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Tribuna:MEDIOAMBIENTE
Tribuna
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La contaminación en Madrid y el estrés urbano

El autor analiza, como experto en contaminación, los niveles de polución alcanzados por la capital en los últimos días

Todos aquellos que desde hace tiempo trabajamos en el área de la meteorología y de la contaminación atmosférica conocemos bien que cada cierto tiempo aparece en áreas urbanas situadas en zonas interiores el fenómeno de la inversión térmica producida por un proceso de subsidencia. Esta situación es originada por un anticiclón persistente de aire frío que produce una gran limitación de la dispersión de los contaminantes, dando lugar a niveles de calidad del aire más elevados que en otras situaciones meteorológicas normales. Aparecen así los llamados episodios de contaminación atmosférica. En Madrid sucede en invierno y cada tres o cuatro años este fenómeno aparece con más virulencia. Exactamente es lo que ha sucedido en estos días y que coincide con el funcionamiento al máximo de las calefacciones y con la tradicional congestión de tráfico en la ciudad.

2012 debe ser una oportunidad para hacer la ciudad más amable, con menos tráfico

A través de los distintos grupos de trabajo de expertos de contaminación atmosférica llevados a cabo desde 1992 en los congresos nacionales del medio ambiente, se ha ido estableciendo nítidamente la necesidad de implantar en áreas urbanas como Madrid los sistemas llamados SACAIP. Un Sistema de Alerta de la Contaminación Atmosférica e Información al Público es un instrumento imprescindible para la gestión de la calidad del aire en una ciudad como Madrid. Por una parte, estos sistemas además de basarse en una red automática de vigilancia de la contaminación atmosférica, adecuadamente diseñada y dotada, representativa y profesionalmente gestionada, como es la red de Madrid, debe complementarse con un sistema de predicción meteorológica para prever situaciones atmosféricas de baja difusión atmosférica.

A todo esto se debe complementar con un conjunto de medidas correctivas a aplicar en estas situaciones episódicas, como pueden ser: restricción de tráfico, retrasar el encendido de calefacciones domésticas, comerciales y públicas, restricción de aparcamientos, utilización de combustibles más ecológicos, minimizar las emisiones de las industrias, etcétera.

Por supuesto, estas medidas deben ser usadas con mesura y sólo en estas situaciones episódicas y anteriormente consensuadas con los agentes involucrados y con la adecuada información al ciudadano.

En este sentido, debo resaltar el esfuerzo realizado por el Colegio Oficial de Físicos en esta labor de divulgación e información al ciudadano en este año declarado como Año Mundial de la Física por la Unesco (www.fisicaysociedad.es).

Otro problema más estructural y que el ciudadano madrileño percibe diariamente es el llamado estrés urbano. Si a la contaminación atmosférica le sumamos la contaminación acústica y además lo aderezamos con una continua congestión de tráfico, le añadimos obras por doquier y todo esto inmerso en una percepción psicosocial de no llegar a tiempo a nuestros compromisos sociales o en nuestra vuelta a casa después de una agitada jornada de trabajo, tenemos todos los ingredientes para sufrir este estrés que conlleva indefectiblemente a una situación de desasosiego que en ocasiones confundimos con la calidad del aire, que por sí sola no debería alarmarnos. La solución a este problema es compleja, pero debemos abordarla.

En definitiva, es convertir a Madrid en una ciudad, en este sentido, más sostenible, más amigable. El reto que supone nuestra candidatura a los Juegos Olímpicos de 2012 debe ser una oportunidad irrepetible de buscar por todos los medios convertir a Madrid en una ciudad más amable, con menos tráfico, más segura y en donde el ciudadano sea el verdadero protagonista.

Con todo esto entiendo que el problema de la calidad del aire en Madrid no debemos abordarlo con debates sobre si nos hemos acercado o no al nivel establecido de información al ciudadano en dióxido de nitrógeno, partículas en suspensión o en ozono, o si en Madrid se mide poco, que no es así, ya que tenemos una red de vigilancia de calidad del aire sobredimensionada, sino debemos abordar el problema sobre la base de estas ideas que hemos planteado. Es decir, establecer una red de alerta, incrementar los esfuerzos de educar, sensibilizar e informar al ciudadano a través de las herramientas, políticas y procedimientos adecuados, y por último tener la voluntad de establecer toda una estrategia para ir eliminando lo que hemos llamado el estrés urbano.

En este sentido, estoy seguro que nuestro alcalde y su equipo de gobierno serán receptivos a estas reflexiones.

Gonzalo Echagüe Méndez de Vigo es presidente del Colegio de Físicos y presidente de la Fundación Conama

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