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Reportaje:ELECCIONES EN IRAK | El voto de los exiliados

"A todo el mundo le gusta ser libre"

Los iraquíes que viven en Estados Unidos y acuden a votar se dejan llevar por la emoción y la euforia

"He venido a votar porque es lo mínimo que puedo hacer por mi país y por mi gente". Aram es un kurdo de 26 años que se defiende del frío polar con un gorro en el que se lee "Brooklyn". Ha conducido 16 horas desde New Hampshire. "Felicito a los iraquíes porque han luchado y esperado mucho este día". Su familia dejó Irak hace cinco años "porque ya no podíamos más: la gente de Sadam destruyó nuestra casa tres veces y nos quedamos sin nada". Volverá en cuanto pueda. Mientras, le cuesta entender que haya países que no se preocupen de Irak: "Necesitamos ayuda, nosotros y nuestros vecinos, como Irán. No quiero dar más nombres, a todos nos gusta que nos traten como seres humanos. A todo el mundo le gusta ser libre".

"La violencia seguirá, pero Irak saldrá de esto pronto. Hemos pasado casi 37 años de tiranía"
"Quiero que haya mucha participación para tener un nuevo Irak y una vida mejor"
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El 90% de los iraquíes expatriados han acudido a las urnas

Unos 26.000 iraquíes se han registrado para votar en EE UU, una minoría, porque se calcula que podrían hacerlo 240.000, pero algunos rumores -que votar costaba 30 dólares o que se podían perder los papeles de residencia- y el mal tiempo han disuadido a decenas de miles, además del miedo. Por eso las medidas de seguridad son extraordinarias en el hotel de New Carrollton, cerca de Washington, en el que está uno de los cinco centros electorales de EE UU.

Said Alvaha, de 32 años y nacido en Basora, ha conducido desde Boston, donde trabaja como taxista. "No más violencia, no más bombas, estamos cansados de ese infierno", dice en un inglés básico. "Quiero que haya mucha participación para tener un nuevo Irak y una vida mejor". Said se fue en 1991 huyendo de la represión de Sadam Husein contra los chiíes; su familia se quedó: "Estoy seguro al 100% de que van a votar. Aquí es más fácil, hay seguridad, pero sé que muchos van a votar allí. Esto va a ser el corazón del nuevo Irak".

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Ahmed Alsady sabe que el dedo teñido que muestra con orgullo después de haber votado es la misma marca que puede costarle la vida a algún vecino de su barrio del sur de Bagdad. Vive en Virginia, donde llegó como refugiado político en 1994, y trabaja en un colegio. "Me despierto todos los días a las cinco, pongo la televisión y veo lo que pasa en mi país. Mientras yo desayuno pancakes, ellos se despiertan con una bomba que mata a cinco o seis inocentes", lamenta. "Yo le digo a Zarqaui

[líder jordano de Al Qaeda al que se acusa de dirigir los atentados terroristas]: ¿para qué? ¿Por qué haces esto? ¿Qué vas a conseguir con estas bombas? ¿Por qué no das la cara y dices, 'oye, estoy aquí, quiero organizarme, en Irak o en Jordania', y te sientas y hablas? Irak es un país libre. ¿Por qué te escondes y matas niños, a mujeres, a hombres? ¿Para qué?". Su mujer le hace señas. Quiere irse.

No es fácil encontrar aquí, en la tierra que les ha dado cobijo, a iraquíes críticos de la guerra. La mayoría piensa como Sadam Ayhaz , de Bagdad y en EE UU desde 1995: "Estoy muy orgulloso, como iraquí y como musulmán; ningún otro país está haciendo algo así, somos los primeros. Espero que los demás tengan la oportunidad". Sadam Ayhaz -que no quiso votar el viernes para poder hacerlo hoy y sentirse más unido a sus compatriotas- no sabe cuánto tiempo se quedarán las tropas: "Depende de las elecciones, de la situación, del Gobierno y de lo que quiera la gente. Si no queremos las tropas, pues se irán: ahora tenemos elecciones, podemos elegir a nuestros representantes y opinar". "Con esto" -señala las urnas de plástico y las mesas electorales atendidas por sus compatriotas-, "la muerte de miles de personas ya no ha sido en vano. Es un comienzo. Habrá muchos problemas, pero empezar es lo importante".

Uno de los problemas, a corto plazo, es la poca participación de la minoría suní, privilegiada con Sadam y vivero ahora de la insurgencia. Ahmed Alsady no está muy preocupado -"Irak es un país libre; si quieren votar, que voten, y si no, que no voten"- y lo que más le angustia es la situación de los que quisieran ir a las urnas y no pueden porque tienen miedo de los ataques: "Lamento que mis compatriotas estén votando en esas circunstancias. Por eso no quiero que Sadam vuelva a Irak. Sufrimos mucho con él. Queremos un nuevo Irak".

Barakat Jassem, un chií de 26 años que votara por Alaui "para contrarrestar la fuerza de los religiosos chiíes, que serán mayoría", trata de explicar a una periodista egipcia por qué está agradecido por la intervención norteamericana en Irak. La periodista se entristece. Y más aún cuando Barakat dice: "¿Sadam Husein? No sé qué habría que hacer con él, pero me gustaría que estuviera en la cárcel como un millón de años".

Poco a poco llegan más iraquíes (afortunadamente, porque al principio había más periodistas que votantes). Uno de los organizadores electorales, Jamal Darbandi, explica cómo ve la jornada: "He esperado este día 30 años, y es un día de felicidad. Queremos vivir como el resto del mundo, con dignidad, sin miedo". ¿El futuro? "La violencia seguirá, pero estoy casi seguro de que Irak saldrá de esto pronto. Hemos pasado casi 37 años de tiranía, y todo lleva su tiempo. Mucha gente no entiende que las cosas no son tan fáciles".

A Raina Hasan, de 19 años y cubierta con un pañuelo, no le resulta nada fácil hablar en inglés. Lleva un mes en EE UU. "No entiendo, es muy complicado". Una amiga le ayuda. "Dice que está orgullosa de poder votar. Si estuviera en Irak votaría en cualquier sitio. Necesitamos hacerlo, porque es nuestra oportunidad para una nueva vida".

¿Ingenuidad? ¿Exceso de optimismo? Jamal Darbandi sabe que queda mucho por recorrer, pero asegura: "El pueblo iraquí vivirá libre. Los iraquíes tenemos mucha paciencia: hemos pasado tantas guerras... Espero que esta sea la última y poder vivir en armonía con nuestros vecinos". ¿Y la ocupación? "A nadie le gusta que en su país haya un ejército extranjero. Pero yo, como kurdo, creo que los norteamericanos liberaron Irak de la tiranía". ¿Quiere que se vayan pronto? "Claro, pero necesitamos de tres a cinco años para que haya estabilidad en el país".

A su lado, Mona, de 30 años, solloza: "Todos los iraquíes han sufrido, ninguna historia es única. Esto es un sueño hecho realidad: finalmente poder dar por acabada la tiranía y la destrucción que hemos vivido. Habrá un futuro sin violencia en Irak porque la gente lo quiere. Es un camino duro, pero lo conseguiremos. No podemos esperar que la democracia florezca de la noche a la mañana. Todo lleva su tiempo, pero, más pronto que tarde, lo conseguiremos".

Ahmed Alsady vota en New Carrollton, cerca de Washington.
Ahmed Alsady vota en New Carrollton, cerca de Washington.J. M. C.

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