Marcha atrás en el Carmel
De lo dicho nada. Un nuevo socavón en el Carmel, justo al lado del hundimiento que se produjo el pasado día 27 de enero en las obras de prolongación de la línea 5 del metro, ha dado al traste con los planes del regreso escalonado a sus domicilios de los 1.054 desalojados y del intento de solventar técnicamente el problema de la construcción del túnel. Los desalojados no saben cuándo volverán a casa y el propio alcalde de Barcelona, Joan Clos, reconoció ayer que es imposible predecir cuándo se puede fijar el regreso. "Pensábamos en un máximo de 15 días, pero puede ser un mes, dos meses", dijo.
Y hay más: tres edificios en los que los bomberos encontraron ayer "lesiones graves". Son los inmuebles de los números 6 de la calle de Conca de Tremp -en el que viven 38 personas- y el 6 y el 8 de pasaje de Calafell, con 9 y 7 vecinos, respectivamente. En total, 54 personas que todavía no saben qué suerte correrán sus domicilios. En la noche de ayer sí fueron informados de que sus viviendas tienen serios problemas. Ni la Generalitat ni el Ayuntamiento de Barcelona quisieron avanzar ayer lo que podía ocurrir. Todo quedó aplazado, en principio, hasta la mañana de hoy, teniendo en cuenta que la realidad se ha mostrado perpetuamente cambiante y reacia a adecuarse a las previsiones.
El Gobierno anula el túnel donde se produjo el socavón y el consejero Nadal prevé que habrá responsabilidades políticas
Los bomberos califican de "grave" la situación de tres edificios y los técnicos deciden hoy si han de ser derribados
La comunidad de Madrid prohibió hace nueve años el método de construcción usado en el Carmel por "peligroso"
El nuevo socavón se produjo en la madrugada de ayer, justo horas después de que los primeros 270 vecinos afectados regresaran a sus domicilios. El ruido de las máquinas los despertó y poco a poco tuvieron conciencia de que el suelo se había vuelto a agrietar. Los sensores del subsuelo registraron un movimiento y poco después se abrió un boquete junto al solar de la casa ya derruida, en el número 10 del pasaje de Calafell. El agujero tenía 12 metros de largo por 5 de ancho y 6 de profundidad. Inmediatamente, las hormigoneras volvieron a arrojar cemento en el agujero, que se tragó 230 metros cúbicos. A las doce, por "prudencia" según los técnicos, se desalojó el edificio del número 49-51 de la calle de Sigüenza, justo frente al nuevo agujero. En las calles del Carmel se extendió inmediatamente la indignación por el empeoramiento de la situación. Tres concejales convocaron a los vecinos para informarles y se sometieron a una lluvia de reproches. La presencia de los ediles y la del alcalde, Joan Clos, en el Carmel ha sido constante desde el inicio de la crisis. Por ello, han sido los que han encajado el enfado de los afectados con rostros cada vez más graves.
La Generalitat asumió ayer que el proyecto de un túnel en el Carmel no tiene futuro y decidió cerrarlo y llenarlo de cemento. El consejero de Política Territorial, Joaquim Nadal, había anunciado que la decisión se tomaría esta mañana, una vez que el grupo de técnicos, al que se han incorporado varios ajenos a las empresas constructoras, hubieran presentado diversas soluciones. Pero se adelantó al anochecer. Nadal anunció que de las conclusiones de la investigación abierta pueden derivarse "dimisiones y ceses de técnicos y de cargos políticos". También recordó que el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat han destinado un total de 500 personas para atender a los afectados.
Felip Puig, ex consejero de Política Territorial de CiU, bajo cuyo mandato se tomó la decisión de llevar el túnel al Carmel, anunció ayer que asume "las responsabilidades políticas de la decisión".
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