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Columna
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Culpar al otro

Las declaraciones del concejal Pedro Romero, culpando a la inmigración de los problemas que tiene Alicante, han provocado la natural polémica. Para quienes conozcan la trayectoria del concejal, el hecho no ha supuesto, sin embargo, ninguna sorpresa. En el tiempo que lleva dedicado a la política, Romero ha inquietado repetidas veces a los alicantinos con sus manifestaciones, que siempre han resultado controvertidas. Hay en el concejal del Partido Popular, y portavoz municipal, un gusto innato por el protagonismo, que exhibe en cuanto se le presenta la ocasión.

Mayor extrañeza ha provocado el respaldo de los concejales del grupo Popular a la postura de Romero. Se había especulado con la posibilidad de que ese respaldo se produjera en algún caso, pero siempre debido a razones políticas. Nadie esperaba, sin embargo, una actitud tan unánime de los concejales frente a la inmigración. Ahora que se ha producido y conocemos sus motivos (¿), nos asombramos al descubrir en qué manos hemos depositado el gobierno de la ciudad. En las declaraciones que han realizado a la prensa, se advierte que la postura de los concejales no obedece tanto a un problema de racismo como de incompetencia. Una mezcla (imagino que el lector estará de acuerdo, pues la Historia nos ha dejado abundantes ejemplos) que puede resultar explosiva en algún momento.

Cuando Romero responsabiliza a los inmigrantes de la falta de plazas escolares o de la saturación de los ambulatorios médicos, pretende defenderse culpándoles. Es cierto, desde luego, que en Alicante faltan plazas escolares y que la presencia de los inmigrantes ha creado una mayor demanda durante los años pasados. Pero Romero sabe perfectamente -y la prensa se ha encargado de recordárselo, aportando los datos precisos- cuál ha sido su trabajo desde que desempeña la concejalía de Educación. Los problemas que padece la enseñanza en Alicante no son, como pretende Romero, una consecuencia de la inmigración, sino de su incompetencia como concejal para solucionarlos.

Lo mismo cabe decir respecto al estado de la sanidad. No se puede afirmar con fundamento que la falta de ambulatorios médicos que sufre la ciudad es debida a la inmigración. Los inmigrantes nada tienen que ver con ello. Al actual estado de saturación se ha llegado por la inoperancia de la Consejería de Sanidad y la apatía municipal. En este asunto, la despreocupación del Ayuntamiento ha sido completa, como se ha demostrado, una y otra vez, al desoír las reclamaciones que los vecinos formulan desde hace años. Romero sabe perfectamente que de los seis ambulatorios aprobados para construirse antes de 2003, sólo uno de ellos ha entrado en funcionamiento.

Cuando contrastamos las declaraciones del concejal con los datos, vemos que la única preocupación de Romero ha sido descargar su responsabilidad sobre los inmigrantes. Es innegable que la inmigración plantea problemas a la ciudad, dificultades que no siempre son fáciles de abordar. Pero uno creía que enfrentarse a ellas y buscar soluciones formaba parte de las tareas del gobierno municipal. Romero, y los concejales del Partido Popular, parece que piensan lo contrario.

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