitales en marcha al menos hasta 2007 o 2008, cuando se acabarán totalmente las obras", explica Jordi Colomer, que reprocha al anterior gobierno no haber contemplado este "sobrecoste".

Desde 2003 funcionan ya en el nuevo edificio las consultas externas y proximamente se trasladará la actividad ambulatoria. Pero los servicios hospitalarios seguirán en los antiguos pabellones hasta que finalice por completo la construcción del nuevo edificio.

El futuro de los pabellones modernistas, declarados Patrimonio de la Humanidad, sigue en el aire. El desplome de la cúpula de uno de los viejos pabellones, el de la Mercè, en marzo del año pasado, durante una obras de rehabilitación, motivó un exhaustivo estudio sobre el estado de conservación del complejo modernista y sobre el coste de su rehabilitación. Como resultado de esta prospección, otras cúpulas fueron aisladas al considerarse que no eran suficientemente seguras.

Cifra inasumible

Aunque todavía no se ha cifrado el coste de la rehabilitación, Carles Manté no considerada disparatada la cifra de entre 6 y 9 millones de euros para cada uno de ellos, una suma que, multiplicada por 16 edificios, no podrá ser asumida por un hospital que sufre déficit crónico. La esponsorización de entidades públicas y privadas se plantea como una de las posibilidades. Con la entrada del nuevo Gobierno en la Generalitat y del nuevo equipo gestor en Sant Pau se han aparcado los planes del anterior equipo.

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