A golpes de crispación
Los sociólogos y expertos ven en el acoso a Bono un síntoma de malestar en la derecha, más que un rebrote 'ultra'
El intento de agresión al ministro de Defensa, José Bono, ha provocado una batalla política entre el PSOE y el PP, pero plantea también un interrogante: ¿existe una extrema derecha en este país, que no se siente representada en ningún partido, o el episodio no fue más que una explosión de ira coyuntural, ante el anuncio de la inminente puesta en libertad del etarra José Ignacio de Juana Chaos? Catedráticos, políticos e historiadores opinan sobre el tema.
A Amelia Valcárcel, catedrática de Filosofía Moral de la Universidad de Oviedo, el ataque a Bono le recuerda a algún zarandeo sufrido por algún ministro del PP en alguna manifestación. "La única diferencia está en saber si lo del sábado fue espontáneo, porque a la gente le cuesta más controlarse en estas situaciones, o si se corresponde con un gusto por la confrontación. Si fuera esto segundo, sería una estrategia muy roma, porque a la ciudadanía no le gustan estas cosas. Un partido mayoritario no debe colocarse nunca en sus extremos". Pero al filósofo Gustavo Bueno, profesor en la misma universidad, no le pareció que las personas que rodeaban a Bono "se ajustasen para nada al perfil de la extrema derecha. Al revés, era gente mayor que no iba pidiendo guerra", dice. "Pero hay mucho mar de fondo en este país, que viene de la ETA y del País Vasco, un problema que no se ha resuelto con la transición. El artículo 1 de la Constitución crea ese problema [el Título preliminar, en el que se menciona a la patria española y se reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las 'nacionalidades y regiones que la integran'], no me explico cómo los padres de la patria lo incluyeron. Es un concepto demencial. La Constitución abre nuevos problemas y los deja sin resolver. Por ejemplo, el planteamiento del plan Ibarretxe está fuera de las leyes del debate desde los tiempos de Platón".
Vidal-Quadras: "La sociedad española está intoxicada por las diferencias partidarias"
El ex dirigente del PP de Cataluña Alejo Vidal-Quadras, hoy vicepresidente del Parlamento Europeo, rechaza de plano que los "extremos del arco político" tengan ningún peso en la sociedad. Pero "la política española tiene un defecto -no el único-", dice, "y es que la sociedad está demasiado influenciada por los partidos políticos, en todos los ámbitos de la vida pública. Falta una esfera civil que funcione de manera independiente. Lo ocurrido en la manifestación es otra demostración más de este problema. No creo tanto en la extrema derecha o extrema izquierda como en el hecho de que el conjunto de la sociedad está intoxicada por las diferencias partidistas".
Un envenenamiento que el pasado sábado se manifestó en gritos de odio que al historiador e hispanista Gabriel Jackson le supusieron "un gran choque". "Ese sábado volví a preguntarme si España necesita otra guerra civil para aprender a convivir", dice. "Por primera vez desde la muerte de Franco tengo miedo. Es cierto que los del PP han sido víctimas en el País Vasco durante décadas. El problema es que el PNV nunca ha reconocido su responsabilidad en haber suavizado la verdadera naturaleza de ETA. Pero allí no hay democracia".
Un vasco como Javier Elzo, catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, se dice inquieto, en cambio, por los sectores extremistas del PP. "En España siempre ha habido un sector ultra con mayor o menor visibilidad. Son poca gente, como en Francia, donde apenas suman unas 2.500 personas, pero peligrosos. La extrema izquierda es menos agresiva, salvo en el País Vasco, con la kale borroka, pero está languideciendo. Respecto a lo del sábado, claro, el problema de sacar a la calle a De Juana Chaos es objetivo, también la sociedad vasca rechaza a ETA, pero pienso que algunas víctimas del terrorismo viven de serlo".
A Begoña Urigüen, estudiosa de la derecha española, los malos modos de la política en España le dan la sensación de que "estamos igual que en el siglo XIX. No hay más que ver las regañinas que le echa el Papa al Gobierno". Pero Amando de Miguel, catedrático de Sociología de la Complutense, no cree que se deba exagerar. "Ni extrema derecha ni tonterías, lo que pasó el sábado está bastante claro. En la Asociación de Víctimas del Terrorismo están dolidos con el Gobierno porque está pasteleando con ETA. La gente estaba indignada".
Gerardo Meil, sociólogo de la Autónoma de Madrid, quita hierro también al tema. "Fue una respuesta agresiva a cuestiones que producen irascibilidad en la derecha, desde el plan Ibarretxe a los matrimonios gays. Son cuestiones difíciles de digerir y el hecho de que no generen más que algún pequeño brote como el del sábado denota tolerancia".
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