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Reportaje:PLAN DE BARRIOS | Centro Histórico, en Olot

Cirugía selectiva para el viejo corazón de la ciudad

Olot recurre al derribo estratégico y la rehabilitación para insuflar nuevos bríos ciudadanos a su degradado núcleo histórico

El viejo corazón de Olot quiere limpiar sus arterias y recuperar el pulso ciudadano. En algunos antiguos edificios desconchados del núcleo histórico, las palomas parecen haber ganado la partida a los ciudadanos. Las aves vuelan a sus anchas a través de los ventanales desvencijados, abiertos de par en par. Algunos de estos viejos edificios, que en la década de 1990 llegaron a venderse por un millón de pesetas (6.000 euros), deben lanzar ahora la chispa que encienda el motor de la rehabilitación.

El Proyecto de Intervención Integral del Núcleo Histórico de Olot, presupuestado en 7,2 millones de euros que deberán repartirse a partes iguales la Generalitat y el consistorio, se sustenta en el derribo selectivo y la rehabilitación de los edificios más degradados de la zona. Está previsto que, en el plazo de unos cuatro años, un total de 30 edificios dejen paso a espacios públicos o, en algunos casos, se reedifiquen los solares a través de promociones públicas y privadas. El Ayuntamiento ha intervenido de manera activa en el proceso adquiriendo algunos de los bloques que deberán desaparecer para "esponjar" una apretujada trama urbana.

La intervención en la ciudad supone derribar 30 edificios para crear plazas

Casi la mitad de los edificios por derribar ya son propiedad municipal. Algunos datos son elocuentes respecto a la necesidad de un cambio. El 91,5% de los edificios de cuatro plantas no tienen ascensor, el 33,9% de los locales están inactivos, una buena parte en deplorables condiciones de mantenimiento y el 16,1% de la población está en riesgo de exclusión social.

En l'Eixample d'Alou, la zona donde fue reedificado el municipio tras los destructores terremotos del siglo XV, las calles tienen una anchura inferior a los cuatro metros. La altura de los edificios y la circunstancia de que muchas manzanas son inaccesibles a la circulación rodada han contribuido decisivamente a las extremas condiciones de habitabilidad de las viviendas. La imposibilidad de que los inmuebles dispongan de garajes supone uno de los mayores inconvenientes para atraer nuevos inquilinos. Una de las operaciones urbanísticas del plan prevé la construcción de plantas de aparcamiento en un solar cercano a esta trama urbana.

Joan Albesa, concejal de Urbanismo, define el proyecto municipal como un "vaciado estratégico" que permitirá "regenerar el tejido urbano". Sorprende, a pocos metros de esta zona deprimida, la vitalidad comercial de la calle Mayor. "La idea es que este espacio más sombrío y desangelado pueda acabar contagiándose de la animación comercial de otras calles muy cercanas", explica Albesa.

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El incremento de la población inmigrante y sin recursos en la zona es otra de las preocupaciones municipales. "No queremos barrios especializados en la inmigración, creemos que es mejor que se repartan por todo el municipio", advierte Albesa. El censo municipal registra en la zona un porcentaje de población inmigrante extracomunitaria del 28,8%. El plan para el casco antiguo de Olot prevé también actuaciones al margen del urbanismo, como programas de dinamización comercial y promoción turística, o cursos de formación para trabajadores en paro.

A pesar de que existe la percepción de un incremento de la marginalidad, las cifras que maneja el consistorio respecto a la delincuencia en el barrio no son alarmantes. Algunos de los más antiguos vecinos de la zona, que han vivido el proceso de degradación de su barrio, no parecen compartir el criterio municipal. Una anciana que vive muy cerca de un edificio que fue reconstruido tras un derrumbe accidental que causó dos muertos, en 2001, asegura que en los últimos años está llegando al barrio "mucha gente mala". La vecina, que desgrana un discurso de tintes racistas, asegura que ahora tiene miedo a salir de noche.

El municipio tiene el convencimiento de que la reforma y la revitalización del casco antiguo, pactada entre todos los grupos municipales, no será un fenómeno comparable al del casco viejo Girona, donde la especulación inmobiliaria ha acabado por forzar la salida de las familias más humildes. "Esto no será nunca un lugar para ricos, pero queremos que se convierta en un barrio que pueda atraer a gente joven, para la que no sea tan importante tener el coche en la puerta de casa, gente que pueda apreciar la tranquilidad, las zonas peatonales y la vida de barrio", explica el concejal. El proyecto de vialidad del barrio prevé la posibilidad de que la circulación quede restringida exclusivamente a los vecinos y las mañanas se dediquen a operaciones de carga y descarga.

El edil está convencido de que no será nada fácil llegar a acuerdos con los vecinos que deberán ser reubicados en otras viviendas. "Todavía tenemos que negociar con los afectados por los desahucios, pero hay casos muy diferentes. Hay quien lo agradecerá y quien quizá se resistirá hasta llegar a los tribunales", admite Albesa. Raquel Martín, la joven propietaria del bar 6T7 (Si es té set), un local que deberá ser reubicado porque en su manzana se ha previsto una plaza, asegura que sólo le han llegado rumores, pero que le parece lógico y necesario que se tomen medidas ante la "rapidísima" degradación del barrio. "La gente se va y últimamente sólo llegan inmigrantes", advierte. Martín, que está dispuesta a negociar con el Ayuntamiento su cambio de emplazamiento, asegura que en el último año ha sufrido dos robos en su almacén. Su situación es quizá más vulnerable porque la mayoría de los edificios colindantes al bar están abandonados. No niega que existen problemas de convivencia con la nueva inmigración, aunque matiza que se trata de pequeños conflictos vecinales: "Les cuesta acostumbrarse a ciertas normas de convivencia. Hay quien hace mucho ruido, o quien escupe o lanza cubos de agua desde la ventana" .

Estafas inmobiliarias

Los bajos precios de la zona, que han contribuido durante años a mantener el estigma de la degradación y el rechazo entre los vecinos de Olot, han alimentado también la codicia de los más avispados especuladores. En algunos casos, las operaciones de compra-venta que se han producido en la zona tienen todos los ingredientes de una estafa inmobiliaria. Se trataba de localizar un edificio a bajo precio -los había por cifras que no llegaban a 30.000 euros- y contactar con un tasador -despistado o compinchado- que aceptara valorarlo, por ejemplo, en unos 150.000 euros. Se pedía una hipoteca por ese valor a un banco, a menudo utilizando un testaferro, y no se pagaba siquiera la primera cuota. El comprador real obtenía un beneficio limpio de unos 120.000 euros y el banco debía acarrear con un edificio degradado. El edil Joan Albesa asegura que alertaron a las entidades bancarias cuando detectaron que se estaban produciendo este tipo de fraudes, pero aun así, sucursales bancarias y notarías de toda Cataluña se han visto afectados en compra-ventas similares. "Estas operaciones enrarecieron mucho el mercado y marcaron unos precios alejados de la realidad", lamenta el concejal.

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