Liberto Rabal llena de sexo y violencia su ópera prima

El actor Liberto Rabal decidió hace tres años ponerse detrás de las cámaras para rodar su ópera prima. Asegura que sin ningún interés comercial, sino para experimentar. Por eso el que el filme Síndrome -que califica de "poema fílmico" o una "pintura impresionista"- llegue hoy a la gran pantalla supone un regalo inesperado. "Es una historia de amor, sexo, drogas, con personajes al límite, todo un reto personal", contaba ayer Liberto Rabal en la presentación del drama en Madrid. "Un trabajo de aprendizaje y de provocación en el que se cuenta lo que pasa en esos pequeños momentos cuando nadie mira".

Síndrome cuenta la historia de un hombre que, al descubrir que va a morir de cáncer en pocas semanas, intenta salvar a la mujer que ama, drogadicta, de sus dependencias, tanto emocionales como físicas. Un arranque aparentemente romántico pero en el que hay espacio para el secuestro, la tortura y las violaciones. Rabal escribió la historia inspirándose en un cuento de su mujer, la actriz Adriana Davidova, que protagoniza la cinta junto a Javier Albalá y William Miller. La entrega del chico Almodóvar en Carne trémula ha sido tal que incluso ha rechazado papeles para sacar adelante su proyecto.

"Teníamos una trama y luego hemos trabajado mucho sobre la improvisación. Grabamos unas 100 horas y luego hemos tenido que elegir las escenas que más se ajustaban a lo que queríamos contar. Es algo que se hace mucho fuera. Lars von Trier, por ejemplo", explica el nieto de Paco Rabal. Todos los actores han trabajado gratis y en ratos sueltos, y Antonio Saura, el productor, calcula haber gastado 6.000 euros en la cámara y 300.000 en la transformación del material digital en película de celuloide y en promoción.

"Queremos que Síndrome despierte en el espectador cosas internas, que no se quede como si nada", confía el cineasta, de 29 años. "Sobre todo, es como un viaje fílmico, y por eso la estética da sensación de sueño, de fábula. Quería alejarme de la realidad". Davidova interpreta desnuda escenas muy fuertes de sexo con su hermano y su secuestrador en la ficción, pero Rabal, su marido, le resta importancia. "Las escenas pudieron hacerse gracias a la formación de los actores, se hizo con mucho respeto y amor", argumenta el protagonista de Tranvía a la Malvarrosa, que confiesa ser "un voyeur morboso". Davidova, por su parte, recuerda esas secuencias como "un baile a tres" en el que el tercero en discordia era Rabal, que portaba la cámara. "Cuando desnudas el alma, lo de menos es desnudar tu cuerpo".

Pese al infortunio del rodaje -Albalá sufrió un gravísimo accidente durante el rodaje al clavarse en una pierna un cuchillo-, la experiencia la valoran como positiva. En el Festival de Locarno aseguran que tuvieron una buena acogida y que distribuidores de países como Francia, Japón o Corea pretenden proyectarla. Lo que no tienen tan claro es el recibimiento del público español a un largometraje tan radical, aunque consideran que el simple hecho de estrenarla es ya un triunfo.