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Columna
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Fitur, muestra de trucos

Zaplana se llevó a una treintena de empresarios del sector a una cena privada en el Ritz, y puede que aún los encantara con sus viejas tretas de vendedor de prodigios. Al margen de los protocolos de Fitur, así es como se cierran los más ventajosos negocios turísticos: por la palmadita y lo que venga detrás. A estas alturas, no es ninguna novedad, y nadie del oficio ignora que la Feria Internacional del ramo es tan sólo un escaparate, un expositor de ofertas, pero que el menester se formaliza fuera del recinto ferial. Todo resulta más discreto y más sorprendentes las promociones de los nuevos productos. Zaplana, además de la treintena de empresarios, se ganó otro cromo con su efigie en la revista Costa Blanca: había infringido una derrota a la Agència Valenciana del Turisme. Lo del ex ministro Zaplana en Fitur, es un culto a la personalidad: según los informadores, su fotografía se exhibe en la mayoría de los expositores de los municipios alicantinos. Algo más de tiempo, y llegarán los mármoles y los laureles, y Zaplana se perpetuará en todos los medios de comunicación de los operadores turísticos.

El enfrentamiento entre campistas y zaplanistas ha abandonado las modestas trincheras autonómicas, para ventilarse en Madrid, sin ningún miramiento. Fitur ya no es sólo un escaparate de sol, playa, hoteles y compañías de vuelo, sino un desfile de entusiasmos y vértigos por una pasarela donde hasta el PIB está expuesto a indecentes, aunque presuntos magreos. Por esa pasarela desfiló el estado mayor de la Generalitat, con Francisco Camps al frente, seguido de sus muy leales González Pons, Gerardo Camps, Milagrosa Martínez, Font de Mora y Víctor Campos. Era el día de la Comunidad Valenciana y el presidente Camps anunció en la feria turística anual la creación de una marca exclusiva que ampare a todos los sectores económicos y sociales valencianos. Algo ciertamente complicado -ya se intentó-, pero que, sin duda, evitaría esfuerzos y gastos por partida doble. Porque a nadie se le ocultan las diferencias entre la ya citada Agència Valenciana del Turisme, bajo los bisoños campistas, y el Patronato Costa Blanca de la Diputación de Alicante, que preside José Joaquín Ripoll y del que consecuentemente dispone Eduardo Zaplana. Por supuesto, no hay color. El Patronado Costa Blanca corta el bacalao, con diferencia, en materia turística. Y un responsable benidormí, en tales menesteres, decía, en estas mismas páginas, el viernes último: "Somos autosuficientes y eso nos da seguridad para arriesgar con unos y con otros". La antigüedad y la experiencia, en asuntos así, son 180 grados.

Aun con todo, no se arredran las huestes de Camps que van a por lo que les echen, y hasta ahora, no le está saliendo nada mal, de manera que el portavoz González Pons ya ha dicho que la Consejería de Turismo organizará una Feria Internacional en Valencia, en la próxima primavera, donde se presentará la ya anunciada marca, en la que se incluirán Costa Blanca o Benidorm, así como cuanto se identifique con la Comunidad. Incordios en la provincia de Alicante. Incordios en Fitur. Casi pleno de Pla: pero el Consell más que una coalición es una condolencia.

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