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Un cetro y un collar, símbolos del poder del Estado

Pilar Bonet

El color naranja que adornaba la ciudad de Kiev no era ayer el color destacado en la vestimenta de Víktor Yúshenko, que juró su cargo y se santiguó llevando una corbata de color burdeos y un pañuelo en los mismos tonos en el bolsillo de su americana. El poder obligaba ayer a tonos, gestos y objetos solemnes. Como símbolos del cargo que va a ocupar, Yúshenko recibió un cetro y un collar.

En el vestíbulo de la Rada Suprema (Parlamento), antes de penetrar en la sala de sesiones, admiró el estandarte y el cetro que pertenecieron a Bogdán Jmelnitski, el hetman (caudillo) de los cosacos, que hoy es considerado como un símbolo de la afirmación de la independencia de Ucrania frente a sus codiciosos vecinos (polacos, turcos, rusos y suecos), aunque durante la época soviética se le alabó más bien por haber sido el artífice de la unión ruso-ucrania en 1654.

El cetro ha sido traído de un museo polaco y el estandarte de uno sueco, y, para alivio de algunos comentaristas, esta reliquia no llevaba ninguna inscripción embarazosa sobre los poderosos vecinos a los que podría haber servido. La víspera de su toma de posesión, Yúshenko se reunió con los cosacos ucranianos y les instó a la unidad. En el lenguaje político de la nueva Ucrania, la tradición de los cosacos (el amor a la libertad) está siendo promocionada como uno de los elementos básicos de la historia del país.

Invitados extranjeros

La idea de entregar un cetro como símbolo de poder fue introducida por Leonid Kuchma, antiguo director de una fábrica de misiles, que siguió ayer la ceremonia en la tribuna de la sesión junto con su antecesor en la presidencia, Leonid Kravchuk, un funcionario del aparato comunista que llevó al país a la independencia en 1991. Kuchma ha gobernado Ucrania desde 1994, y siguió ejerciendo como si fuera un presidente en plenitud de sus funciones incluso durante la interinidad que se ha prolongado desde el 31 de octubre pasado, fecha de la primera vuelta electoral.

La popularidad de los huéspedes extranjeros entre la clase política ucrania vino indicada por la reacción de los legisladores, que acogieron con efusivos aplausos la presencia de Kwasniewski y de Vaclav Havel, el ex presidente checo e invitado personal de Yúshenko.

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La reacción más sonada, sin embargo, se la llevó Kuchma. El jefe de Estado saliente obtuvo carcajadas, murmullos y aplausos irónicos cuando el portavoz de la Cámara anunció que por fin había sido relevado de todas sus funciones.

Por su parte, el nacionalista ruso Vladímir Zhirinovsky criticó ayer duramente la toma de posesión de Yúshenko como tercer presidente postsoviético de Ucrania, recordando ante una pequeña concentración de manifestantes ante la Embajada de Ucrania en Moscú que ese país era parte de Rusia y que debería estar controlado por un gobernador ruso, informa Efe.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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