Aumenta el número de mujeres y disminuye la media de edad de los 'sin techo', según un estudio
Un estudio, realizado por el departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, analiza la situación de las personas sin techo en Andalucía. La investigación, encargada por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social, es una de las pocas que se han llevado a cabo en España y es la única que contiene centenares de entrevistas a las personas sin hogar, que en Andalucía son actualmente unas 4.000, según los datos del estudio.
El equipo de investigadores, formado por la profesora de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, Isabel María Martínez y por los antropólogos, Elena Ruiz y Felipe García, se ha puesto en contacto con la administración autonómica y con las diferentes asociaciones y ONG que ayudan a las personas sin hogar en Andalucía. También han visitado todas las provincias andaluzas para entrevistar a los sin techo y conocer la situación que viven diariamente.
Un trabajo que comenzó en enero de 2003 y que ahora, terminadas las entrevistas, los tres investigadores analizan para presentar sus conclusiones a la Junta. "Hemos constatado que aumenta el número de mujeres (en torno al 10-20% del total), aunque el perfil sigue siendo el de un varón, entre los que cada vez hay más inmigrantes y, además, la edad media ha disminuido. Ahora se sitúa entre los 35 y los 45 años, hay una tendencia hacia la baja en la edad de las personas sin hogar", declara Isabel María Martínez.
Otra de las conclusiones del equipo es la falta de recursos para atender a estas personas que se constata en varias provincias. "En Jaén, por ejemplo, no hay comedor lo que provoca que las personas sin hogar se tengan que desplazar a otras ciudades. La realidad de estas personas es que cambian mucho, se mueven de un sitio a otro", explica Felipe García. Esta movilidad y que en los albergues no puedan estar más de tres días seguidos impiden que, por ejemplo, personas que han conseguido un trabajo puedan mantenerlo. "Hemos conocido el caso de un joven que consiguió un trabajo como camarero aunque al tener que dormir en la calle lo ha terminado perdiendo", señala García. Los horarios estrictos en los comedores también constituyen una traba. "Se levantan, van a coger un número para comer y después lo único que hacen es esperar a que les llegue la hora de comer y de cenar, y nada más. Se piensa que la gente que está en la calle sólo necesita llenarse el estómago y estar caliente", afirma Elena Ruiz que añade que la llegada de las personas a esta situación no se produce por un único factor.
"Los factores de riesgo son la precariedad laboral y la desestructuración familiar", explica Felipe García. Cada persona, según los investigadores, tiene una situación diferente y por eso la respuesta debe de individualizarse.
"Se tiende mucho en la administración a formar compartimientos estancos aunque la realidad es que una persona que ha pasado 30 años en la calle es muy diferente a la que ha pasado unos meses", señala Martínez. "Se necesita tiempo para potenciar las habilidades de la gente, no se puede esperar que una persona que ha pasado por situaciones límite, en un mes se recupere. Hay que tener paciencia", afirma Ruiz. El equipo alerta sobre una realidad que aumenta año tras año. "Ninguna de las personas sin hogar quiere serlo aunque cada vez es más fácil que cualquiera de nosotros pueda acabar en la calle hoy", concluye Felipe García.
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