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Columna
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Traca

Esto se mueve que es una barbaridad. Ya el pasado día 30 de diciembre -¡ah el día de los aleluya, cuán lejano! - se me movió la columna mientras la escribía, y desde entonces siempre temo el momento en que voy a tener que desdecirme de lo que acabo de afirmar. Aquel día de autos Egibar estaba exultante, y recuerdo el discurso babosón que le soltó a Otegi después que éste les prometiera tres votos, tres -como otros tanto mihura por la calle Estafeta- para que aprobaran su Plan. Explicaba Egibar, como disculpándose ante el boss -¡ay, cagalerín, ay, cagalerón!-, las circunstancias en que se habían visto obligados a aprobar el Estatuto de Gernika, que acababan de matar. Y el boss, impertérrito, le replicaba, te equivocas muchacho, te equivocas, y ándate con ojo, que tres eran los pelos del diablo y tres las Fórcides, que se pasaban de una a otra su único diente a una velocidad que te cagabas. La misma movilidad que esos tres votos, que fueron el ser para decidir y se han convertido en pasaporte para la nada.

Ibarretxe deja al mundo de ETA sin ninguna nuez después de que se han movido todos los árboles

Dije que me sorprendería que Batasuna diera su voto afirmativo al Plan, porque no la consideraba aún tan débil como para apoyar un proyecto en cuya elaboración no había intervenido. Me equivoqué. Dije después que Batasuna había muerto y que ya sólo quedaba el nacionalismo, y me abstuve de hacer explícito mi primer pensamiento -casi tan corporal como el sudor- después de aquella votación, a saber, que era ETA la que había muerto. Me equivoqué igualmente, y he decidido seguir equivocándome sin ningún reparo en este panorama actual que no tiene ni pies ni cabeza. Les adelanto ya mis conclusiones erróneas: el entorno de ETA boquea, agoniza, pero se resiste a morir y busca su supervivencia de cara al futuro. Hay que salvar a la izquierda abertzale, su espacio político, y éste es ya el único objetivo que guía la actividad política de Batasuna y la criminal de ETA. De ahí tanta rebaja, y de ahí también un cambio sustancial en su pensamiento político, que se irá agudizando a medida que transcurran los acontecimientos. Lo que no es óbice para que ETA siga cometiendo atentados. Ha vuelto a colocar una bomba, y esta vez su intención era asesina sin paliativos, siendo su posible objetivo la Ertzaintza. Sabemos cómo se traduce esto en el peculiar código etarra, más aún si tenemos en cuenta el lugar del atentado: objetivo el PNV. Otra forma más de marcar distancias con el plan Ibarretxe y de liquidarlo.

El atentado se produce pocos días después de la carta de Otegi y del comunicado de ETA que parecía ratificar su contenido. Frente al plan Ibarretxe, el plan ETA-Batasuna, mucho más integrador que aquél y que sí se presenta además como un plan para la pacificación. Pueda ser que el plan Ibarretxe satisfaga las aspiraciones del universo etarra, pero en las actuales circunstancias lo hace liquidando ese mundo, que no se distingue precisamente por su altruismo, sino por unos intereses de poder muy palmarios a los que no está dispuesto a renunciar. El plan Ibarretxe no les garantiza la supervivencia, no ya un protagonismo estelar, pues los convierte en un elemento vicario del que aprovecharse por pura absorción: les deja sin ninguna nuez después de que se han movido ya todos los árboles. Ante semejante panorama, es evidente que conviene seguir moviéndolos. Hay que moverlos contra el Plan y a favor del suyo propio. En esta historia, siempre ha habido un rifirrafe contra el Estado y otro contra el Estadillo: una batalla por Euskal Herria y otra dentro de Euskal Herria.

No volvemos a estar en Lizarra. Esta vez no se va a producir un alto el fuego unilateral como el que se produjo en aquella ocasión. El plan ETA-Batasuna - o de Anoeta- es un plan para la supervivencia desde la debilidad, no de liquidación. Diferencia con claridad, por primera vez, el frente político y el frente militar, y reserva sólo este último para la negociación con el Gobierno -básicamente armas por presos-, dejando el primero a merced de la contienda política de unas conversaciones en plan de igualdad con las demás fuerzas políticas. No habrá tregua, por lo tanto, salvo que el Gobierno acepte la propuesta de ETA-Batasuna y la imponga como condición para sentarse a negociar. Ocurra lo que ocurra, con tres votos neutralizaron el devastador efecto electoral que podía causarles el Plan, al que pueden acabar convirtiendo en una sombra con su actual entrada en escena. Plan contra plan, quizá sólo haya que dejar que se liquiden mutuamente.

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