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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ballena aérea

La industria aérea europea, y más en particular la compañía Airbus, tiene motivos para sentirse satisfecha tras convertirse ayer en realidad su último gran proyecto, ideado hace ya 15 años: el superjumbo A380, el avión civil más grande de la historia, del tamaño de una casa de siete plantas, con capacidad para transportar a más de medio millar de pasajeros para largas rutas y con un consumo de combustible inferior al de otras aeronaves. La fabricación de esta inmensa ballena aérea, en la que han participado Francia, Reino Unido, Alemania y España (con un 10%), muestra, retórica aparte, que la cooperación europea en los ámbitos más diversos empieza a ser más que una frase hueca y que, cuando hay voluntad y comunión de objetivos, el éxito es posible.

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Y así lo expresaron ayer en Toulouse Chirac, Blair, Schröder y Zapatero, en una ceremonia de lanzamiento en la que el presidente francés aseguró que "podemos y debemos ir más lejos en esta vía de la construcción europea". Algo que suena muy atinado cuando los españoles se aprestan a pronunciarse en referéndum sobre la Constitución europea, ya que "más Europa" significa también más cooperación y alianza en sectores como el transporte, las telecomunicaciones, la energía o la defensa.

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El A380, que empezará a comercializarse en 2006, está llamado a convertirse en el sustituto del famoso Jumbo 747 que tantos frutos ha reportado en las pasadas tres décadas a Boeing, la poderosa rival americana de Airbus. La historia de esta última empresa está marcada por el éxito. Es propiedad en un 80% del consorcio aeronáutico y de defensa europeo EADS, en el que España tiene una participación del 5,5%. En los dos últimos años ha conseguido desbancar a su competidor del otro lado del Atlántico, convirtiéndose en el primer constructor mundial. No es de sorprender que todo ello haya producido fricciones entre los dos gigantes, que han acordado una tregua de conveniencia, aparcando el litigio internacional sobre ayudas públicas ilegales a fin de resolver amistosamente sus diferencias.

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