Repensar el frente marítimo
Estudiantes de arquitectura sueltan su imaginación en una muestra con 20 maneras de relacionar Valencia con el mar
¿No se podría hacer navegable una buena parte del antiguo cauce del río Turia? ¿Y el barrio de Natzaret no podría convertir algunas de sus calles en un sistema de canales venecianos? ¿Por qué no? No hay límites a la imaginación, sobre todo si está sustentada en el conocimiento adquirido y si se trata de jóvenes estudiantes de arquitectura ante un proyecto que tiene como objeto aportar ideas que no soluciones desde una forma de ver la realidad que no está sujeta a determinados condicionamientos de la misma. A estos alumnos de diversos países de la Cátedra Blanca Cemex, se les propuso que soltaran amarras y repensaran el frente marítimo de Valencia.
El fruto de este trabajo es la exposición Valencia y el mar que ayer se presentó en la Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia, y que reúne una selección de 20 propuestas realizadas entre septiembre de 2003, antes de que Valencia fuera elegida como sede de la Copa del América, y junio de 2004. La muestra se exhibe hasta el 18 de febrero.
Los arquitectos del curso, Carles Ferrater (director), Alberto Peñín y Vicente Tomás, ilustran su encargo a los alumnos con una figuración (de la se encargó el estudiante búlgaro Ivan Shumkov) en la que se ve un velero atracado en la parte posterior del Museu de les Ciències Príncipe Felipe (ver la imagen). Una imagen potente que se incluye en el catálogo que reproduce los proyectos expuestos, así como cuatro intervenciones en frentes marítimos de Ferrater, entre ellas, el paseo que ha proyectado, junto a Xavier Martí, en la playa de Poniente de Benidorm.
De modo que la pareja de estudiantes serbo-argentina Celina Pigeat y Jurg Cerovic, por ejemplo, han centrado su proyecto Paraguas en los espléndidos tinglados instalados en el puerto para realzar el carácter de paraguas y albergar distintos centros culturales y artísticos. El vallisoletano Juan Carlos Quindós ha propuesto, por su parte, una familia de edificios esculturales que jalonan el perímetro de la dársena con el mar.
Las belgas Laura Boudron, Elodie Grammont y Julie Engels plantean realzar la importancia del bulevar de Serrería, construyendo un intercambiador de tramas, un rascacielos horizontal y un aparcamiento frente a la estación de Renfe.
La francesa Raphaelle Carril sortea el tapón que forma el puerto para Natzaret orientando el barrio hacia el interior, hacia lo que queda de huerta, y transformándolo en un área de acequias y canales.
Las españolas Eva Ferrando, Nuria Sobrino y Anna Souto actúan por sustracción y no por adición, formulando una nuevo acceso a la dársena interior para embarcaciones de recreo en el muelle ya existente del puerto, que sufriría un corte segregador de espacios nuevos, además de mantener el equilibrio de las arenas de las playas.
"Hemos definido varios ámbitos de actuación: la dársena interior, la dársena exterior, el río y Natzaret y El Cabanyal", explica el arquitecto y comisario Alberto Peñín.
"La Copa del América de 2007 debe trascender el acontecimiento deportivo para convertirse en un instrumento de mejora urbana y metropolitana. Se trata, quizá, de la última oportunidad de trabajar racionalmente la fachada marítima y el borde del agua, de generar espacio público en la dársena, de recuperar una fachada fluvial...", dicen los arquitectos en el catálogo de la exposición.
Así, "en medio de cierta indiferencia o aceptación -dónde está el debate- se pretende trasladar la energía positiva del taller, aunque para ello se deba introducir el valor proyectual de la utopía como versión excitante que a veces no es suficiente para remover inercias latentes en las ciudades", prosigue el catálogo a modo de presentación de la muestra.
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