Metáforas de un viejo conflicto
Una efectiva cuña radiofónica de ACNUR, la organización de Naciones Unidas para los refugiados, advierte de todo lo que uno deja atrás cuando es obligado a abandonar su país y convertirse en refugiado. Pero, ¿qué ocurre cuando te conviertes en virtual refugiado en tu propio país? ¿Qué, cuando un ejército de ocupación decide que tu vivienda, tu propiedad, sacrosanta propiedad privada, es objetivo militar y decide ocuparla con sus hombres y reducir a quienes allí viven a un espacio mínimo y cerrado por las noches? Este atractivo punto de partida, que obviamente encierra una metáfora mayor (la casa es en realidad todo un país, Palestina, y el ejército ocupante no es otro que el israelí), es el que conforma un filme tan vigoroso como sorprendente, la ópera prima de un italiano, Saverio Costanzo, que logró la proeza de hacer convivir, en suelo italiano, que es donde se rodó el filme, a actores judíos y palestinos en un mismo espacio, y sin otras fricciones que las que el filme desarrolla.
DOMICILIO PRIVADO
Dirección: Saverio Costanzo. Intérpretes: Mohammad Bakri, Lior Miller, Tomer Russo, Areen Omary, Hend Ayoub. Género: drama, Italia, 2004. Duración: 90 minutos.
Ganador en los dos festivales importantes en los que ha concursado, Locarno y Valladolid, el filme de Costanzo habla de esa cotidianidad contaminada por la presencia del Otro, porque más allá de que uno ocupa y otro es quien sufre esa acción, no menos Otro es el ocupado palestino para el ocupante judío, conviene recordarlo. Una contaminación que afecta a todos: lo único que comparten soldados y civiles es el común deseo de perderse de vista mutuamente, de olvidar cuanto antes lo que el destino, o los caprichos de un mando militar que ha ordenado la acción, les ha reservado.
Con una cámara que se mueve con aparente neutralidad entre los dos bandos, incluso con estilemas tomados en préstamo a otros géneros, como el suspense; un guión férreo que pone sobre la mesa tantas cuestiones de orden práctico como, en el fondo, opciones morales sobre las que el espectador es invitado a decidirse. Una invitación sobre la que el filme no se pronuncia (aunque, por otra parte, queda bien a las claras, por su mera existencia, cuál es el punto de vista que Costanzo defiende), permite a Domicilio privado navegar con seguridad en medio de grandes sentimientos, miedo, angustia, terror a vivir encerrado, frustración por no poder disponer lo que es de uno, desasosiego ante órdenes que en muchos casos no se entienden.
Babelia
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